domingo, 27 de diciembre de 2015

CAPITULO 25


Su mano se detuvo unos minutos a dar caricias sobre mi pene. Lentamente me fui excitando. ¿Su turno? ¿Se habrá referido a lo que hicimos en la oficina? Me quitó mi abrigo y mi chaleco. Quede solo con mi camisa. A esas alturas el frío era un tema que ya no importaba. Él hizo lo mismo con sus prendas, para hacer la situación más cómoda.

- Me gustas- dije a Valentín entre algunos jadeos mientras el besaba mi cuello. Se apartó para mirarme.
- También me gustas.
- No digas también. Es como si te sintieras obligado a decirlo.- Levantó una ceja.
- Me gustas Daslav. –Sonrío-¿Así está bien?
- Muy bien- lo besé.

Cada caricia era una carga de electricidad que recorría cada centímetro de mi cuerpo. Valentín estaba controlando todo en un grado que me sorprendía. Tanto tiempo imagine que iba a estar en esta situación. Y lo mejor de todo, eran que mis sentimientos eran correspondidos. Uno a uno fui desabrochando los botones de su camisa. Quería observar en todo su esplendor al hombre que día a día movía mi mundo. Lleve mis manos a su pecho para acariciarlo. Sus vellos hacían cosquillas. Llegue a sus hombres y deje su torso desnudo.

Valentín no era musculoso cono León, pero su cuerpo me gustaba. Sin embargo lo que me llamo la atención fue ver dos tatuajes. El primero era el dibujo de un sol con un gran D en su hombro derecho. Y el segundo se encontraba en su bíceps izquierdo, una frase en inglés:

“LIVE THE GOLDEN RULE”

- No me habías dicho que tenías tatuajes- dije pasando mis dedos por las líneas marcadas en su piel.
- No lo encontré relevante. – Tenía razón. Si yo tuviera uno no andaría diciendo “mira mi tatuaje” a todos.
- ¿Tienen algún significado? O ¿Simplemente te gustan?
- Este- señalo su hombro- Es por Diana. A ella le gustaba el verano, a diferencia de mi madre.- ¡Y a mí!- decía que el sol la llenaba de energías y era verdad. Siempre andaba feliz por la casa cantando. Era una mujer sorprendente.
- Me hubiese gustado conocerla- dije.
- Se hubiesen llevado bien. Este- Señalo la frase- significa “Vive la regla de oro”.
- Trata a los demás como quieres que te traten- dije.
- La ubicas.- abrió sus ojos.
- ¡Muy conocida! Y tú… ¿Vives la regla de oro?
- La recuerdo todos los días.  Hasta ahora intento vivirla.- Sonrío
- Me gustan los chicos con tatuajes- cerré mis ojos al decir esa frase tal como le gusta a él, luego los abrí.
- ¿Sí?- levanto una ceja. Es tan atractivo cuando lo hace.
- Sí. De hecho yo me quiero hacer uno.  Espero que luego.
- ¿Y qué será?-  acerco sus labios a los míos.
- ¡Una Sorpresa!- nos besamos.

            Sus manos desabrocharon mi camisa y rápidamente mi pantalón voló. Mi bóxer negro era lo único que contenía mi erección. Su mano se posó sobre mi miembro y lo apretó delicadamente. Un gemido de placer salió de mi boca.

-¿Te gusta?- dijo y yo asentí.
- Dímelo.- Esto se parece a lo que paso en la oficina.
- Si, me gusta.- se acomodó colocando su boca sobre mi pene. Solo una tela me separaba de él. Pasaba su labios por sobre mi bóxer. Mi cuerpo se arqueaba de placer.
- Valentín quiero…- Me daba vergüenza pedirle que me lo “chupara”.
- ¿Qué quieres?- desde abajo me miraba.
- Tú sabes que- mi cara se puso roja.
- Daslav, ya hablamos de sentir vergüenza y del nerviosismo. - ¿Por qué me pongo así con él?- Ahora dime ¿Qué es lo que quieres?- Cerré mis ojos para no verlo- ¡Hey! Mírame.
- Quiero que me lo chupes- ¡Por qué hay que decir las cosas! Me sonrió y bajo nuevamente. Quito mi bóxer dejando mi erección expuesta. Lo tomo con su mano y comenzó a masajear. ¡Placer máximo! Coloco sus labios en la punta y comenzó a succionar. Se ayudaba con su mano.

            Estuvo así por varios minutos. Me gustaba lo que me hacía sentir. Mi cuerpo temblaba de placer. Nunca imagine tener a Valentín de esta forma, bueno… si, pero pasar de la fantasía a la realidad es algo distinto. Valentín se manejaba haciendo esto. Con su otra mano acariciaba mis testículos. ¡Fantástico! Los apretaba suavemente.

- ¡Valentín, para voy a acabar!- dije entre gemidos fuertes. No se detuvo.- ¡Me voy!- saco mi pene de su boca y comenzó a masturbar más rápido hasta llegar a mi clímax. Acabe en mi pecho. Sentía como cada parte de mi cuerpo deseaba gritar, desahogarse por lo que me había hecho.
- ¿Te gustó?- dijo mientras se acomodaba al lado mío.
- Demasiado.- lo abracé y  hundí mi cabeza en su pecho. Sus vellos hacían cosquillas en mi cara.
- Muy bien cariño- Me cuesta acostumbrarme a esa palabra. Su sonrisa era verdadera. Mi cuerpo estaba exhausto, pero seguía con ganas de seguir explorando el de Valentín. Lo bese y con la yema de mis dedos lo tocaba.  Llegué hasta su ombligo y desbroche su pantalón. Fui directo a lo que quería. Lo baje junto con su bóxer al mismo tiempo. Podía ver su pene, tenía buen tamaño y estaba completamente duro.

            Valentín estaba desnudo. Su cuerpo ni se comparaba a lo que me imaginaba. Era mucho mejor a todos esos pensamientos. Era obvio lo que iba a ocurrir ahora. Los nervios se negaban a retirarse. Mi cuerpo estaba temblando como si fuera la primera vez. El recuerdo de haber estado con León vino a mi mente. -¡Daslav! No es tiempo de acordarte de él. Disfruta lo que tienes frente a ti- dijo la vocecita en mi cabeza, pero entre decirlo y hacerlo, hacerlo estaba costando mucho. Cerré mis ojos para concentrarme.

- ¿Estas bien?- dijo Valentín. ¿Todo bien? Diría León. ¡SACALO DE TU MENTE!
- Sí.- Mi cuerpo temblaba aún más rápido.
- Tranquilo cariño- se acostó sobre mí. Su pene estaba junto al mío. Su cuerpo cálido me envolvía. La excitación y el deseo se apoderaban de mi cuerpo nuevamente. Era una sensación agradable. Increíblemente cada vez que me besaba me sentía mejor. Tranquilo y sin tantos nervios. Cambiamos de posición sobre la cama. Él quedo abajo y yo arriba. Estaba deseoso de probar su cuerpo. Lo besé desde su cuello, pasando por su pecho, ombligo y me detuve en su pene. Lo mire, Valentín levantó su ceja y luego cerré mis ojos metiendo su erección dentro de mi boca. Escuchaba sus gemidos de placer. 

            De vez en cuando abría los ojos y me encontraba con su rostro mirándome, o con la cabeza hacía atrás. Me fascinaba darle placer al hombre que cada día estaba conquistando mi corazón.

-¡Mierda! Das no pares. ¡Lo haces muy bien!- dijo entre gemidos.- ¡Así! ¡No pares! Movía sus caderas buscando más profundidad en mi boca. Las lágrimas se iban juntando en mis ojos. Lo saqué de mi boca y Valentín se acomodó para besarme.
Luego me acostó en la orilla de la cama y levanto mis piernas. Se agacho y paso su lengua por mi ano. Su barba hacía cosquillas en mí. Comencé a reír a carcajadas Era un sentimiento raro que se mezclaba con la excitación del momento.

            Valentín se detuvo, fue a su pantalón y saco un paquetito metálico.

- Siempre hay que tener uno- dijo mientras lo abría. Yo también tenía uno en mi bolso. Para que andar con rodeos si ya sabias lo que podía pasar. Le devolví una sonrisa que tanto le gusta. Se lo coloco y se puso un poco de lubricante.- ¿Seguro?- Asentí. Esta vez no me pidió que lo dijera y me alegro no tener que decir en voz alta que sí.

            Se colocó mis piernas en sus hombros y lentamente empezó a penetrar. Trate de relajarme, moví mi cabeza hacia atrás para que no viera mi expresión de dolor. Valentín movió mis piernas hasta sus costados y con su pene dentro de mi acerco su cuerpo y me beso.

- ¿Te duele mucho?- preguntó.
- Si, pero me iré acostumbrando- Lo miré y me sonrío.
- Si es mucho me dices y no continuamos.
- Ya te dije que puedo soportarlo.- Levante mi ceja- Hay cosas que tengo que controlar yo.

            Los movimientos fueron aumentando su velocidad. El dolor se convertía en placer. Me gustaba ver la cara de excitación de Valentín. Él no dejaba de mirarme a los ojos y de sonreír. Me hacía feliz estar con él, verlo y tenerlo conmigo. Seguimos así por bastante tiempo. Valentín me llevaba una vez más al máximo placer que podía sentir. Y por los gestos de su cara, veía que disfrutaba igual que yo. Un rugido de su parte me hizo saber que había llegado al éxtasis final. Lentamente salió de mi interior, saco el condón y lo arrojó al suelo. Se acomodó al lado mío. Me abrazó y me cubrió con el cobertor. Su cuerpo era una mezcla de sudor y perfume.

- Te quiero- ¿Realmente dije eso? Si realmente lo dijiste dijo la voz en mi cabeza y porque lo sientes.
- Cariño, te quiero- Levantó su barbilla para besarme- Esto no un juego para mí- su expresión se volvió sería.- ¿Quieres pololear conmigo?- Mis ojos se abrieron al máximo. ¿Pololear?- Tal vez pienses que esto va muy rápido, pero…
- Si quiero- ¡Te pasarías de tonto si no aceptabas! Valentín sonrío. Mi corazón saltaba de emoción.

            Seguimos abrazados en silencio. Me hundí nuevamente en su pecho. Yo asimilaba lo que me había propuesto Valentín. En un principio me conformaba con tan solo verlo a diario, ahora sus besos y caricias era una adicción, sin embargo ya sentía la necesidad de tenerlo siempre.

- Hoy nos quedaremos aquí. No quiero romper este momento con el ajetreo de tener que irnos- dijo Valentín.
- ¡Pero mañana hay que trabajar!- me acomodé para mirarlo mejor.
- Lo sé, pero soy el jefe y tú eres el pololo del jefe.- sonrió y levanto una ceja- Eso viene con beneficios especiales.
- No quiero beneficios. Solo te quiero a ti.
- Tranquilo. Mañana nos iremos temprano.-  Me levante para  buscar mi teléfono.
- Debo avisarle a madre- la habitación estaba helada. Así que regrese rápidamente a la cama- Si no, ya sabes que se preocupará
- Muy bien.

            Le mande un mensaje por WhatsApp. Era la forma más rápida para hablar con ella. Muchas veces estaba en reuniones donde no podía responder, pero por este medio siempre estaba disponible.

Daslav:
Mama. Valentín me llevo de paseo a Viña, pero se nos hizo tarde así que nos quedaremos en su casa.

            Pasados unos segundos respondió.

AA Mamá:
Bueno, con mucho cuidado. Te amo.

Daslav:
Te amo.

- ¿Qué significa AA Mamá?- No me había percatado que me observaba mientras escribía.
- Avisar a mamá. Lo escuche de parte de un carabinero. Cuando te pasa algo y no puedes dar la información por tu parte. Ellos llaman a un contacto, y es más fácil buscarlo en el teléfono en ese momento de urgencia.
- ¡Wow! Nunca lo pensé.- Me beso la mejilla- es buena idea. ¡Ya!- Se acomodó más a mi lado –Hace mucho sueño. A dormir.

            Eran las doce y media. Antes de dormir coloque la alarma para no pasar de largo al otro día. En los brazos de Valentín me quede dormido.


Valentín me dejo en mi casa para que me cambiara ropa. Insistió demasiado en pasarme a buscar de vuelta para ir al Hotel, pero no acepté. No estaba preparado para que me vieran llegar con él. No me importaba lo que los demás pensarán, pero el problema era yo. No me hacía la idea aun de que estuviera “pololeando” con alguien. Que ese alguien fuera Valentín me daba mucha felicidad pero todo lo que conlleva un pololeo de solo pensarlo me atemorizaba. Había visto muchas parejas juntas, y yo deseaba en este tiempo poder estar como ellos, pero ahora que esto se venía mis inseguridades se hacían presente- ¿Podrías dejar de pensar tanto e dejarte llevar?- La voz en mi cabeza tenía razón. Le estoy dando muchas vueltas.- ¡Esta  bien!- dije fuete.

            Después del show del ascensor me prometí que no entraría nuevamente a uno solo. Y si no llegaba alguien que me acompañara, subiría las escalares. Antes de ir donde Valentín pase donde Anita, para saludarla. Ella estaba sentada en su escritorio aplicándose un poco de maquillaje en el rostro para evitar que vieran su cansancio.

- ¿Cómo está?-dije animándola.
- Ya te dije que no me trates de usted- sonrió, y luego se aplicó un poco de rubor en las mejillas.
- ¿Cómo estás Anita?
- Muy bien Das. ¿Paso el susto?- Por fin había terminado de arreglarse.
- Sí. Estoy más tranquilo, pero no me subo a un ascensor solo nunca más.- Diego entro en la oficina.
- Hola- Salude con una sonrisa.
- Hola Daslav-
- ¿Estas mejor Diego?- Preguntó Anita.
- Si, un poco cansado, pero bien.
- Genial-dije. Diego me miro con cara extraña. Yo estaba intentando llevarme bien con  él. Su mala actitud hacía mi era influencia de Isabella…. Hablando de ella
- Buenos días personal-detuvo su mirada en mí.- y Daslav ¿A dónde fuiste con Valentín ayer?- Diego me miró impresionado- Diego, ni te imaginas la sorpresa que nos tenía el jefe con este mar… Daslav- Cerré mis puños. Si ella no fuera mujer ya le hubiese plantado el feroz combo en la cara.
- Isabella te estás pasando- dijo Anita.
- Pero si no he dicho nada malo.- Se acercó a Diego- Para que tengas cuidado, Daslav podría estar mirándote al jugo.- Daslav, cuenta hasta diez… uno, dos, tres, cuatro, cinco….- Ah pero no puede porque se está “comiendo al jefe”- seis, siete , ocho, nueve…
- ¿Algún problema con eso?- dijo Diego- ¿Qué? ¿Diego enfrentándose a Isabella?
- No deberíamos juntarnos con gente así- ¡DIEZ!
- Isa, punto uno: Tú trabajas para gente como él. Punto dos: ¡No puedo creer  lo homofóbica que eres! y punto tres: ¡Yo soy gay!- Los ojos de Isabella se abrieron. ¿No lo sabía? Pero, si se notaba.
- ¡Diego! Creía que éramos amigos- Me acorde de una frase que dijo Diego cuando llegamos “esto está mejor que reality”
- ¡Yo pensé lo mismo!- Anita y yo nos manteníamos al margen de la situación.
- ¡No puedes ser gay! Me hubiese dado cuenta.
- Estas tan pendientes de ti que no te importa lo que los demás sientan- Diego estaba llorando.
- ¡Este Hotel está lleno de maricones!- Isabella se llevaba las manos a la cabeza. Estaba impactada.
- ¡Para! Estas siendo demasiado hiriente. Mira como esta Diego- Intervine.
- ¡Tú no me hables!- Me señalo con rabia.
- Isabella ya me has hecho suficiente. No te tengo miedo- Pero no voy a aceptar tu trato así con los demás- Diego Salió corriendo de la oficina. Pude ver el dolor en su mirada.
- Deberían darte un premio- empecé a aplaudir- Tienes la maestría en como herir a la gente.- Salí detrás de Diego.

            Tal vez quería estar solo, yo lo hubiese preferido, pero puede ser que Diego no fuera como yo.  Lo perdí de vista. Llegué donde Leandro.

-¡Das!- ¿Cómo estás?
- Bien y ¿Tú?
- Excelente. Tengo mucho que contarte acerca de mi noche con Alejandra.- ¡Su cita! Lo olvide completamente. Que mal amigo soy.- ¡Genial! Oye, pero antes ¿Viste pasar a Diego?
- Sí, salió al exterior. ¿Qué pasó?
- Te lo explico luego.

            Igual me preocupaba el estado en el cual estaba Diego. Más si consideraba a Isabella de amiga y que te hiciera ese show frente a los demás. De verdad espero que recapacite y se fije bien en las personas que confía.

El Frío en el exterior era insoportable, automáticamente me congele. Era uno de los días más gélidos de este invierno. Yo había dejado toda mi ropa de abrigo en la oficina. Mire a mi alrededor y ahí estaba Diego, pero no estaba solo. Recibía un abrazo de… ¿León?

No veía a León desde la fiesta en casa Valentín. Recuerdos e historias se venían a mi mente. Nuestra noche de sexo, el puñetazo a Valentín, Diana y ahora Diego. Aunque no sabía si hacía bien, me acerqué a ambos. León al verme se separó rápidamente de Diego.

- ¿Estas bien?- mire a Diego que se limpiaba la lágrimas con las manos.
- Sí. Gracias por tu preocupación Daslav
- Dime Das.
- Gracias Das.- sonrío. Era un chico lindo, pero siempre era opacado por Isabella.
- León. ¿Cómo estás?- Lo mire. Estaba asombrado por como hablaba con Diego. Siempre pensó que nos odiábamos.
- Emmm bien.- hubo un silencio incómodo.
- ¿Entremos? Hace frío.- dije. Mis manos tiritaban.
- Sí, claro.- Caminamos, pero León no nos siguió
- ¿No vienes?- le preguntó Diego. Mi sexto sentido me dice que algo pasa entre ellos. ¿Y que hace aquí si los martes son sus días libres?
- Voy a fumar un cigarro y voy.
- Me convidas uno- dijo Diego. Y se devolvió hacía él.

Seguí caminado sin darme vuelta. ¿León y diego juntos? ¿Desde cuándo?

            Regrese con Leandro.
- León está afuera- le dije- consolando a Diego.
- ¿Un martes? Pero si es su día libre…. ¿Con Diego?- Me miro y frunció el ceño- ¿Celos?
- ¡No!- Puse los ojos en blanco- ¿Almorzamos juntos?
- Por supuesto. ¡Tienes mucho que contar!

Me alegre de no trabajar junto a Isabella, pero igual sentía pena por Diego. Si ya me hacía sentir incomodo estando a varios pisos lejos de ella, para él debe serlo aún más.

            Esperé a Valentín, pero no llego a la oficina. ¿Le habrá pasado algo? Lo llame y su teléfono estaba apagado. No insistí. Al rato recibí  un correo electrónico:

Martes 19 de Junio del 2014 a las 10:02
De: valentin.henriquez@hgp.cl
Para: daslav.evans@hgp.cl
Asunto: Buenos días

Cariño. ¿Cómo estás? Tuve un pequeño accidente con el celular. Así que por eso te escribo por acá. Estoy en una reunión con los abogados. ¿Almorzamos juntos?

Te quiere.

Tu pololo.
           
            Usar palabras lindas era algo que me iba a costar estando en “una relación”. Respondí:


Martes 19 de Junio del 2014 a las 10:10
De: daslav.evans@hgp.cl
Para: valentin.henriquez@hgp.cl
Asunto: Buenos días 

Ya echaba de menos tu control aquí. ¿Qué le hiciste al pobre teléfono? Almorzaré con Leandro, pero si quieres podemos hacer algo más tarde.

Te quiero

            ¿A eso le llamas usar palabras lindas? Me dijo la voz en mi cabeza. Espere unos minutos para ver si llegaba respuesta de Valentín.


Martes 19 de Junio del 2014 a las 10:17
De: valentin.henriquez@hgp.cl
Para: daslav.evans@hgp.cl
Asunto: Buenos días

Si no supiera que Leandro es tu mejor amigo, me pondría celoso. Nos vemos más tarde.

Besos.


            Ya me imaginaba a Valentín teniendo celos de Leandro.

            Había mucho que aprender y practicar en cuanto a relaciones. Me gustaría ser más expresivo como Leandro, más extrovertido más…. El golpe de la puerta me distrajo.

- Das, estos documentos te envía Anita- Diego traía dos carpetas.
- ¿Mejor de ánimos?- le pregunté.
- Hay que hacérselos- su cara demostraba lo contrario.- ¿Estás muy ocupado? Necesito que hablemos de León.


jueves, 24 de diciembre de 2015

CAPITULO 24


-¡AYUDA! ¡NO PUEDO SALIR!- Grite muy fuerte y varias veces, pero nadie llego. No sabía que pasaba a fuera ni cuantos grados tuvo el temblor.

            Las horas pasaban y pasaban. La oscuridad me envolvía. Estaba aterrado. Varias veces más grité pero nadie llegó a auxiliarme. Trate de calmarme, pero era muy difícil hacerlo. Cerraba mis ojos y al abrirlos intentaba despertar de esta pesadilla, pero no podía ver ni las palmas de mis manos en las sombras del ascensor. Me senté en el piso a esperar.

            Intente recordar el poema que Valentín me recitó. Nadie sabe que estoy aquí. ¡Qué manera de empezar este lunes!

-Daslav, Podría ser mucho peor- Me pregunte a mí mismo en voz alta. Me sentí estúpido hablando solo, pero nadie me escuchaba y quien sabe cuántas horas más estaré atrapado aquí. En un grado mínimo, esto era reconfortante- Imagínate podrías estar con Isabella atrapado.- Me reí a grandes carcajadas, era víctima de la ansiedad por salir.

            A pesar de la oscuridad y el silencio, me quede tranquilo. Me acordaba de lo que le hice a Valentín en la oficina, y lo que podríamos estar haciendo ahora, pero aquí estoy hablando conmigo mismo en un ascensor. A oscuras busque una de las esquinas del elevador para poder apoyarme y sentirme un poco más protegido. Al cabo de unos minutos me quede dormido.

            En mi sueño todo seguía muy oscuro, pero sentía que el ascensor se movía lentamente hacia abajo, pero iba aumentando su velocidad rápidamente. Las luces de los botones se encendían y se apagaban. La música de fondo se escuchaba, pero solo era el sonido de la interferencia, como el sonido de la televisión cuando la señal del canal se ha acabado. La caída veloz del elevador me estaba asustando. Mi corazón se aceleraba aún más con todo el movimiento. Las luces se encendieron, el piso se volvió transparente y podía ver el fondo. Mi momento había llegado. Con la velocidad mi cuerpo se elevaba. Estaba a punto de llegar al fondo…

-Daslav ¡Hey Das!- Un susurro en mi oído me despertó. Lentamente abrí los ojos pero la luz encandilaba y tuve que cerrarlos nuevamente. – Tranquilo cariño ya paso- ¿Cariño? ¿Valentín?

            Mi corazón latía muy fuerte, aun con mis ojos cerrados lleve mi mano derecha a mi corazón. Creía que si colocándola ahí se iba a calmar más rápido. La pesadilla era muy real, había visto mi muerte. Abrí lentamente los ojos y lo vi. Su cara de preocupación daba lugar  a su sonrisa. Mis ojos se llenaron de lágrimas y lo abracé. Esa cercanía, ese abrazo me dio la seguridad que necesitaba después de tan aterradora experiencia. Llevaba mucho tiempo reprimiendo el modo de desahogarme, con toda esta emoción, lloré.

            Las lágrimas brotaban como si hubiesen estado resistiéndose por años a salir. La última vez que lo hice fue para el funeral de mi padre, pero esta vez me deje llevar. Valentín me abrazo fuertemente y yo no quería soltarlo.  Me ayudo a levantarme y caminamos hasta una de las sillas que había en el pasillo. Había otras personas, supuse que eran los de mantención. Mis lágrimas aun salían, pero estaba más calmado. Me daba vergüenza que me viera llorar. Odiaba sentirme vulnerable frente a los demás. Siempre he intentado mantenerme fuerte a todas las situaciones, aunque por dentro estuviera hecho pedazos. Valentín se arrodillo frente a mí, llevo sus manos a mi cara y levanto mi cabeza para que pudiera verlo directamente.

- Ya paso todo. Tranquilo.- beso mi frente.
- ¿Qué hora es?- pregunte desorientado. Valentín miro su reloj.
- Son las tres de la mañana.- ¿Cómo nadie me encontró antes?
- Perdí la noción del tiempo ahí dentro. ¿Cómo supiste que estaba ahí?
- Te llame varias veces y me estaba preocupando. Te fui a ver a la casa y no salió nadie.- Tomo aire- Después del temblor mi reunión se canceló. Yo no estaba en el Hotel, me imagine cualquier cosa.
- Se me había quedado el teléfono.- dije. Me enderece en la silla. Me dolía la espalda. No es recomendable dormir en el suelo de un ascensor, mucho menos tener una pesadilla dentro.
- Seguí insistiendo con tú móvil, pero nada. Así que vine alrededor de las doce a buscar el número de Leandro en los datos del personal de Hotel. Tal vez él sabía algo de tu paradero.- ¿Están los datos de todos en el sistema? Me sentía realmente cansado ahora. Bostecé. – Escuche un sonido extraño, como de un teléfono descargándose. Y lo vi en tu escritorio. Baje a donde los guardias para preguntar si te habían visto. Me dijeron que vieron entrar a alguien en el ascensor pero no sabían quién era. Así que llamamos a los técnicos de urgencia. Tenía todas las esperanzas de que fueras tú el que estaba adentro.
- ¡Wow! De verdad estabas desesperado buscándome
- Daslav ¡Cómo no iba a estarlo! Los técnicos no podían abrir el ascensor, el corte de luz quemo unos cables y había que reemplazarlos antes. Luego pudieron abrir y ahí estabas tú, acurrucado en el suelo.- Acaricio mi rostro- Te veías tan tierno ahí.
- ¿Tierno?- Las imágenes de mi pesadilla volvían a mi mente-¡Fue la peor experiencia de mi vida!
- Vamos a dejar eso en el pasado ¿Ya?- Asentí.- Te iré a dejar a casa. Tú madre estaba muy preocupada.- ¡Mi madre!

            Mi celular estaba completamente descargado. Valentín llamó a mi madre para decirle que ya íbamos en camino. Imagino que cuando fue a buscarme a casa ella debe haberlo dado su número. La música era relajante, pero mi cuerpo me dolía bastante por haber dormido en el suelo.

- Debo avisarle a Leandro que estoy bien. Debe estar preocupado igual que mi madre.- dije mientras acomodaba el asiento para poder acomodarme mejor.
- Cariño, yo le aviso luego- Es raro que me diga cariño a cada rato.

            Llegamos a casa y mi madre corrió a abrazarme. Aunque fueron solo algunas horas de ausencia, fue como si no me hubiese visto en años. El temor de perderme se reflejaba en su mirada.

- ¡No vuelvas a olvidar tu teléfono!- me retó.
- ¡Mamá! No me rete en frente de mi jefe- Abrió sus ojos impactada por lo que le había dicho y luego dirigió su vista a Valentín.
- ¿Es su jefe?- preguntó olvidándose de mí.
- Emmm un poco.- Lo mire ya que había imitado mis palabras.- Per tranquila rételo todo lo que pueda.- Cerro uno de sus ojos y sonrío.
- Pase, no se quede allá a fuera. Esta helando. ¿Le ofrezco un café?- Se veía nerviosa.
- No se preocupe Sra. Carmen. Ya es tarde o muy temprano… Hay que trabajar.- Se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.-
- Buenas noches joven… Señor….  ¡Usted!- Madres, siempre te hacen pasar vergüenzas.- Buenas noches.- Se dio vuelta hacía mi- Hijo éntrese luego que hace frío.
- Si mamá.- Se metió a la casa diciendo en voz alta “Es su jefe”.
- Tu madre es muy simpática- Me dijo Valentín acercándose a mí.
- Un poco- dije. Me tomo las manos. Estaba caliente.
- ¡Estas Helado!- Llevo mis manos a su boca y soplo con su aliento para que entrará en calor.- No vayas al Hotel más rato. Tienes el día libre.
- Debo ir. Tengo mucho pendiente que hacer-  Beso mis nudillos. Si sigue haciendo eso, definitivamente terminaré enamorado de él.
- ¿Puedes aunque sea una vez hacerme caso?- apretó mis manos. Puse mis ojos en blanco.
- Bien. No iré.
- Eso quería oír.- Miro a ambos lados para asegurarse que no había nadie alrededor. Soltó mis manos y sujeto mi cabeza para que no me moviera. Nuestros labios se juntaron. Su beso me hizo olvidar todo, desde la pesadilla hasta el frío de la noche. – Ahora entra, antes que tu madre se enoje más.

            Valentín se fue. La necesidad de tenerlo cerca. De sentir su presencia, me estaba inundando. Ya lo extrañaba.

            Me fui directo a la cama. El cansancio era superior al hambre que sentía. Coloqué a cargar el teléfono. Pude ver las 50 llamadas de Valentín, 30 de mi madre y 23 de Leandro. WhatsApp estaba repleto de mensajes. Para sorpresa mía, había uno de León.

León:
¿Dónde estás? Estamos todos preocupados de ti. Da señales ¡Por Favor!

            Leandro tuvo que preguntarle si me había visto. Les envíe un mensaje diciendo que estaba bien. No tenía ganas de repetir la historia, al menos no más por hoy. Deje cargando el teléfono apagado y me dormí.


La alarma sonó como todos los días. ¡Terrible! Si mi cuerpo ya me dolía antes de acostarme, ahora estaba peor. La apagué e intenté seguir durmiendo, pero no pude. Es algo clásico de mí. Estaba dando vueltas a todo lo que paso el día anterior. Las palabras de Isabella, lo acontecido en la oficina con Valentín, y sobre todo mi encierro en el ascensor ¡Emociones extremas!

            Mi madre se fue a trabajar y quede solo en la casa. Ya estaba acostumbrado a estarlo. Era consciente de que no podía decir nada ya que desde que mi padre murió, ella se transformó en el único sustento del hogar. Por esta razón era muy independiente y no necesitaba que estuvieran controlándome. Siempre tuve libertad para hacer y no hacer las cosas.  Encendí el teléfono porque ya era hora de conectarme con el mundo. Solo una notificación llegó:

Leandro:
Con tu mala suerte ya nada me sorprende. Descansa. Te quiero.

            ¿Leandro me quiere? El sentimiento es reciproco. En tan poco tiempo ha demostrado que es un gran amigo y sobre todo una gran persona. Ha estado conmigo en todo momento y nunca le ha importado que sea gay.

El resto de la mañana no hice más que flojear y hacer zapping, al final coloque música. El sonido del timbre me distrajo. Baje corriendo para ver quién era… ¿Valentín? ¿A las 11 de la mañana? Abrí rápidamente.

- ¿Qué haces aquí?- pregunté curioso.
- ¿No te alegras de verme?- dijo mirándome de pies a cabeza. ¡Qué vergüenza! Olvide que no me había ni levantado- Lindo pijama. ¿Puedo pasar?
- Si.- llevaba un abrigo negro y una bufanda roja. -¿No fuiste a trabajar?
- Fui a resolver unos asuntos, y me he tomado el resto del día libre- ¡Qué coincidencia!- ¿Tienes algo que hacer hoy?
- Nada- Aunque hubiese tenido algo agendado, esta oportunidad no me la pierdo.
- Tengo el panorama perfecto, pero primero… deberías cambiarte. Aunque debo admitir que me encanta verte en pijama- ¡Dios! ¡Estoy colorado!
- Me voy a duchar, ponte cómodo- Salí corriendo al segundo piso.

            ¿Panorama perfecto? ¿Qué será? Me duche lo más rápido que pude y me vestí. Cuando baje, Valentín estaba observando mi cuadro recuerdo de cuarto medio.

- No has cambiado nada. – dijo mirándome.
- La herencia nortina.- Valentín levanto una ceja.
- ¿Cómo es eso?
- Nací en Calama. Nos trasladamos por trabajo de mi padre y bueno nos quedamos para siempre.
- ¿Quieres decir que están solos aquí ustedes dos?
- Exacto. Al principio fue difícil el cambio, ya luego fue cuestión de acostumbrarse. Estoy listo.
- ¡Genial!- Salimos de la casa y nos subimos a su auto. Como siempre ese leve olor a chocolate me recibía. Era tan embriagador como el olor que siempre tenía Valentín.- Pondré la calefacción.
- ¡Ya! Porque hace mucho frío.- Le tome la mano para que sintiera como mis manos estaban heladas.-¿Cuál es el panorama?
- Vamos a Viña del Mar.
- ¡Bacán! Creo que nunca he ido en invierno.- comenté. Hace como dos años que no iba y siempre lo hacía en verano.

            Valentín trataba de no soltar mi mano en todo el camino. Como si yo me fuese a bajar en cualquier minuto. Me sentía protegido por él. Este paseo no estaba nada mal para olvidar el numerito de anoche. A ratos no hablábamos. Yo me dedicaba a observar el paisaje. Este hacia contraste con las grises nubes que anunciaban la pronta lluvia en la costa.

- ¿Tienes que hacer algo importante allá?
- Ya lo estoy haciendo- ¡Dios! ¿Alguien habrá muerto por una sobredosis de sonrojo?
- ¡En serio!- desvíe mi vista a una casa que tenía algunas vacas junto a ella. Valentín soltó unas carcajadas.
- No seas tan cuadrado. -¿Cuadrado?- ¿Acaso no podemos hacer algo espontaneo?

            Viña del Mar, la ciudad bella. Se escondía entre la llovizna y el sonido del Mar. La Gente caminaba rauda a para evitar empaparse. Aun así, mi sueño era verla en un día así. En el interior del auto, el calor llegaba a ser adormecedor, pero de solo pensar en frío del exterior me hacía sentir a gusto.

-¿Tienes hambre?- pasábamos por fuera del Mall Marina Arauco.
- Un poco- En realidad tenía bastante, pues no tome desayuno. Como si hubiese estado en alguna caricatura mi estómago rugió delatando mi estado de hambruna.
- ¿Un poco?- nos reímos. -Vamos a almorzar.

            Nunca pensé que iba a entrar al restaurant La Barquera en el casino. Era un lugar hermoso. Valentín saludo a muchas personas, era muy conocido en aquel lugar. Nos sentamos cerca de un gran ventanal para poder observar el mar y nos entregaron la carta.

- ¿Vienes muy seguido?- Miraba atento todos los platos.
- Cuando tengo tiempo. Es que aquí hay mucha gente que conozco desde que era pequeño. Yo nací acá.
- Mira tú. Viñamarino- Asintió.
- ¿Y porque te fuiste a Santiago?- Yo me hubiese quedado para siempre aquí.
- A veces uno tiene que cambiar de aires. Tal vez empezar de cero.
- Entiendo.- De momento no quise indagar mucho, así que cambie de tema- ¿Hay algo que no tenga pescado o mariscos?
- Estamos en la costa. Todo tiene pescados y mariscos.
- ¡Los detesto!

            Valentín como se manejaba en el lugar ordenó Tonno & Quinoa para él, que era atún rojo de la Isla de pascua grillado, risotto de quinoa, vegetales y palta molida. Se veía rico, si no fuera por el atún. Para mí, Vitello al Forno, correspondía a carne de res acompañada de papas rellenas con panceta hongos y vegetales asados. Sinceramente era lo más rico que había probado hasta el momento.

            Fue un momento maravilloso en compañía de Valentín y lo mejor que no hubo caídas o algo que me avergonzará.

            Después de comer fuimos a pasear por la ciudad. La lluvia impedía bajarnos y observar detenidamente los hermosos atractivos, pero no me importaba. El reloj de flores y sus colores se lucía con el contraste del día. Pero pasar por el Castillo Wulff, fue mágico.

- Ahora debo ir a casa a dejar unas cosas.
- Bueno- Valentín dobló por unas calles. Ya no supe por dónde andábamos- ¿Quién vive en la casa? ¿Tu madre?
- Nadie. Mi madre vive conmigo en Santiago. No la podía dejar sola después de lo que paso con Diana. Fernando en Barcelona.
- ¿Y tu padre?- Nunca oí mencionar de él. Bueno, nunca escuché nada acerca de su familia.
- Cuando Diana nos dejó, mi padre se refugió en el trabajo. Entendía completamente su actitud, pues era su forma de sobrellevar el duelo. Pero se alejó de nosotros. Un día dijo que tenía que emprender un nuevo negocio en New York y ya después no volvió. Mis padres se separaron, pero aún mantienen una buena relación. Ambos entendieron que la muerte de mi hermana no fue culpa de ellos, pero si se dieron cuenta de que no podían seguir juntos.- ¡Wow! Esta familia sí que es rara.- Ahora mi madre está con él.- ¿Juntos?-No le gusta el invierno, por eso se va donde mi padre.- Mi cara de asombro me delato- Sé que suena raro, pero así son las cosas.
- Lo bueno es que se mantienen una buena relación.
- Exacto.- Se estaciono frente a una hermosa casa- llegamos.

            La casa era de dos pisos. Su fachada de color azul y tenía un gran jardín.  Su interior estaba adornado con muchos objetos del mar. Hacía mucho frio adentro, pero aun así era muy acogedora.

- Le pago a un  antiguo amigo de mi madre para que venga a ver la casa y cuide de las plantas. Esta la usamos para escapar de la ciudad en el verano.
- ¡Genial!
- ¿Puedo recorrerla?- lo mire.
- Si me das un beso- Me tomo de la cintura y me acerco a él.- No sabes cuánto he estado esperando este momento.
- Eso no se pregunta…- En mi mente termine la frase, pues mis labios estaban ocupados con los de Valentín.

            Me olvide de la casa. Lo único que pensaba era en él y como sus manos recorrían mi cuerpo. Sus caricias, abrazos y besos me hacían sentir en las nubes. Sus manos se posaron en mi rostro para mantener nuestro beso. Se detuvo y nos miramos detenidamente varios segundos sin decir palabra alguna. Sus ojos eran hermosos. Me sonrío y fue inevitable no temblar por el nerviosismo.

- Cariño, ¡Estas temblando!- Me abrazo fuerte.
- Tengo frío – Mentí y él río.
- Ve a recorrer la casa. Yo encenderé la calefacción.

            Subí al segundo piso. Había cuatro habitaciones. ¿Cuál será la de Valentín? Entré en la primera. El color rosado de las cortinas me hizo suponer que era de Diana. Sé que no debía, pero igual pasé. Era sencilla. Tenía un mural y ahí estaba ella. Tenía el pelo rizado, las mismas facciones de Valentín y Fernando. Había fotografías con otras chicas, me imagino que eran sus amigas. Lo que llamó mi atención fue que en el centro, había una foto de ella y León.

- Ella es mi hermana- Su voz me asusto.
- Lo siento. No debí entrar.
- Tranquilo, siempre entro aquí para sentirme cerca de ella.- podía ver nuevamente el dolor en su mirada.
- Ella estaría orgullosa de cómo has llevado todo. Sé que te cuida. – No quería verlo triste. Me sonrío y abrazo.
- Cada día me gustas más.- ¡Le gusto! ¡Le gusto!- Respondí con un beso.- ¿Quieres conocer mi habitación?
- Bueno- Me sonroje. Tomo mi mano y me llevo a la última puerta. Entramos. Era gigante, de dos ambientes. En uno tenía su cama de dos plazas, en el otro estaba su escritorio, su televisión. Lo que más me encantó, un gran estante lleno de libros.
- Para que veas que yo también Leo.
- Como lector me das mil patadas.- reímos.
- Para mí eres el mejor lector.
- ¡Deja de coquetear conmigo!
- Nunca, cariño, nunca.- Se acostó en su cama y me llamo. Me acurruque a su lado. Mi cuerpo temblaba- Aun no se te pasa el “frio”- hizo con sus dedos las comillas.
- No.- Lo abrace y hundí mi cabeza en su pecho. Sentí su olor. Levanto mi barbilla y me beso. Sus besos, sus caricias, él en general era mi droga.
- No quiero que estés nervioso. Aunque me guste verte así, quiero que te relajes.
- Trataré.- Sonreí y cerré mis ojos.
- Tu y ese gesto tan tierno… Me fascinas Daslav- ¡Porque esto no paso antes! Tanto tiempo mal gastado en pensar si era o no gay.
- ¿Cual gesto? Ahh este- lo hice de nuevo.
- Si ese.

            Se acomodó para besarme. Esta vez se era más intenso. Excitante. Introducía su lengua con tal pasión que me hacía querer más y más. Sus manos recorrían mi cuerpo, pasaban por mis caderas. Besaba mi cuello ¡Mi punto débil! Tomó mis dos manos y las llevo sobre mi cabeza. Se subió sobre mí y podía sentir como su miembro iba aumentando. Ya no sentía frío. Valentín llevo sus manos a mi pene y empezó a tocar sobre mi ropa. Movió sus labios diciendo “mi turno” y empezó a dar masajes. 


domingo, 20 de diciembre de 2015

CAPITULO 23


         Valentín se bajó del auto. Vestía una chaqueta negra y unos jeans. Su rostro demostraba el cansancio y su ojo estaba completamente morado. No podía ocultarme, pues ya me había visto desde que se estaciono fuera de mi casa. Como decían en el programa Rojo: llego el momento.

- ¿Puedo pasar?- Estaba parado fuera de la casa. Me había quedado pegado observando sus movimientos.
- Sí, pasa- mi estómago se contrajo. Mis manos tiritaban. Mil situaciones se venían a mi mente. Diferentes escenarios de lo que podía suceder.- ¿Cómo estás?
- Mejor, ahora que sé que estás bien- Se sentó junto a mí- ¿Por qué te arrancaste anoche?
- Como te dije, me daba vergüenza verte por todo lo que paso con León.- Y era verdad, ósea por mi culpa recibió tremendo puñetazo.
- Tú actitud fue tan pendeja Daslav. Que salieras arrancando fue lo peor que me pudiste hacer. Entiendo lo de la vergüenza, pero lo demás no- No se veía tan enojado. Solo cansado y muy serio.
- Me trajo tu hermano.- dije.
- Me lo contó cuando me vio desesperado buscándote por todos lados- Se llevó una mano al pelo.- Pero no entiendo ¿Por qué reaccionó León de esa forma anoche?
- Es algo que paso entre nosotros.- ¿Enserio tengo que contarle que me acosté con León? Me imagino que él lo ha hecho con varias personas, pero ese es su tema. También tengo derecho a la vida privada. Valentín levanto una ceja y su mirada estaba concentrada en mí. Saque otro cigarro.
- ¿Es necesario que fumes?
- Sí, estoy en mi casa. Creo que tengo todo el derecho de hacerlo ¿O no?- Tome aire y pregunte- ¿Qué paso entre tú y León? Porque es obvio que hay un conflicto entre ustedes. Y que el golpe fue en parte, una forma de demostrarlo.
- No quiero hablar de eso.- fijo su mirada en la calle.
- León no quiere hablar, tú tampoco. Luego te golpea y yo estoy en medio- No justifico mi actuar, pero si tal vez supiera podría entender mucho otras cosas.
- León y yo éramos muy amigos, pero la amistad se quebró cuando lo encontré en la cama de mi hermana- ¿Hermana? ¡Dios! Ahora me resulta que tiene una hermana.
- No sabía que tenías una hermana.
- Tú lo dijiste. Tenía una hermana. Ella se suicidó.
           
            Los ojos de Valentín se llenaron de lágrimas, pero no lloro. Se contuvo. No me miro cuando dijo estas palabras. Podía entender en cierto grado el dolor que sentía. Perder a alguien es un sentimiento que por más años que pasen, no se va. Sentí una gran punzada en mi corazón y tristeza al recordar la muerte de mi padre, aunque esto era diferente. Pienso que el suicidio es un acto de valentía, pero a la vez uno de cobardía.  No sabía si preguntar la razón que la llevo a hacer eso.
- ¿Fue hace mucho?- Pregunté y le tome la mano. Valentín fijo su mirada en mí.
- Dos años.
- ¿Y que la llevo a eso?
- Ella no pudo soportar que León no se fijara más en ella. Diana estaba completamente enamorada. Yo era su confidente. Fernando siempre se mantuvo al margen de todo. Él siempre estaba odiando a los demás porque decía que yo era el favorito de nuestros padres. Intente demostrarle que no, pero no podía sacarlo de esa postura- Paso sus manos por sus ojos para secarse las lágrimas.- Cuando afronte a León para decirle que le estaba haciendo daño a mi hermana. Él me dijo que  no sentía nada por ella. Que solo había sido un encuentro casual- ¿León? Es tan distinto a todo lo que conozco de él. Se suponía que él estaba pasando por el periodo en que no disfrutaba con las chicas, aun así lo sabía. Lo mismo que el siente ahora por mi es lo que paso con Diana.
- ¿León supo todo esto?- pregunté.
- Si, cuando paso. No lo pudo creer, pero su vida siguió igual. No podía despedirlo, no quise mezclar las cosas. Él es un buen trabajador. No te niego que quise hacerlo porque me recordaba todo lo que paso. Fernando ya estaba en Barcelona. ¿Puedes creer que no quiso venir al funeral de su hermana?- Esta familia tiene tantos secretos, que de verdad te espantan.- ¿Recuerdas todas aquellas veces que te dije que no me fiaba de él? Bueno ahora lo sabes. No quería que pasaras por eso mismo. Yo sé que León es gay, me di cuenta después que murió hermana. Entonces uní los cabos, pero lo que no me entraba en la cabeza era porque no se asumía y seguía metiéndose con mujeres.
- Me dijo que era un proceso que estaba recién aceptando.- Añadí. Todo esto me tenía más nervioso de lo que ya estaba.
- Esa es la razón de que no nos llevemos.
- Entiendo- Nos quedamos callados unos segundos.
- Daslav, ya te dije que yo siento cosas por ti.- Su mirada expresaba cariño y dolor a la vez. Nuestras  manos no se soltaron.- Y sería demasiado estúpido para no darme cuenta en todo este tiempo que tu sientes lo mismo. Y pienso que los caminos se unen por algo- Miro hacia el cielo y no dijo palabra alguna. El silencio me estresaba. Quería saber que pasaba por su mente en esos momentos. Aun mirando el cielo dijo- Me acabo de acordar de un poema.

            Se aclaró la garganta y recito:

Ambos están convencidos
De que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
Pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
No había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿Qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
En los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
Si no recuerdan
Quizá un encuentro frente a frente
Alguna vez en una puerta giratoria,
O algún “lo siento”
O el sonido de “se ha equivocado” en el teléfono-,
Pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
De saber que ya hace mucho tiempo
Que la casualidad juega con ellos,

Una casualidad no del todo preparada
Para convertirse en su destino.

Que los acercaba y alejaba,
Que se interponía en su camino
Y que conteniendo la risa
Se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
Pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
Una hoja de un hombro a otro
Hace tres años
O incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
En los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
En los que un tacto
Se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
Desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
No es más que una continuación,
Y el libro de los acontecimientos
Se encuentra siempre abierto a la mitad.

            Sus ojos brillaban. Me había dejado con la boca abierta al recitar tan hermoso poema. Sentí una electricidad recorrer mi cuerpo, las ganas de lanzarme sobre él y besarlo. Nadie en toda mi vida me había leído un poema.

-¿Te gusto?- preguntó mirándome a los ojos. Mi cara estaba roja.
- Me encantó. ¿De quién es?- pregunte interesado por saber quién había unido tan bellas palabras.
- Wislawa Szymborska- Levanté una ceja- No me hagas repetir el nombre, porque es difícil. Se llama A primera vista.
- No sabía que eras tan buen recitador de poemas. Hiciste que sintiera escalofríos de tan solo escucharte.
- Es la idea.- paso un brazo detrás de mi espalda y atrajo a su cuerpo. Podía sentir el calor que irradiaba. Su olor era embriagador.- Me gusta estar asa contigo.- Sus comentarios me sonrojaban
- A mi igual Valentín.

            No le conté lo que paso con León. No quise amargar el momento. Ahora podía entender muchas cosas. Por qué la actitud de ambos.

Pasados unos minutos nos besamos, pero esta vez el beso no fue interrumpido. Fue como tener nuestro primer beso. Todo lo que me imagine en todo este tiempo, no tenía nada que ver a lo que estaba pasando. La realidad fue mucho mejor que las expectativas. Pasaba su pulgar sobre mis nudillos. Ese roce me encendía a cada segundo.

- ¡Hey!- Se separó un poco de mi- No me has dicho por que León se enojó- ¡Ouch!
- Resulta que León también se me declaro.
- ¿Ya? ¿Y?- su expresión se volvía sería.
- Emm ese día que  te vi con Alejandra, pensé que eran novios o algo… - ¿Le digo o no le digo? Dile me dijo una vocecita en mi cabeza. ¡Sinceridad!- León y yo nos besamos- Omití el resto de la historia.
- ¿Se besaron?- Dijo serio, se levantó y dio unos pasos. Llevo sus manos por la cabeza. ¿Celos?
- Fue mezcla de alcohol- Buen respuesta. ¡Culpa al alcohol de todo! ¿Desde cuándo tengo esta voz que celebra todo lo que digo?
- Dale… - saco sus llaves del bolsillo- Es tarde y hace frio. Así que me retiro.
- ¿No te quieres quedar un rato más?- ¡Di que sí Valentín! ¡Cómo te vas a enojar por un beso!
- No, gracias.- Se acercó a mí y me dio un beso en mi cabeza.
- ¿Estás enojado?- Le pregunté. Su rostro lo decía todo.
- No podría enojarme contigo, pero si me molesta que no me hayas hecho caso de mantenerte lejos de él- Y eso que no sabe toda la historia. Si se molesta por el beso, obvio que se iba a enojar excesivamente si le dices que te acostaste.
- Como te he dicho, soy lo bastante grande para asumir las consecuencias de mis actos.- ¡Me carga que me prohíban cosas!- Recuerda que ya habíamos hablado de eso.
- Das por algo te lo dije- ¡Alerta de hermano mayor!- Bueno me voy.
- Que descanses- dije.

            Valentín se subió a su auto y me quede ahí un rato más. Extrañando su olor y su calor. Su beso y sobre todo su compañía. Fume otro cigarro y luego entré. Estuve un buen rato mirando Facebook sin hacer algo interesante. Después busque él poema que me recito Valentín y lo publiqué. Siempre he pensado que las señales están ahí, latentes, expectantes a que les prestemos atención. Pero siempre estamos pendientes de todo lo demás que no las vemos. Depende de uno tomar estas oportunidades.

            Desperté y mi domingo fue un día normal. Me quede solo todo el día leyendo nuevamente Las ventajas de ser invisible, es uno de mis libros favoritos. No supe de León, Leandro y menos de Valentín. ¿Seguirá molesto? Tampoco tenía ganas de ver a alguno en el día. Necesitaba tiempo para mí.

Llegó el lunes y la vida continúa. Con el mejor de los ánimos me levante. Llegue a mi puesto de trabajo en el Hotel. Valentín no había llegado. Seguí con mis labores diarias. Al rato fui donde Anita para ver si necesitaba algo. Se encontraba sola.

-Anita ¿Cómo está?
- Bien Daslav ¿Y tú?- tenía unas grandes ojeras. Se nota que no había dormido.
- Muy bien. Veo que la han abandonado.-dije sonriendo para intentar animarla.
- Isabella está entregando unos documentos y Diego esta con licencia.
- ¿Qué le pasó?- si bien, nunca iba a ser amigo de él, igual me preocupaba la salud de mis compañeros de trabajo.
- Solo esta resfriado, le dije muchas veces que se abrigara cuando salía, pero no hizo caso y ahora paga las consecuencias.- La puerta de la oficina se abrió y ahí estaba Isabella con un gran escote y una falda que le llegaba como diez centímetros sobre las rodillas.
- Daslav, el personaje del momento- Levante una ceja y vi como ella se reía a carcajadas.
- ¿Qué quieres decir con eso?- Mire a Anita que tenía la misma cara de no saber que pasaba.
- Ahora entiendo tantas cosas al respecto Daslav.- ¿De qué está hablando la loca? Ya me está colapsado.- Acerca de tú favoritismo desde el principio con Valentín. Ni te imaginas Anita- ambas se miraron- Daslav tiene una relación amorosa con el jefe.

            Anita se quedó en silencio, abrió sus ojos y coloco cara de no poder creer lo que estaban comentando. Yo nunca he ocultado que soy gay, pero tampoco ando ventilándolo a los cuatro vientos. Si alguien me lo pregunta yo obviamente le voy a responder con la verdad. Sin embargo la forma en que lo estaba revelando Isabella me había caído como un balde de agua fría y pienso que a Anita le pasaba igual.

- Muy Bien Daslav, llegarás muy lejos.- Aplaudiendo continuó- Bueno y tengo que decir que es muy buena la historia con León- Creo que cada quien tiene sus límites para aguantar las pesadeces de la gente, y el mío ya llegó su tope.- ¡Eres seco!
- ¡Y que te importa quién o no me gusta! Tú has sido una niña consentida que lo ha tenido todo. Para que tu sepas todo lo que he logrado ha sido con todo mi esfuerzo. Así que no vengas a decirme estupideces.- Mi corazón estaba agitado y mi cara roja de furia- ¡Estas picada porque vas por la vida moviendo tu culo y tus tetas, pero no has logrado nada!-  Abrió sus ojos y me miraba con odio, pero ella sabía que todo lo que dije era verdad.
- ¡Ya Cálmense!-Anita se levantó de su silla y se interpuso en entre nosotros
- ¡Siempre supe que eras maricón!- Golpe Bajo. Esas palabras homofóbicas dolieron.- pero veo que te ha funcionado serlo en este Hotel.
- ¡PREFIERO SER MARICON A UNA PUTA COMO TU!- Salí de la oficina, dándole un empujón con mi hombro y fui en dirección a los baños. Todo esto me había dejado mal. Isabella podía sacar la parte más oscura de tu personalidad. Y esto era algo que nunca me había pasado. Siempre me caracterizado por ser un tipo muy pacifico. Me desconocí completamente.

            Me mire al espejo del baño, tome aire y me moje un poco la cara. Debo imaginar que la gente que fue a la fiesta en casa de Valentín ha comentado lo que paso. Isabella escucho alguna conversación y bueno todo quedo expuesto. Salí del baño  y fui a ver a Leandro, necesitaba un poco de distracción.

Ahí estaba con la mejor sonrisa de siempre atendiendo a la gente en recepción.

- ¡Das!- Su cara al verme cambio de felicidad a seriedad- ¿Qué te paso? Tienes una cara de estrés.
- Mi estrés se llama Isabella, ya no sé hasta cuando podré aguantarla.
- Ella está loca- coloco su mano en mi cabeza y revolvió mi pelo. Me gusta cuando hace eso- ¡No te preocupes!
- Lo sé, pero hay límites. Cambiando de tema. ¿Y Alejandra?- Le di unos codazos.
- Daslav, sinceramente creo que me estoy enamorando de ella- Miro hacia el techo del Hotel.
- Eso ya me lo habías dicho. – Me reí.
- ¡Pero es verdad! Me fascina todo de ella.
- ¿Quedaste de juntarte con ella?- pregunté.
- Sí. La invite a cenar hoy en la noche.- Su sonrisa demostraba la felicidad que llevaba. ¿Es normal estar así? El sonido de la canción Eye of the tiger nos distrajo.
- Es mi teléfono- Dijo Leandro.
- ¡La canción antigua que tienes y te quejas de mi “Groso”!- se quedó pegada en la pantalla. Me mostro quien llamaba.
- ¿Karen?- Levante una ceja. La canción aun sonaba.- Juraba que habías terminado con ella. – la llamada se cortó.
- Es que fue todo tan rápido. Apareció Alejandra y no supe nada de ella, pensé que se había acabado- El celular empezó a sonar otra vez
- ¡Contesta!- Le dije- Yo me quedo un minuto aquí para que hables con ella. ¡Ve!

            Leandro contestó el teléfono y camino unos pocos metros de la recepción para poder hablar bien con Karen. Se veía serio, aunque a ratos se reía a carcajadas. ¡No entiendo esto de las almas libres! El teléfono de la recepción comenzó a sonar.

- Hotel Gran Palacio, Buenos días.
- ¿Daslav?- Esa voz era de… Valentín.
- Valen… Señor Henríquez- Buenos días.
- ¿Qué haces ahí? ¿Dónde está Leandro?-
- Leandro esta… esta… - Mire a Leandro y le hacía señas de que cortara, pero no me tomaba en cuenta.- en el baño, y me dijo si lo podría cubrir un momento.
- A penas llegue, ven a la oficina- su noto de voz era serio. Veo que ya llegaron los cuentos donde él.
- Muy bien.- corte. Leandro había terminado de hablar.
- Karen es muy simpática.
- ¿Y no que amabas a Alejandra?
- La amo. Con Karen hemos quedado de amigos, quiere seguir con las prácticas de skate. Él se instaló en su puesto de trabajo.
- Me alegro. Nos seguirás teniendo como alumnos. ¡Oye! Me voy porque ya me han llamado desde el alto mando. Veo que los rumores de la fiesta llegaron por todos lados.
- ¿Qué rumores?- pregunto Leandro abriendo sus ojos.
- Ya llegarán donde ti.- Camine lentamente hacia atrás- ¿Nos vemos en el almuerzo?
- Si- movió su pulgar derecho hacia arriba en forma de aprobación. Me di la vuelta y camine en dirección al ascensor.- ¡Das!- me detuve- ¿Hablaste con León?
- No lo he visto- ¿Sabrá Leandro de la hermana de Valentín?
- Ah dale- seguí caminado.

            Valentín estaba en su oficina mirando por la ventana con una café en sus manos. La radio estaba encendida y la canción When I was your men de Bruno Mars estaba de fondo. Él no me escucho entrar. Con pasos sigilosos entre en su territorio.

-Hola- Valentín estaba absorto en sus pensamientos. Cuando hable dio un pequeño salto.
- No te sentí entrar… ¿Todo bien?- Su “Todo bien” Me hizo recordar a León.
- Hay días mejores. – Levante mis hombros.
- Te llame varias veces al no verte aquí en la mañana. Luego descubrí que tenías el teléfono en el escritorio- Me toque el bolsillo. Ni me percate que no andaba con mi móvil.- Llame a Anita y dijo que estuviste ahí un rato, luego llame a Leandro para preguntar por ti.
- Y ahí aparecí- Cerré mis ojos y sonreí.- ¿Has escuchado los rumores de tu fiesta?
- Me tienen sin cuidado lo que hablen.
- Pues ya tuve una pelea por lo mismo con Isabella.- De solo recordarlo me daba rabia. ¡Respira Daslav!
- ¿Qué dijo?
- Algo estúpido sin importancia que quiero dejar en el pasado.
- ¡Dime!- se acercó a mí. ¿Qué te dijo?
- ¿Acaso vas a ir a acusarla con su mamá?- Apareció Valentín, el controlador- Como ya te dije puedo…
- Defenderme solo- completo mi frase. Sonrío.

            Dejo su café en el escritorio. Tomo mis manos y entrelazo dedos con los míos. Sus manos eran grandes.

- Deberías dejar de ser tan controlador.
- Yo no lo controlo todo.- su voz era calmada. Excitante.
- ¡Intentas hacerlo!- Rozo sus dedos en mi cara. Cerré los ojos. ¡Bésame por favor!
- Tú no me dejas controlarte y a veces eso me molesta- Sus dedos pasaban por mis labios. Sentía las ganas de lanzarme sobre él. – Tú deberías dejarte controlar por mí- añadió.
- ¿Y si no quiero?- Aunque trate de negarlo ya me estoy dejando llevar por lo que me hace. ¡Me encanta! Siento una leve electricidad recorrer mi cuerpo.
- Solo déjate. – Moví mi cabeza hacia atrás. Valentín beso mi cuello. Su barba de hace pocos días hacía cosquillas. Reí.
- Me haces cosquillas.- dije entre risas.
- ¿Te gusta?- nos miramos.
- Si.- Me sonroje.
- Después de todo este tiempo sigues poniéndote nervioso.
- Tu siempre me pones ner… - nuestros labios se unieron y me dejo callado. Sus besos eran como una droga a la cual me estaba volviendo adicto. Esperar tanto tiempo este momento y ya tenerlo es algo un tanto difícil de explicar. Separo sus labios de mí y dijo.
- Me gusta verte nervioso-  y continuó besándome. Esta vez más intensamente. Su lengua masajeaba la mía. Me tomo por la cintura y me apego mucho más a su cuerpo. Podía sentir como se iba excitando por todo lo que nuestras bocas hacían. Lleve mis manos su espalda para apretarlo fuerte y no soltarlo. Me gustaba sentir todo esto con Valentín. Leandro me diría que estoy “enamorado” pero no me lo imagino estándolo… aun.

            Mientras nos manteníamos en nuestro beso apasionado, no me di cuenta que habíamos llegado a la silla de Valentín.  Él se sentó y yo me subí sobre sus piernas. Sentía que era yo el que controlaba toda la situación. Lleve mi mano hasta su entre pierna y pude sentir como su erección estaba al máximo. Bese su cuello, un gemido leve salió de la boca de Valentín. Comencé a tocarlo entero por sobre la ropa sin detener mis besos. Desabroche algunos botones de su camisa para poder sentir su piel. Él solo se dejaba.

- ¿Ahora quien tiene el control?- le pregunté.
- Es solo por esta vez. Quiero ver hasta donde puedes llegar.

            ¿Hasta dónde puedo llegar?  Si quiere verlo, pues lo verá. Desabroche su cinturón y abrió los ojos impresionado. Seguí con su pantalón. Metí mi mano en su bóxer y pude sentir su pene erecto. Sus gemidos fueron aumentando. Con leves movimientos empecé a masturbarlo. Cerró sus ojos.

- ¡Mierda Das! Me gusta lo que haces- Lo besé.
- ¿Te gusta… mucho?- Asintió con su cabeza.
- Mírame y dímelo.- Abrió los ojos.
- Me gusta lo que haces- Continué besándolo y masajeando su pene por unos minutos más. Cada vez sus gemidos iban aumentados. Me gustaba ver la cara de placer que colocaba. Me excitaba aún más.

            Su respiración se aceleraba. Estábamos llegando al clímax cuando el teléfono  de la oficina sonó. El sonido me asusto al igual que Valentín. Al intentar levantarme me caí de la silla, pues mis piernas se habían adormecido. Solo yo podía hacer que este momento pasara de una película porno a una comedía en un segundo.

- ¿Estas bien?- preguntó Valentín mientras me ayudaba a levantarme.
- Si- dije entre risas- Esta vez solo me viste tu caerme. ¡Contesta el teléfono!
- Valentín Henríquez. ¿Con quién hablo?- dijo a través del altavoz. Empezó a arreglarse la ropa
- ¡Apúrate!- La voz de Alejandra se podía oír al otro lado de la línea.- Te estamos esperando para dar inicio a la reunión con los abogados.
- Voy en un segundo- dijo Valentín.
- ¿Te pasa algo? Te noto agitado. – Me sonrío. Yo me tapaba la boca con las manos para no emitir sonido alguno con mi risa.
- Problemas con el auto- Mintió.
- Ya es hora que lo cambies. Te hace pasar muchas rabias. ¡APURATE!- grito y corto.
- ¿Problemas con el auto?- dije.
- Últimamente se para en los lugares que uno menos espera- cerró uno de sus ojos y sonrió. ¿Últimamente?- En serio tuve problemas con el auto, por eso llegue tarde hoy. Cariño, tengo que ir a una reunión. Hablamos luego- Me dio un beso y salió corriendo de la oficina- ¿Me llamo… cariño?

            Me quede solo en la oficina pensando en este primer encuentro que había tenido con Valentín. Estaba ansioso esperando que se volviera a dar algo así.


Anita me envió un correo electrónico donde decía que no me preocupara por las palabras que me había dicho Isabella. Él poco tiempo que llevaba conociéndola ya se había hecho una mala imagen de ella y que no le importaba que fuera gay. Ella veía que era responsable con el trabajo y eso era lo que realmente valía. Anita es una gran mujer. Me cae súper bien. Aunque debería empezar a compartir más con ella. Y bueno también con Diego. En una de esas cambio mi forma de pensar con él.

            Almorzando con Leandro me enteré que León no fue a trabajar ese día y que lo intento llamar varias veces pero no respondió. Tal vez se sentía avergonzado por todo lo que paso y bueno obviamente no me quería ver. Si yo estuviera en su lugar me gustaría que me dieran espacio.

            En la tarde ayude Anita a organizar unos papeles. Isabella se había tomado la tarde libre porque según ella mis palabras fueron muy hirientes. Menos mal, no necesitaba de su presencia.

            Anita era divertida, pero a la vez seria.

            Cuando volví a la oficina para buscar mis cosas. Valentín no estaba. Solo había una nota en mi computador que decía:

Tengo otra reunión.
Te llamo más tarde para que salgamos

Valentín

            Tome la nota y la guarde. Sonreí como un típico escolar enamorado. A mis 23 años, Valentín era el primer amor correspondido que tenía. Decidí no llamarlo y esperar. Marcamos la salida junto a Leandro y nos detuvimos a fuera del Hotel.

-Espero que tengas éxito esta noche con Alejandra- Dije.
- Yo quiero lo mismo.- Estaba feliz.
- Después me tienes que contar todo…. Bueno sin detalles.- Lo imité.
- ¡Trato!- Fui a sacar mi teléfono, pero no estaba.
- Creo que deje mi teléfono en la oficina otra vez. Me devolveré- Ve tranquilo. Éxito esta noche. – Le guiñe un ojo.
- La luna, el sol y las estrellas están conmigo. Así que será una noche exitosa. Cuídate- Me dio un abrazo y se fue.

            Antes de subir a la oficina, pase a ver si Anita se había ido y justo estaba retirándose.

- ¿Qué te pasó Daslav?
- Se me quedo el teléfono. Voy arriba. Pase a despedirme de usted.
- Que lindo, no me trates de usted. Soy pocos años mayor que tú y me haces sentir vieja.- Se rió.
- Esta bien Anita. Espero descanses y nos vemos mañana.- Nos despedimos con un beso  y camine en dirección al ascensor.

            Pulse el botón del piso al cual iba. Pasaron uno segundos y las luces empezaron a parpadear. El piso se movía más que de costumbre. ¿Qué sucede? Ahora todo se movía más fuerte. No era el típico movimiento que tienen los elevadores. Las luces se apagaron y quedo todo oscuro, mi subida se detuvo, pero el movimiento no se detenía.

¡TEMBLOR!

            Siempre me han asustado los temblores, les tengo miedo y con el terremoto del 27 de Febrero del 2010, mis medos aumentaron. Mi corazón se aceleró rápidamente. El pánico se apoderaba de mí. Tenía miedo de caer. No sabía en qué piso me detuve.

Lo peor, estaba sin luz en el ascensor e incomunicado.