domingo, 11 de octubre de 2015

CAPITULO 12


Los días pasaron, algunos más lentos que otros. Como en la semana estaba en el Hotel, los sábados tenia clases. En la universidad, Isabella era la reina, por ende no me prestaba atención. Eso era algo bueno, ya que tener contacto con ella en la semana y verla los sábados, era agobiante. El domingo pasó a ser el mejor día de la semana.

            En clases, Javiera se convirtió en una de mis mejores amigas. Me contaba acerca de su experiencia en el otro Hotel, le encantaba. Ella estaba en la recepción y ya había tenido que tratar con extranjeros. Lo más difícil hasta el momento era intentar entender lo que un coreano quería decir. Le conté mi situación, y sus palabras fueron “esta historia es mejor que una teleserie”. Ambos pensábamos que toda la actitud que tenía Isabella conmigo era solo un capricho de una niña consentida. El consejo de Javiera era que no le prestara atención, pero que no debía bajar la guardia con ella.
           
            Los turistas llegaban en una semana desde New York. Este era el evento más esperado para el directorio del Hotel, para todos en general. Para mí era algo que iba poner a prueba mucho de mis conocimientos. Valentín cito a todo el departamento de turismo a reunión para afinar los detalles.

-Anita, usted junto a Daslav y la Srta. Rosasco acompañaran al grupo al centro de Ski Blanca Montaña - dijo Valentín - Diego se quedará aquí en el Hotel para ver que las demás actividades se mantengan.
- No hay problema- respondió Anita.
- Como es sabido por todos ustedes. Esto es de gran importancia para nuestro Hotel así que confío en que harán todo muy bien.- detuvo su mirada en mí y me brindo una sonrisa perfecta. Definitivamente Valentín me gustaba mucho, pero me da miedo hacer algo para que él lo note porque es obvio que yo no le gusto, solo es una linda amistad o una buena relación de jefe a subordinado.
- Esperemos que Daslav no lo arruine – dijo Isabella. Todos giraron su vista de Isabella hacia mí.
- ¿Según tú, por qué debo ser yo el que cometa un error?- pregunte. Cerré mis puños bajo la mesa para enfocar mi rabia en ellos, ya me dolían.
- Es un decir, no te enojes Daslav… ¿O debo decir Das?- ¿Cómo se ha enterado que me han puesto Das? Mire a Diego que desvió su mirada al techo. Él debe haberlo escuchado de Leandro.
- Daslav, es mi nombre- respondí cortante. Fije nuevamente mi mirada en Valentín que me miro devuelta sin entender que pasaba.
- Bueno, regresen a sus labores. Si necesito algo más se los haré saber

            Todos salieron de la oficina de Valentín, yo me dirigí a mi escritorio.  Saque la copia de los folletos que había traducido para echar un vistazo. La voz de Valentín me tomo por sorpresa.

-¿Pasa algo entre tu e Isabella? ¿Algún mal entendido?- me preguntó. No quería meterlo a él en este problema.
- No nos llevamos del todo bien- Valentín se acercó a mí y coloco su mano sobre mi hombro.
- Sabes que puedes contar conmigo. ¿Puedo ayudar en algo?
- Tranquilo, no pasa nada – Que se preocupe de mi es algo que me confunde mucho. Dejo su mano unos minutos en mi hombro. Mi corazón se estaba acelerando y mi cara se estaba sonrojando. Valentín se dio cuenta sonrío, él sabía que me gustaba, hacia todo eso para provocarme y lo estaba logrando.- Iré a ver si Anita necesita algo.
- Muy bien. Eso me gusta ¡INICIATIVA!- me gritaba mientras caminaba hacia su escritorio.

            Entré en el ascensor. Saque mi teléfono y revise mi Facebook. Tenía solo un mensaje:

Javiera:
Daslav, espero tengas una semana genial y que no te importen lo que diga y haga esa pendeja de Isabella. Haz tu trabajo lo mejor posible y si quedas en ese Hotel será la mejor forma de derrotarla. Cuando lo hagas me envías una foto de su cara porque esa ¡Hay que enmarcarla para el recuerdo! Nos vemos.

Daslav:
¡Javi! Créeme que serás la primera en saber cuál fue su reacción. ¡Gracias por tus palabras! Nos vemos en clases.

            De camino a la oficina de Anita, decidí pasar a saludar a Leandro. Ahí estaba él, se veía muy serio hablando con León. Leandro me vio y toco el brazo de León con su mano. León se detuvo y me miro. Ambos se quedaron callados cuando llegue a su lado. ¿Muy extraño… o no?

- Hola- dije mirándolos a los dos.
- ¡Das! ¿Cómo estás?- Leandro respondió colocando su mejor sonrisa. La de siempre.
- ¿Qué tal?- dijo León muy serio.
- Yo muy bien- me hice el desentendido, como que no note que hablaban algo- Tengo una noticia importante, pero te la comentare en el almuerzo - Dije mirando a Leandro- ¿Comemos juntos cierto?
- ¡Por supuesto! Pero hoy nos acompañará León- Coloco una sonrisa maliciosa. A León solo lo había visto un par de veces, incluyendo la vez que salimos juntos del Hotel. Aun no existía esa confianza que tenía con Leandro, pero no me incomodaba que comiéramos juntos. Ellos eran muy buenos amigos.
-¡Genial! Nos vemos luego, voy a la oficina de Anita.
- Nos vemos luego- dijo Leandro.

            Seguí mi camino, sin voltear. Aquí está sucediendo algo que debía descubrir luego. Llegue a la oficina. Golpee y entre. Solo estaba Anita.

- Daslav, pasa.
- Anita ¿Necesita que le ayude en algo?- pregunté
- Si, justo te iba a llamar. Todos iremos al Centro de Ski cuando lleguen los huéspedes. Antes de eso tienes que ir a dejar estos documentos. Son un tanto quisquillosos los de ese lugar, así que no quieren que se los envíe por correo electrónico. Además desean que alguien de aquí vaya para conversar unos temas acerca de las clases, y el recorrido que tendrán. Yo no puedo ir ya que tengo una reunión más tarde.  Te servirá para conocer el lugar.
- ¡Genial!- debo admitir que me sentí importante. Que Anita me encomendara esta labor antes que a Isabella, era una recompensa por lo que he hecho- Pero… ¿Cómo llego?
- No te preocupes, le he pedido al estafeta que te lleve. Así que a las tres de la tarde debes estar en los estacionamientos.
- Perfecto, ya son la una y media. Iré a comer para luego alistarme. – dije muy animado.
- ¡Buen provecho!- añadió Anita

            El almuerzo estaba delicioso. Comí lasaña de verduras. Leandro eligió el pastel de papas. Le robe un poco y al igual que mi plato era riquísimo. Leandro Me explico que León tuvo que hacer algo. Y no nos acompañaría. León era un tanto misterioso. Cuando hablamos el otro día, cuando salimos del trabajo. Se notaba muy serio aunque su trato siempre fue amable. Pero la seriedad ganaba. Aun así me caía súper bien.  

-Iré al centro de Ski Blanca Montaña, junto con los huéspedes de New York- Le dije muy entusiasmado a Leandro.
- ¡Pero que notición!- dijo con su natural sonrisa- Me alegro Das, vas avanzando mucho.
- Lo Malo que Isabella también va- su cara paso de mucha alegría a seriedad completa.
- ¡Capaz que te tire desde un barranco!- Ambos reímos con su chiste…. ¿Era chiste…  verdad?

            Terminado el almuerzo, fui a mi oficina. Valentín no estaba. Supongo que Anita le aviso que no estaré en toda la tarde, de igual forma le deje un papel en su pantalla.

Anita me ha encargado una misión:
Iré al centro de Ski.
Deséame suerte

Daslav

            Fui a mi escritorio para buscar mi bolso con mis cosas. Valentín entro en la oficina.

-Das… ¿Todo bien?
-¿Me has dicho Das?
- Me gusto cuando lo menciono Isabella hoy en la mañana.
- Para todos es más fácil. Leandro me nombro así y veo que se ha ampliado. ¿Anita te aviso que me ausentare en la tarde?- pregunte mirándolo directo a esos lindos ojos.
- Me ha informado de todo esta mañana, de hecho fui yo quien propuso tu nombre para que fueras hoy- levanto una ceja y luego cerro uno de sus ojos.
- Mmmm Gracias- me he vuelto a sonrojar.

            Valentín camino a en dirección a su escritorio. Lo observe de reojo y lo vi tomar el papel que le deje en el computador, se limitó a hacer una sonrisa y lo pego un poco más abajo ¡Este hombre me gusta! Hace tiempo que no me gustaba alguien de esta forma. Aunque sea poco tiempo de saber que existe, siento que ya lo conozco de hace mucho. A mi mente se vino el recuerdo de una frase de la película “Un zoológico en casa” cuando Matt Damon le da un consejo a su hijo “Todo lo que necesitas son 20 segundos de coraje irracional. Literalmente coraje irracional. Y te prometo que obtendrás algo magnífico”. Me levante de mi silla y camine en dirección a Valentín. Él estaba concentrado en su computador.

-¿Valentín?- Mi cara seguía roja. Mis manos temblaban excesivamente. Mi estómago se contraía. Mi cuerpo entero tiritaba. Pero debía hacerlo. Necesito saber si realmente existe una posibilidad de intentar algo con él. Siempre me ha costado expresar lo que siento, solo necesitaba estos 20 segundos.
-¿Daslav?- quito su mirada del computador me observo. Sus ojos se conectaron con los míos. Ya estaba en esta situación, no podía esperar más tiempo. ¡Es ahora o nunca!
- Necesito hacerte una pregunta- Si me hubiesen tomado un electrocardiograma, el informe demostraría que estoy a punto de sufrir un Infarto
- Dime- Sus expresiones demostraban incertidumbre. ¡Vamos Daslav! ¡Tú puedes!
- Valentín, en este tiempo que nos hemos conocido. Me he dado cuenta de algo. Tú me…  -Me detuve al escuchar que alguien golpeaba la puerta.

domingo, 4 de octubre de 2015

CAPITULO 11


          Mi primer día…  ¡Estrés Total! Anita vino a dejar unos folletos que debía traducir para los huéspedes que iban a llegar en dos semanas más desde Nueva York. Estos tenían el itinerario turístico de los lugares por visitar, además de algunas reseñas históricas. Acabado eso, debía imprimirlos y llevárselos para que me diera el visto bueno. Sin embargo no había podido avanzar mucho, pues  Valentín me dejo a cargo de atender los llamados de su teléfono, mientras él estaba en una reunión con el directorio. ¡El maldito teléfono no para de sonar en toda la mañana! Anita no me presiono.

            Era ya casi la una y media de la tarde cuando Valentín entro en la oficina.

- Daslav ¿Todo Bien?
- Si, ha sido una mañana bastante movida. Le deje varios mensajes en el taco. – le dije mientras avanzábamos hasta su escritorio.
- ¡Perfecto! Ah toma esto- busco dentro de su maletín y me paso un chocolate- un pequeño incentivo  por la buena disposición a hacer algunas cosas que no te corresponden- pude sentir como mi cara se iba poniendo roja ¡Amo el chocolate!
-  Gracias- dije tímidamente, fue un lindo gesto aunque más me confundía.
- Puedes ir a almorzar. Yo me quedo vigilando el buque.
- ¡Genial! Muero de hambre- respondí y él se rio conmigo.

            Salí de la oficina tratando de recordar el camino que hice cuando llegamos. Logre hacerlo sin problemas. En el ascensor, apreté el número uno. Saque el teléfono y guarde el número de Isabella en mis contactos, para no llévame más sorpresas con ella a futuro. Fue una mañana relajada sin tener su presencia cerca, ni una llamada, ni un mensaje de texto ¡Nada! ¿Qué estará tramando?

            A todo esto…. ¡No sé dónde queda el casino! Me dirigí hasta el hombre de la recepción, aquel que me entrego la credencial. Ahí pediría indicaciones. Sin embargo, había otra persona. Un joven alto, con unos rizos de color negro… se veía estresado.

- Hola-
- Hola- dijo el sin despegar sus ojos del computador.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?- me asombraba la velocidad de sus dedos al presionar cada tecla.
- Dime. ¿Que necesitas? Me miro unos segundos y volvió al computador.
- Soy nuevo aquí y no sé dónde está el casino y me muero de hambre. ¿Me puedes decir a donde me dirijo?- despego la vista del computador y me miro con una gran sonrisa.
- ¡Chico nuevo!- me estrecho la mano agitándola muy animado y fuerte – si me das cinco minutos, vamos juntos y así no te pierdes.
- ¡Groso!- respondí
- ¿Groso?- sus ojos de color verde se quedaron pegados a los míos-  que antiguo tu término.- dio una carcajada muy fuerte- ¡Me gusta! Toma asiento en la sala. Voy por ti a penas termine.
- Vale.
           
Me senté en un pequeño sofá y tome una revista que estaba en mesa, la portada tenía una gran foto del centro de Ski Blanca montaña. Me concentre tanto en la foto que di un salto cuando tocaron mi hombro.

-¿Vamos Chico nuevo?- me dijo
- Vamos- me levante y caminamos por un pasillo- Pero no me digas Chico nuevo, Mi nombre es Daslav.
- Das… ¿Qué?- ¡Otra vez no! Como les cuesta tanto pronunciar mi nombre
- Daslav- repetí.
- Muy difícil, te diré Das- caminamos por el pasillo, era largo aunque pude ver los jardines traseros del hotel, llenos de flores de varios colores.- Yo soy Leandro, un gusto.
- El gusto es mío, eres la primera persona diferente al área donde estoy.
- ¿Dónde estás?- Me pregunto mientras me hacia doblar a la derecha. Definitivamente este Hotel es un laberinto.
- Soy practicante de traducción de inglés. Debería estar en la oficina de turismo con Anita, pero por espacio estoy con el señor Henríquez.
- ¿Con el mismo señor Henríquez? ¿El gerente?- pregunto incrédulo
- Si, con él.- le dije mirando el suelo.
-¡Wow! Que bien. Creo que eres el primer practicante que está en ese lugar. Te felicito “amigo”- ¿Amigo? ¡Ya tengo un amigo!
- Emm Gracias… - dije mirando el suelo.
- ¡Llegamos! Bienvenido al casino del hotel- Abrió las puertas para dejarme entrar primero. Era un comedor gigante. Vamos a buscar el almuerzo y nos sentamos juntos para que no comas solo.
- No es necesario, a lo mejor tus amistades están esperando por ti.
- Tranquilo, no dejare que comas solo en tu primer día.

Leandro me comento que lleva alrededor de tres años trabajando en el Hotel en la recepción. Me conto algunas historias. Me reí bastante con él. Las puertas se abrieron y como en un desfile de modas entró Isabella, detrás de ella, Diego. Pasaron junto a mí sin saludar.

- ¡Pero que culo!- dijo Leandro mirando el trasero de Isabella.
- ¿Ah?- me hice el desentendido
- A ella tampoco la había visto, debe ser nueva- agrego sin apartar la vista de mi enemiga.
- Esta en la misma sección que yo, es practicante. Se llama Isabella y la puedes encontrar en la oficina de Anita.
- ¿Crees que tengo una posibilidad?- me pregunto con mucho entusiasmo. ¡Es hermosa!
- La verdad es que no hablo mucho con ella- No pensaba decirle que es una malcriada caprichosa. Debo admitir que Leandro era un joven bastante atractivo, se notaba que hacia ejercicio. Además su personalidad era muy carismática pero que tuviera algo con Isabella… no me lo podía imaginar.
- Ahí viene de regreso- Me susurro Leandro. Ella y Diego venían de vuelta con un vaso de jugo de frambuesa cada uno.

            Sentí los tacones al caminar, se acercaban más y más. En cuestión de segundos siento que corre por mi cuerpo un líquido muy frio ¡Que mierda!

- Daslav, cuanto lo siento – uso su tono de niña inocente -Accidentalmente he derramado el jugo sobre ti.
- ¡He quedado todo manchado! ¡Esto no ha sido accidental Isabella! –respondí con la cara roja por la rabia. Leandro que vio todo estaba con la boca abierta. Diego se tapaba la boca con sus manos un poco más atrás.
- ¿Crees que soy capaz de hacer esto por gusto? Pero que mal piensas de mi Daslav- su tono me enojaba más.
- ¡Eres capaz de esto y mucho más!
- Ya pedí mis disculpas, si quieres mañana te traigo veinte camisas.
- No me importa las camisas, es tu actitud.
- Bueno. Lo siento- Su ironía continuaba. Se retiró del casino sin decir más. Diego paso rápidamente alcanzando a Isabella en las puertas del casino.
- Parece que ella no te quiere aquí. Definitivamente eso no fue un accidente – dijo Leandro pasándome algunas servilletas para secarme un poco el jugo.
- ¿Qué voy a hacer? No puedo quedarme con esta ropa el resto de la tarde.
- No te preocupes. Vamos a los camarines. Donde nos entregan el uniforme. Ahí nos ayudaran- Leandro me dio unas palmadas en el hombro para animarme
- ¿Enserio?
- Si, vamos rápido. Antes que volteen un plato de comida sobre ti- Si supiera que ayer eso ya paso, no me lo creería

            En los camarines nos atendió una señora muy amable. Me dijo que muchas veces pasan esa clase de accidentes, por lo mismo mantenían un stock de ropa para situaciones de emergencia. Así que me pasó una camisa, mañana debería devolverla. Leandro se convirtió en un ángel guardián. Si hubiese estado solo. No sé qué hubiese hecho. 

            Cada uno volvió a su lugar de trabajo, quedamos en almorzar juntos el resto de la semana. Y me iba a presentar a su grupo de amigos del Hotel. Leandro era un aliado, ya no me sentía tan solo. Su desencanto con Isabella fue notorio desde el momento que la vio derramar el jugo sobre mí.
           
            La tarde paso más tranquila. Valentín me dejo trabajar con los folletos que me encomendó Anita. Ya alrededor de las seis y media, llegaba la hora de retirarse.

-Señor Henríquez, es hora de irnos.
- ¿Si? No me había fijado en la hora- miro su reloj en la muñeca.- debo hacer unas cosas más. Así que ve tranquilo. Hasta mañana- me dijo. Se veía cansado.
- Valentín, ¿Puedo Ayudarte en algo?
- No, tranquilo. Hoy te he mantenido bastante ocupado, así que descansa y mañana nos vemos.
- Bueno- me dio un apretón fuerte de manos.

            Tome mis cosas y me dirigí hasta el ascensor. Estaba cansado. Más que un cansancio físico era mental. Todo el estrés psicológico que me estaba dando Isabella me tenía excesivamente agotado. Cuando entre en el elevador, observe a un joven venia corriendo

-¡Que no se cierre! –me grito y coloque el pie y el llego corriendo- ¡Gracias!
- De nada- Le dije mientras buscaba mis audífonos en mi bolso.
- Te vi almorzando con Leandro hoy. Soy León
- ¡León!- que fuerte tu nombre. Él se puso a reír.
- Yo, Daslav – le extendí la mano para saludarlo. Era un joven bastante guapo. Media  unos diez centímetros más que yo, su pelo color castaño claro y sus ojos eran de un azul oscuro muy hermosos. Creo que después de Valentín, León era lejos lo más lindo del Hotel. Leandro quedaba en el tercer lugar.

            Caminamos juntos en dirección a la salida de funcionarios del Hotel, era agradable conocer nuevas personas.  León me pidió que lo acompañara a los camarines y luego a registrar la hora de salida. De paso me servía para conocer el lugar por donde debía entrar y salir los siguientes días. Ya en el exterior, León encendió un cigarrillo.

- No, muchas gracias. Nunca he fumado- le respondí.
- Ok, ¿Por dónde te vas?- Me preguntó mientras empezábamos a caminar.
- Por la calle Maipú, debo ir a tomar el autobús.
- Yo voy al gimnasio, vámonos juntos- me dijo
- Bueno….

            En el trayecto León me contó que tenía 27 años, que hace un año iba al gimnasio y le gustaba hacer deporte. Era muy contrario a mí. Yo me pasaba la mayoría del tiempo leyendo en casa. Llegamos al paradero, se despidió de mí y siguió su camino.

            Fue un primer día largo, extremadamente cansador… Lo único que deseaba era dormir. Me puse los audífonos, y le di play al reproductor de música. No quiero imaginar que me espera para mañana teniendo de compañera a Isabella, más aun cuando me ha declarado la guerra.  A pesar de todo lo malo, hubo muchas cosas buenas. En general… ¡Fue un gran día!

domingo, 27 de septiembre de 2015

CAPITULO 10


        Caminamos por un largo pasillo hacia el ascensor, entramos y Valentín presiono el botón con el número 25. Una música muy relajante, típica de un elevador, se podía escuchar. Ninguno de los dos dijo alguna palabra en el trayecto.  No supe que decir, mi corazón latía muy fuerte; no quería mirarlo, pero aun así sabía que él me observaba. Me sudaban las manos y temblaban las piernas.

- ¿Nervioso otra vez?- preguntó.
- No, no tanto... Ósea sí un poco- respondí. Él solo sonreía. Definitivamente Valentín sabía que era capaz de hacerme sentir nervioso en un segundo y se aprovechaba de esa situación.
- ¡No te preocupes! Es tiempo de que pierdas el nerviosismo.
- ¡Hey! Para ti es fácil decirlo – dije, esta vez mirándolo directo a los ojos. No dejaba de sonreír.

            El elevador se detuvo, en el mismo momento que las puertas se abrieron, mi celular comenzó a sonar dentro del bolso. Mientras lo buscaba Valentín y yo salimos del ascensor. Era un mensaje de un número desconocido “¡Supongo que te acuerdas de nuestro conversación de ayer!” ¿De quién más podría ser? ¡Isabella!, ¿De dónde saco mi número?

-¡Hey Daslav! – Valentín me hablaba desde atrás. Al distraerme en el teléfono, no me di cuenta que él dobló en la esquina en dirección a otro pasillo, yo seguí de largo. Camine rápidamente para reunirme con él. -¿Todo bien? Digo estabas tan metido en el celular- me dijo algo serio.
- Si, todo bien.- No iba a contarle acerca de lo que dijo Isabella ayer, no quería crear más problemas al respecto.

Este piso tiene muchos pasillos, espero me sea fácil recordar el camino de vuelta. En el trayecto varias personas lo saludaron. Me sorprende lo joven que es la gente que trabaja aquí, a mi parecer no sobrepasan los 35 años.  Se detuvo frente a una puerta. Esta decía Valentín Henríquez Santibáñez, Gerente.

- Esta es mi oficina- Me miro con su sonrisa perfecta, abrió la puerta y me invito a pasar. Me quede a fuera por uno segundos. ¿Voy a trabajar con él?- Vamos Daslav, no te quedes afuera. Espero sea un lugar acogedor para ti. Desde hoy estarás aquí conmigo. Mi secretaria, me aviso que esta con licencia. Tú ocuparas su puesto por mientras.
- ¡Wow! Es decir que voy a trabajar directamente con usted señor Henríquez- vi una gran sonrisa. Me sentía feliz, pero a la vez algo confundido.
- Exactamente señor Puelles, veo que ha recordado lo del trato en el lugar de trabajo- me miro y yo no pude evitar reírme.
- Tengo una duda ¿Voy a cubrir en todo a su secretaria?- dije mientras observaba la oficina. Una pared de vidrio divide mi lugar de trabajo con el de Valentín.
- No te puedo delegar sus funciones, pues eres nuevo aquí. De momento lo que te pida Anita, lo harás desde acá. De igual forma yo te pediré algunas cosas, pero tranquilo ¡No soy un ogro como jefe!- ambos reímos.
-Entiendo. Muchas gracias por esta oportunidad-  lo miré directo a sus ojos, esos ojos que hacen olvidarme de todo lo que sucede alrededor
- No tienes nada que agradecer, sé que lo harás perfecto. Muy Bien, voy a dejar que te instales. Vuelvo enseguida- Abrió la puerta, y volteo hacia mí- Bienvenido al Hotel Gran Palacio- hizo un Guiño y salió cerrando la puerta.

            Mi corazón saltaba de alegría, nunca imagine que yo estaría ahí. ¡Ya puedo ver la cara de Isabella cuando se entere dónde estoy! Sus amenazas me tienen sin cuidado

            Encendí la computadora, el gran logo se imponía en la mitad de toda la pantalla, las letras HGP tenían varias estrellas a su alrededor. Mire la hora en la pantalla, las nueve de la mañana. Mi oficina era pequeña pero acogedora. Observe una pequeña mesita en la esquina en ella, una radio, la encendí. Pude escuchar la canción “Hold on” de Jet. Mire a través de la ventana, pude ver en su esplendor todas las instalaciones del Hotel: las piscinas, el Spa, las canchas de tenis y futbol, el área de juegos infantiles y otros lugares que no alcanzaba a identificar. A través del vidrio que nos separaba pude apreciar la oficina de  mi “Jefe”, era inmensa, había un estante lleno de libros, en el otro extremo una mesa larga, con ocho sillas de cuero negro en ambos lados; al lado de ventanal, su escritorio con todo encima muy ordenado. Lo que más me impresiono es que tenía su propia terraza, con una mesita y algunas sillas. Para ser la oficina del gerente, era muy sencilla… aunque, con el estilo Valentín.  En una de las paredes estaba un cuadro con un árbol seco y muchas hojas en el suelo, lo observe por unos minutos mientras cantaba una parte de la canción.  La Pintura era triste pero era difícil dejar de verla.

- Hermosa ¿O no?- la voz me asusto. Me di vuelta, para mi sorpresa, Isabella estaba de pie detrás de mí. ¿En qué momento entro?  No sentí la puerta.
-Muy Bonita- dije serio.
- ¿Qué haces aquí?- me pregunto. Su cara de no entender que pasaba me hizo sonreír.
- Este es mi lugar de trabajo, Valen… El señor Henríquez me ha pedido que trabaje para Anita desde acá.
- Preguntare de nuevo ¿Qué haces aquí?- Ahora soy yo el que no entiende nada.
- Ya te dije, el señor…
- Creo que fui lo bastante clara ayer cuando hablamos- en sus ojos podía ver la rabia
- ¿Clara con qué? Ahhhh ya lo recuerdo… ¡Con tu amenaza!-  ya estaba entrando a colapsar con la actitud de niña caprichosa- A todo esto ¿Dónde obtuviste mi numero?
- Eso no tiene importancia. Daslav, si yo fuera tú, no me acostumbraría a esta oficina porque…
           
            La puerta se abrió, Valentín me miro primero luego su vista se fue a Isabella.

-Señorita Rosasco… ¿La puedo ayudar en algo?- le preguntó. Isabella lo miro coquetamente y se acercó a él.
-Anita me ha pedido que le entregue estos papeles- se los entrego de inmediato.
-En el caso que yo no este, se los puede pasar a Daslav. Él puede recibir los documentos- Abrió la puerta de su oficina, camino en dirección a su escritorio - ¿Srta. Rosasco?- Isabella me miraba con odio- Pase, necesito que lleve estos otros documentos a Anita.
-Muy bien, se los entregare- Valentín le paso varias carpetas de colores- ¿Lo puedo ayudar en algo más? Le preguntó.
- No se preocupe,  Daslav está aquí para ayudarme… ¿Cierto Daslav?
- Si, respondí- Isabella me dio una mirada fulminante. Estaba dispuesta a conseguir todo sin importar el hacerle daño a la gente en su camino. Debo tener cuidado con ella.
- Muy bien. Me retiro. Hasta luego- salió de la oficina

            Valentín se quedó revisando unos documentos. Mi celular sonó, era otro mensaje del número desconocido:

“Prepárate, la guerra ha comenzado”

martes, 22 de septiembre de 2015

CAPITULO 9


Un rayo de luz se asoma a través de la ventana, tomo el celular para ver la hora, son las 7, cierro los ojos y los abro de golpe ¡Las Siete! ¡Mierda, me quede dormido! Salto de la cama. Es mi primer día en el Hotel y ya voy atrasado. ¡Maldito teléfono! Una ducha rápida, me coloco la ropa que deje lista la noche anterior, menos mal que lo hice... Tengo exactamente una hora para llegar.

            Es miércoles, no hay mucha gente en las calles, todos están acostumbrados a salir mas tarde. Eso es bueno, tengo el camino solo para mí. Necesito correr y tomar lo que aparezca primero. En estos momentos Valentín debería aparecer. Mejor no… después de la vergüenza de ayer ¡NO! Él ya debe estar ahí, hablando con Isabella. ¡ISABELLA! Ella debe estar alardeando de que yo aún no llego, hablando  mal ante todos. Deben pensar que soy un irresponsable. ¡Necesito un milagro!

            Llego al paradero y en el momento preciso aparece Hellen, ella es una buena amiga. Su novio, Daniel que es jefe de la carrera de traducción donde estudio, va conduciendo el auto. Es un tipo mayor por unos años, es alto y muy lindo.

- ¡Daslav!, esa cara. ¿A dónde vas?- ella pregunta.
- ¡Atrasado!, Tengo que llegar al Hotel Gran Palacio en menos de 45 minutos- le dije en medio de jadeos por el cansancio.
- Te llevamos- Dice Daniel, haciendo un gesto con la cabeza para que suba al auto.
- ¡Gracias!- le digo un poco más relajado ya en el interior.
- ¿Todo Bien Daslav?- pregunto Daniel.
- Si, bueno en realidad hoy es el primer día. Así que ahí veremos que tal todo.
- Me alegro Amigo -dijo Hellen- Debes quedar trabajando ahí. Es un lugar que cuesta mucho entrar.
- Yo en los años que solicite trabajo en ese Hotel, nunca me recibieron- agrego Daniel
- Esta es una oportunidad que no voy a desperdiciar- mire el reloj faltaban solo 30 y estábamos relativamente cerca
- Supe por el correo que otra compañera también quedo ahí, Isabella ¿Cierto?- me pregunto mirándome por el espejo retrovisor.
- Si, ella también está ahí conmigo.
- De todos modos ustedes están en buenas manos con Anita- detuvo el auto en un semáforo en rojo.
- ¿Y cómo sabes eso tú?- pregunto Hellen a su novio algo celosa
- Emmmm es que fui yo quien tuvo que ir a hablar con ella para los asuntos de la coordinación para que uno de los estudiantes quedara en el Hotel, pero tengo la duda- dirigiéndose a mí a través del espejo- ¿Por qué quedaron dos si el puesto era solo para uno.- Cambio de tema rápidamente, pude notar que se colocaba algo nervioso.
- No lo sé. – No podía contarle lo de la segunda oportunidad que me dio Valentín.
- Daslav, llegamos con algunos minutos de sobra- me dijo mientras estacionaba el auto en la entrada del Hotel.
- Muchas gracias ¡Me salvaron esta vez!- baje veloz del auto.
- Cuídate y luego conversamos para ponernos al día- Hellen me dio un beso a través de la ventana.
- Vale. Nos Vemos- camine en dirección al hotel

            Al llegar, solo faltan diez minutos para las ocho, ha sido el mejor record de mi vida si no fuera por ellos. Camino en dirección a la entrada del hotel. El recepcionista me recibe con un gran saludo, le informo que es mi primer día y me entrega la credencial de trabajador. Esta me da libre acceso a las instalaciones. Apuro el paso hacia la oficina de Anita. Faltaban siete minutos para las ocho. Anita aún no ha llegado, pero en el interior este Diego y la señorita perfección que hace una risita cuando entro.

-Buenos días- Salude a ambos-
- Buen día- dijo Diego
- Daslav, pensé que no llegabas- el tono de Isabella era bastante irónico. Diego ríe. Veo que se lo ha ganado. Tal vez sus personalidades son parecidas. 
- ¿A si? ¿Por qué piensas eso?- pregunte molesto.
- Por la hora que llegas.
- Que yo sepa el horario de entrada es a las ocho y  aún faltan cinco minutos.
- Era solo un decir, ¿Por qué tan enojado?- de verdad ya me esta colapsando la actitud de esta niña, lo peor es que no puedo ser como ella.
           
Tome asiento en un rincón de la oficina y me quede en silencio, no tenía más opción que escucharlos hablar de lo emocionante que era trabajar en el Hotel y de lo bien que se llevaran los dos con Anita. ¡Qué incomodo! ¿Por qué es tan desagradable esta mujer conmigo? Prefiero que me manden a otro lugar a quedarme con Isabella.

            A los minutos llega Anita, con un vestido bastante hermoso color negro y en medio tiene una huincha color fucsia. Lo que más me sorprende… ¡Sus zapatos! ¡Cómo puede caminar con un taco tan alto!

- Hola, Buenos días- dice alegremente.
- Buenos días- respondimos Isabella y yo al mismo tiempo, nos miramos muy serios a la cara.
- ¡Esto es mejor que reality!- susurra Diego
- ¿Qué?- preguntó Anita y todos nos quedamos en silencio
- Nada - dijo Diego dándose vuelta para empezar a trabajar en su computador.
- Chicos- Mientras se instalaba  en su escritorio, dejó su cartera encima, y continuó- solo puedo tener a uno de ustedes aquí por el poco espacio- la señorita perfección ya estaba instalada en aquel lugar, así que yo era el que estaba sin puesto de trabajo- Tengo que hablar con el señor Henríquez… - alguien golpeó la puerta. Hablando del rey de roma era Valentín, se veía tan guapo con su traje negro y su camisa celeste.
- Buenos días- nos dijo el
- Buenos días- respondimos Anita, Diego y yo como niños de colegio ante el profesor.
- Buenos días señor Henríquez- respondió Isabella después que todos, con un tono seductor. Yo la mire, ella no despegaba sus ojos de él. No puedo creer que sienta celos de ella. ¿Tantas ganas tiene de trabajar aquí, que es capaz de insinuarse ante el jefe? La sangre me hervía.
- Anita. Vine a primera hora para ver lo del lugar de trabajo, por la llamada que me hizo ayer. Dos practicantes y un solo escritorio- por eso lo llamaban cuando  estábamos en el restorán. ¡Mi episodio vergonzoso! que chistoso. Solté una pequeña risa al recordar mi caída. Isabella y Valentín me miraron.
- ¿Cómo lo podemos hacer?- le dijo Anita a jefe.
- Yo no tengo ningún problema en establecerme en el lugar que usted me diga- se acercó Isabella más a Valentín. Sus cuerpos quedaron a pocos centímetros de distancia ¡Está decidida a dejarme fuera de cualquier modo!
- ¿Y usted joven, esta dispuesto a trabajar en otro lugar que no sea aquí?- su pregunta me tomo por sorpresa, él clavo su mirada en mi. Sin embargo Isabella me miraba con odio. Su ameniza se vino a mi mente en ese momento.
- ¡Por supuesto! Si ustedes es por la comodidad de todos, puedo establecerme en otro lugar. Mis manos comenzaban a sudar.
- ¡Estupendo! Joven Daslav, acompáñeme, lo llevo a su escritorio- ¿Qué? ¿Yo? Tome mis cosas camine por la oficina para seguir a Valentín,  no pude evitar observar  la cara de Isabella, tenía su boca abierta. El mismo Gerente del Hotel me llevaría a mi escritorio, sentí la envidia, sentí el odio. En mi interior me sentía feliz, me sentía Victorioso. Daslav 1 – Isabella 0

lunes, 14 de septiembre de 2015

CAPITULO 8

Mi vida siempre ha sido monótona, mis días son absorbidos por libros, textos de estudios  o momentos para  escribir historias. En cuanto a las relaciones sociales, estas han pasado a un segundo plano… mejor dicho a un tercer o cuarto lugar. Conocer gente, no estaba en mis plantes y más aún, que un chico me invitara a comer. Esto solo sucedía en mis relatos, o en forma ficticia en mi mente, que se hiciera realidad era un posibilidad remota; casi nula.   

Viajar con él me ponía excesivamente nervioso, que me llevara al restorán era algo que ya me estaba por colapsar.

Estaciono el auto fuera de un edificio, de arquitectura antigua. Valentín se bajó. Me quede unos minutos en el interior, asimilando todo lo que sucedía. Aun no me lo creo. Él y yo comiendo juntos, ni en mis sueños me lo esperaba…. Escuche un golpe en la ventana.
-¿Vienes?- preguntó.
-Si- con un gesto de amabilidad y caballerosidad abrió la puerta.
-¡Este lugar te va a encantar!-dijo con emoción- Yo vengo siempre que tengo tiempo, ya sea solo o acompañado- ¿Solo? Como puede alguien acudir a un lugar a comer solo. Yo preferiría quedarme en casa o encargar algo por internet- ¡Let’s Go!

            A diferencia de la fachada del lugar, el interior era hermoso. Una gran pileta adornaba al entrada, en ella podías ver algunos peces de varios colores. La hostess nos recibió y llevó a una mesa que estaba en la terraza. Era tan amble,- no sé si es porque su trabajo realmente le fascina o por que le gustaba Valentín, bueno… ¿A quién no? La ornamentación de las meses mezclaba el color rojo y negro (una de las mejores combinaciones a mi juicio).  
-Tomen asiento- nos dijo la joven con una gran sonrisa. Si yo estuviera en su lugar me dolería la cara, no paró de sonreír desde que llegamos
- Muchas gracias- Valentín le respondió. Su personalidad es bastante coqueta, ahora entiendo porque ella no dejaba de llamar su atención. Nos pasó la carta.
- Enseguida viene el Camarero- se quedó unos segundo mirando a Valentín y luego se fue. La seguí con la mirada, y ella se dio vuelta. Me imagino que quería ver si él la miraba, pero no lo hizo. Tenía su mirada en la carta.
-¿Daslav? – Mi vista estaba quieta en el lugar por donde la joven se había retirado- ¿Sucede algo?
- No… nada. Solo estaba pensando.
- ¿Pensando?- frunció el ceño
- Si, pensando. ¿Esto está bien? Digo, de estar aquí comiendo juntos… ¿No te traerá problemas?- le pregunte.
- ¿Problemas? ¿Te incomoda estar aquí?
- ¿Puedes responder a mi pregunta?-dije serio
- No, para nada. ¿Por qué crees eso?
- Porque eres un joven bastante ocupado. Yo soy un practicante nuevo en el Hotel. Y no se… pienso que un gerente no debería estar haciendo esto.- respondí mirando el plato que había en la mesa.
- Como dije antes… no tengo problemas, no tenía nada más que hacer y es una invitación de futuros amigos que podemos ser - ¡Amigos! Estoy destinado a estar en la frienzone. En realidad… estaba de más pensar que iba a tener algo con Valentín. Se nota que no es como yo. Es una persona que amable, caballerosa, pero que sea gay… no. ¡Soy un estúpido!- ¿Qué vas a pedir?- me pregunto
- ¿Qué me sugieres?- le pregunte a Valentín. Diez segundos después apareció el camarero.
- ¿Qué desean ordenar?- Es algo de este lugar ¡Todos sonríen al máximo!
- Daslav ¿te parece si ordenamos Lomo a las brasas con panaché de verduras?
- ¡Me parece señor Henríquez!- sus ojos se quedaron mirándome. Fue inevitable no reírme.
- Tráiganos dos, por favor- le dijo al camarero.
- En un momento- se retiró.
- ¿Por qué señor Henríquez? Ya habíamos hablado de esto- su mirada se fijó en la mía. Sus ojos eran de color café claro, imposible dejar de verlos.
- Para no perder la costumbre, ¿Te imaginas que se me olvide y te diga Valentín en el trabajo? – comenzó a reír a carcajadas. Algunas personas se dieron vuelta. No pensé que fuera tan chistoso lo que dije.
- Daslav, no me importa si me llamas Valentín o Señor Henríquez. Si me dices Puto Jefe tampoco… bueno no me llames “puto jefe”- Ahora yo era el que se reía.- Cuéntame de ti, quiero conocerte. Vas a trabajar conmigo así que debo saber más cosas acerca de mi personal- El camarero nos sirvió vino. Mmm Vino
- ¿Quiere decir que a todos tus nuevos funcionarios los llevas a comer? – ¡Jacque!
- Solo a los que me caen bien- respondió. Su teléfono sonó.
- Vuelvo en un instante- Se levantó y camino en dirección a los baños.
            El camarero termino de servir el vino y se retiró. Desde mi asiento podía ver a Valentín hablando por su celular. Había poca gente. Al cabo de unos cinco minutos Valentín se sentó
-¿Todo bien? – le pregunté
- Si, tranquilo. Nada que no se pueda resolver. ¿Y? Aun no me respondes mi pregunta. Quiero saber de ti- dijo
- Valentín, debes preguntarme algo en específico. Me es difícil hablar a grandes rasgos de mi- respondí, sin despegar mis ojos de los suyos.
- Vale. Daslav ¿Estas pololeando?- Su mirada era seria.
- No- me quede callado unos segundos, el seguía sin soltar su mirada de la mía.
- Ah bien. Me parece, las mujeres son muy problemáticas. ¡Más encima a tu edad!
- ¡Por eso no me gustan!- le dije - Me disculpas debo ir al baño.
            Me paro de la silla y en un par de segundos mi cuerpo choca con el camarero, cayéndome todo encima, los dos platos que nos traían. Quede de espaldas al suelo. Los nervios me traicionaron y no paraba de reír. ¡Qué vergüenza! ¿¡Porque hoy!?

Valentín me ayudo a levantarme. Mi ropa estaba toda manchada y la comida desparramada por todo el suelo.
-Lo siento- Le dije al camarero, que me miraba con rabia. Las pocas personas que estaban comiendo se reían de mí. Valentín me miraba. Corrí al baño
           
            Siempre me ocurren situaciones estúpidas, siempre he sido el imán de la mala suerte, pero el único día que no necesito que me pasen estas cosas ¡Me pasan! Me mire en el espejo y tenía comida hasta en el pelo. Tome algunas toallas de papel y me limpie, lave mis manos y mi cara. ¡La invitación que me hacen en mucho tiempo y lo arruino de esta manera! Entre en un cubículo y me senté en el sanitario. Oí la puerta, alguien entro.
-¿Daslav?- la voz de Valentín me llamaba.
- Aquí- respondí. Me sentía triste y avergonzado.
- ¿Estas bien?- dio un pequeño golpe en mi puerta
- Sí. Todo sucio y avergonzado pero bien.- Mi cara estaba roja, me ardían las orejas. Él estaba sonriendo. – No es gracioso
- Tú no parabas de reír afuera, no me pidas que no lo haga. Igual es una situación cómica. ¿O no?- paro de reír, al ver mi cara seria.- Tranquilo. Vamos a casa. He pagado la comida.
- Disculpa.  Mi estupidez es algo que no puedo evitar.
- Son cosas que pasan

            Salimos del restorán. La gente mi miraba en el exterior. Valentín un hombre con traje formal y yo, un mamarracho.
-Valentín, me voy a ir solo. Ya has pasado muchas vergüenzas para que me lleves a casa.
- ¿Me lo dices en serio? No voy a dejar que te vayas así
- Si, ya has hecho lo suficiente por mí. Estamos relativamente cerca de mi casa así que no te preocupes.
- ¡Daslav, no!
- Señor Henríquez, por favor. Le pido que me deje ir solo a casa- ya estaba comenzando por enfadarme. Quería estar solo. Me sentía avergonzado y no me agradaba la idea de tener que ir con él a casa.
- Este bien, Daslav. Nos vemos mañana. Descansa
- Usted igual- le di la mano y la estrecho.
           

Camine por unas cuadras. Algunas personas me miraban y reían. No me importaba que pensaran de mí. Me han pasado tantas cosas extrañas en mi vida que un poco de comida en la ropa es lo mínimo. Como dijo Valentín “Son cosas que pasan”. Lo que me queda pensar es que mañana empiezo con esta práctica…  ¡debo ser mejor que Isabella!

viernes, 21 de agosto de 2015

CAPITULO 7

     Siempre me enseñaron que no debía conversar con extraños y menos subirme a un auto de algún desconocido. Mi madre o cualquiera de mis amigos que me hubiese visto en ese momento estaría enojado conmigo, pero este es otro caso. Valentín no era un desconocido. Él ya sabía dónde vivía, como me llamaba y que es lo que hago. Si le sumamos que yo sé a lo que se dedica, y más aún que desde mañana será mi jefe, no veo donde está la desconfianza.

    Su auto era un Hyuandai Veloster negro, ventanas polarizadas, había un leve olor a chocolate en su interior. Debo admitir que se veía tan atractivo conduciendo, era el mejor regreso a casa.

   Desde el Hotel a donde yo vivo, son alrededor de 45 minutos en auto, eso nos daba tiempo para hablar. Me subí, sentía nervios, además que tenía muchas preguntas en mi cabeza:

- ¿Cómo estás?- preguntó el para romper el silencio
- Emm muy bien. ¿Y usted señor Henríquez?- una sonrisa pude divisar en su cara.
- Muy Bien... Qué pequeño es este mundo ¿No crees?
- Bastante pequeño- mis nervios estaban a full, si no fuera por el movimiento del auto, Valentín se hubiese dado cuanta de mi estado
- Jajaja me da alegría que trabajes conmigo, pero tengo una duda: al verme ¿Por qué no levantaste la mano de inmediato?- hubo un silencio de varios segundos antes de responder. No pensé que me haría esa pregunta. Los nervios se multiplicaron
- No lo se, estaba pensando muchas cosas en ese momento- respondí. Nos detenemos en un semáforo en luz roja. Valentín voltea su cara para observarme, yo mantengo mi vista en las luces. Nunca me ha gustado que me miren a la cara sin decirme algo, en esta situación los nervios no se me irían.
- ¿En que pensabas?- pone en macha el auto y mira al frente.
- Pensaba en lo pequeño que es el mundo- él vuelve a sonreír. Cada vez que lo hace me encanta, es algo que me gusta y esperaba que hiciera.
- Bastante pequeño- imita mi respuesta, yo suelto una carcajada- ¡Eso me gusta! Que te rías, así dejas de estar nervioso. Además ya nos conocemos- ¡Maldición! Se ha dado cuenta de lo nervioso que estoy, con cada palabra que dice mas me gusta. Me quedo en silencio por unos minutos.
- ¿Qué pensó cuando me vio Señor Henríquez?-pregunté.
- Pero dejemos el formalismo de lado- respondió riéndose.
- Usted será mi jefe, le debo el respeto- lo miró a la cara, el me mira mientras se detiene el auto en un nuevo semáforo en rojo.
- Vamos a hacer algo, cuando estemos fuera del trabajo, me tratarás de tú. Dejemos lo formal para el Hotel. ¿Entendido?
- Me parece bien- asiento con mi cabeza- No has respondido a mi pregunta… Valentín.
- ¡Así me gusta!- con una gran sonrisa. Rápidamente giro mi cabeza para mirar hacia la ventana. Él pone en marcha nuevamente el auto.- Respondiendo a tu pregunta. Nunca me imaginé encontrarte aquí, al verte me sentí muy bien. Mi deseo era que te quedaras, por eso hice la pregunta, para poder demostrar lo agradecido que estaba de que me devolvieras el pendrive. No levantaste la mano y quería que lo hicieras – Tomó aire y continuó – Luego esa chica levanta la mano. Entonces paso por mi mente darte otra oportunidad y bueno ambos sabemos lo que sucedió.
- Gracias- dije mirando el suelo del auto- No tenías por qué hacer esto. Lo del pendrive fue algo que debería hacer todo el mundo.- puso en marcha nuevamente el auto.
- Pero todo el mundo no lo hace- me responde y un silencio se produce.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?- nuestras miradas se conectaron y afirmó con su cabeza- ¿Por qué viajabas en autobús aquella noche?
- ¡Uff!… ¡Ese día fue terrible! La mala suerte se apoderó de mí. Cuando salí de casa esa mañana; dos neumáticos de mi auto estaban pinchados y no tenía tiempo para cambiarlos. Tome un taxi en dirección al Hotel. En la tarde vi que venía el autobús y subí- respondió sin quitar sus ojos de mí. Dos cosas me ponían nervioso en ese momento: que me miraba detenidamente y la otra que no prestara atención al camino.
- Ahh, entiendo.   Lo primero que me pregunte cuando te presentaron como gerente del Hotel fue hacías en un autobús- ¡Benditos semáforos en rojo!
- No siempre he tenido auto, antes también usaba ese transporte- contestó riéndose. Estábamos a veinte minutos de mi casa estacionados en uno de los semáforos, esperando que cambiara la luz- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Mmm tal vez salir a andar en bicicleta- respondí
- Tus planes han cambiado, pues te invito a comer y lo que menos espero es un no de respuesta. Lo observé y no podía creer que me estuviera invitando. Mis manos sudaban.
- Pero me imagino que una persona como tú está muy ocupada, no creo que tengas tiempo para comer con un desconocido- le dije desviando la mirada al semáforo nuevamente.
- Punto uno: no eres un desconocido, punto dos: si te invito es porque puedo y punto tres: repito, lo que menos quiero es un no por respuesta. ¡Conozco un lugar que te encantara!

    Puso en marcha el auto y giro en dirección contraria a mi casa.