jueves, 29 de octubre de 2015

CAPITULO 15


           Un rayo de luz sentí que acariciaba mi rostro. Su calor me llenaba y me dejaba en un estado de relajo total. Sin abrir los ojos recordé lo último que había pasado el día anterior. Las confesiones que León me había hecho. Sonreí. Era inevitable no sentirme bien, después de todo era primera vez que alguien se me declaraba. ¿Qué debía hacer ahora?

            Lentamente abrí mis ojos, el resplandor de la luz del exterior era enceguecedor, eso significaba que el la tormenta ya estaba en el pasado. Mis ojos se acostumbraron a la claridad. Sentí que un gran peso se extendía alrededor de mis piernas. Mire para ver quién era. Para sorpresa mía, Valentín estaba sentado a los pies de la cama.

-¿Valentín? ¿Qué estás haciendo aquí?- No entendía que estaba haciendo aquí. ¿Cuánto tiempo lleva mirándome? Él me observaba con cara de preocupación. Vestía un jeans negro, combinado con una camisa blanca y chaleco azul.
- Me tienes bastante preocupado. Te llame varias veces y no respondiste. Así que he venido a buscarte- ¿Ha venido a rescatarme?  Qué yo sepa no he estado en peligro….
- ¿A qué hora llegaste?- Pregunte colocándome los lentes y buscando mi teléfono bajo la almohada. Estaba sin batería – Se me descargo- añadí mostrando el móvil.
- Me lo imagine. Deberías andar con un cargador dentro de tu bolso-¿Me está retando?
- Como ordene señor Henríquez- conteste serio. Mire a la cama de León. No estaba.
- Se fue de regreso ya.- Respondió Valentín como si hubiese podido leer mi mente.
- ¿Se ha ido? ¿Sin despedirse?- Me dio cierta pena. No pude decirle nada más. Me hubiese gustado hablar de lo que paso ayer.
- Si, se ha ido. Lo encontré saliendo de la habitación. Le he dicho que se fuera antes, que no se preocupara, ya que yo te llevaría de regreso- Se levantó de la cama, y camino dirección a la salida de la habitación- Te traje algo de mi ropa, para que no uses lo mismo de ayer. Vístete, te espero en el comedor para desayunar.

            Salió de la habitación, yo me quede sentado en la cama tratando de asimilar lo que sucedía. Valentín me dijo que tuviera cuidado ya dos veces de la compañía de León. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué su actitud? ¿Serán realmente celos? Pero de que… No me cabía en mi cabeza su actitud. ¿Habrá pasado algo entre ellos? Mi curiosidad me estaba desesperando.

            Entre en la ducha. Me tome todo el tiempo del mundo. No sentía presiones por nada. Mi Jefe se encontraba aquí. Por ende no tendría problemas con el trabajo. Al salir, revise la hora en el reloj que se encontraba en una de las paredes. Eran las nueve de la mañana. Valentín tiene que haber viajada muy temprano para estar aquí.  Salí del baño para vestirme, eche un vistazo al bolso. En el interior habían uso jeans azules,  una polera manga larga de color negra. Además en una pequeña bolsa había un bóxer negro y un par de calcetines. Ropa interior nueva. Me coloque las prendas. Para darle mi estilo a la vestimenta que me dejo Valentín, me puse el chaleco que había usado ayer. Deje todo ordenado y me dirigí al comedor.

            ¿Habrá llegado León? No tengo su teléfono para llamarlo.

            Disfrutando de un café y leyendo el diario se encontraba Valentín. Estaba sentado en una mesa que daba a la terraza del centro de Ski. El día era perfecto. Los rayos del sol eran reflejados por la nieve, haciendo que mantener la vista, doliera. Me serví un café, tome un plato y lo llene con algunas galletas de chocolate. Cuando me senté al lado de Valentín dejo de lado el diario.

- Muchas gracias por la ropa. Te lo devolveré todo- dije dando un sorbo al café.
- No te preocupes, es un regalo. Todo está nuevo. En la madrugada, no había ninguna tienda abierta…
- Es algo que no puedo aceptar-  interrumpí -todo es tuyo- La taza me calentaba mis manos, ya me dolían por el frío.
- Tranquilo- Sonrió. Se veía más relajado. Más Valentín.- Se me acabo el café, voy por más. ¿Te traigo algo?
- Un vaso de jugo por favor.

            No sabía cómo abordar el tema de porque tanta la preocupación. No quería ser entrometido. Ya había más confianza entre nosotros, pero aun así no quería hablar del tema… aun. A lo lejos vi que Valentín hablaba por teléfono mientras vertía el jugo en un vaso y luego relleno su taza con café. Esta vez no se sentó,  se mantuvo de pie detrás de mí, al lado de la ventana.

-¿Has esquiado alguna vez?
- No, nunca. Me imagino que debe ser divertido.- Esquiar era algo que no me atraía.
- Yo todos los años vengo unos días. Me encanta hacerlo. La adrenalina es algo fantástico.- coloco uno de sus manos sobre mi hombro- ¡Vamos, te enseñaré!
- ¿Qué?- Abrí mis ojos impresionado con lo que me decía- Debemos volver al hotel.
- Ya está todo arreglado.

            Pasamos por nuestra vestimenta y todo el equipo para esquiar. La adrenalina del momento me tenía con mucho ánimo. Si fuera por mí estaría ya de camino al Hotel, pero las ideas locas de Valentín me atraían. La espontaneidad era algo que me gustaba de él. A mi mente se venía el recuerdo de Los Simpson, cuando Homero aprendía a realizar este deporte y el traje súper ajustado de Ned Flanders lo distraía. Hice una pequeña carcajada. Valentín no se dio cuenta. Este día era como tener unas mini vacaciones.

            El frio me congelaba la cara. La nieve me encandilaba, me coloque los lentes de sol. Y nos dirigimos a un pequeño cerro donde Valentín me iba a explicar los primeros pasos para esquiar. Sentía miedo, esto era una nueva experiencia, no era de mi gusto, pero era una oportunidad que no podía dejar pasar.  Lo primero que hizo Valentín fue enseñarme lo básico, mis piernas temblaban de lo nervioso que estaba. Nunca me imaginé que iba a esquiar alguna vez en mi vida o mejor dicho intentar esquiar.

            Las horas pasaron, sin duda era uno de mis mejores días. Realmente después de varias caídas y golpes, mi cuerpo estaba un poco adolorido. Me sentía tan cansado pero feliz. Valentín era muy bueno esquiando. Subió varias veces a un lugar muy alto, para poder descender y demostrar sus dotes esquiando. Sin duda era el mejor profesor.

            Mi turno seguía, debía demostrarle todo lo que había aprendido, pero de una distancia más corta. Valentín no me dejo subir tan arriba, él me iba a seguir desde atrás. Subimos en la telesilla. Avanzábamos a una velocidad normal. Disfrutando además de la vista del complejo. Me era difícil respirar. Valentín iba concentrado, no pronuncio palabra, del mismo modo yo me quede en silencio. En el lugar donde bajamos, estaba marcado para que los principiantes pudieran descender sin problemas. Con todo esto de las clases, practicar sobre la nieve, las risas con Valentín; me había olvidado completamente de lo sucedido anoche con León.

- ¡Das! Yo sé que tú puedes hacerlo. ¡Es sencillo!- Dijo Valentín alentándome.
- ¡Es sencillo para ti! Es la primera vez que lo hago. Así que no pidas mucho- él soltó una carcajada.

            Me impulse con los bastones. Lentamente decencia sobre la nieve. De a poco iba tomando velocidad. Mi corazón latía muy rápido y mis  manos temblaban. Sentía el viento sobre mi cara. Era una sensación tan agradable, ¡Magnifica! Iba muy rápido. Con mi imaginación, podía sentir que volaba. Rápidamente me acercaba al lugar donde Valentín me dijo que debía hacer un giro para seguir mi descenso. Mi mente se bloqueó, no recordaba como tenía que hacer ese movimiento. Estaba a cinco segundos. ¡MIERDA! ¡MIERDA! Salí del camino marcado para los esquiadores. Uno de mis esquís golpeo con una roca y perdí el equilibrio. Mi cuerpo salto a toda velocidad y luego rodó varios metros. Lo único que me dedique a hacer fue cerrar los ojos. En uno de los giros mi brazo derecho dio con unas piedras. Un árbol detuvo mi  movimiento, dejando caer parte de su nieve sobre mí. El dolor era insoportable.

- ¡DASLAV!- escuche un grito. Abrí los ojos y vi como Valentín se acercaba a mi lado.
- ¡¿Qué paso?!- pregunto. Su cara demostraba temor, preocupación.
- Me bloquee, no sabía qué hacer y luego choque con una piedra y bueno caí.- Me dolía desde el hombro hasta los dedos, pero trate de no mostrar debilidad ante él.
- Ven, te ayudare a levantarte- Me tomo del brazo
-¡HAAAAAAAY!- Grite. Valentín me soltó de inmediato. – Me duele mucho el brazo. Me golpee cuando estaba dando vueltas por el suelo- Definitivamente ya me había mostrado débil frente a él.
- Debemos volver ahora, para que te vean eso. Puede ser una fractura – Cuando era pequeño, me había golpeado muy fuerte. Y me enyesaron el brazo, pero esto era peor.

            Trate de levantarme sin tocar mi brazo lastimado. Mis piernas temblaban y volví a caer sentado. Sentía como si me hubiesen apaleado completamente, pero el brazo era donde se concentraba el dolor. Valentín al ver que me costaba pararme, me levanto y tomo con sus brazos. El movimiento al caminar, me provocaba muchos más dolores, pero no ser yo quien movía las piernas era lo mejor. Al momento de llegar a la edificio, Mauricio Santelices iba saliendo, quien al vernos corrió para ayudarme.

- ¿Qué paso?- Dijo él mientras abría las puertas y le hacía señas a una joven que automáticamente trajo una silla de ruedas.
- Una roca en el camino- Valentín respondió. Me sentó. No tenía ganas de hablar. Solo quería que me dieran algo para no sentir más dolor. ¡DASLAV, EL DOLOR ES PSICOLÓGICO  Cerré mis ojos evitando todo pensamiento, aunque ¡Era imposible!
- ¡Por aquí!- Escuche la voz del Señor Santelices. Sentía los movimientos rápidos de la silla.- ¡Estarás bien chico! El doctor te ayudará.- Nos detuvimos. El golpe de una puerta me hizo abrir los ojos.

            Todo fue muy rápido, a pesar de ser un lugar muy pequeño, tenía de todo. Rápidamente el doctor me examino el cuerpo, en especial el brazo. Cuando digo que este lugar tiene de todo, es porque realmente lo tiene. Andrés Hoffman, su nombre estaba bordado en su ropa, le pidió a su asistente que me tomará una radiografía y dijo a Valentín y a Mauricio que salieran. Ambos no se reusaron y abandonaron la enfermería ya que en el interior no estaban siendo de mucha ayuda. El dolor era un poco más soportable, no sé si es por qué estaba pasando o realmente el poder de mi mente era enorme.  
           
            Unos minutos después, mi cuerpo intentaba reposar sobre una camilla. El doctor revisando las placas de las radiografías dijo:

- Eres un joven bastante resistente. No tienes fractura, lo que es bueno. Pero si una gran contusión en el brazo izquierdo. Vamos a tener que inmovilizarlo.
- ¿Quiere decir que me colocara yeso?- pregunté.
- Si, pero es para evitar que te vuelvas a golpear, de esta forma puedas sanar más rápido.- La asistente preparaba las cosas para poder colocarme el yeso en el brazo. Además te daré estos analgésicos para que no sientas tanto dolor. Y toma esto- me extendió un documento- es una licencia por veinte días. Para que tengas reposo.

            Cuando Salí, eran casi las tres de la tarde. Valentín ya se había cambiado la ropa, se notaba preocupado. Estaba solo.

- Daslav, lo siento. No debí haberte dicho que hicieras esto. Es mi culpa
- No te preocupes Valentín. Le puede pasar a cualquiera.- Dije mientras caminábamos hasta la habitación para cambiarme la ropa.- Y el tonto fui yo. Me bloquee, así que tranquilo. Es solo una señal más de mi mala suerte-  Valentín soltó una carcajada

            Seguimos el camino sin decir palabra alguna. Valentín se había comportado muy bien. Solo quiso darme una experiencia nueva de aventura. No podía reprocharle nada. Solo fue un accidente. Y debo agradecer que no haya sido grave. En la habitación, él se sentó en la cama que ocupo León. Intentaba sacarme la ropa y las botas que tenía, pero me costaba demasiado. Valentín al verme complicado, me ayudo. ¡Era el momento de hablar!

- Valentín… ¿Por qué decías que tuviera cuidado cuando hablaba acerca de León?- Su mirada cambio, estaba serio.
- Daslav, León no es de mi confianza. Hay ciertas actitudes que no me gustan de él- , Me coloque los zapatos y luego él me abrocho los cordones. Gesto muy tierno de su parte. Levanto su mirada y prosiguió- León es un buen trabajador, pero siento que sus intenciones contigo no son buenas.
- ¿A qué te refieres?-  ¿Sus intenciones conmigo? Ahora sí que no entiendo nada.
- Das, yo sé que tú eres gay- ¡Seguimos con las revelaciones!- y León también lo es.- añadió. Resulta que todo el mundo lo sabía, menos yo.- Pero creo, que el solo quiere aprovecharse de ti, de  tu timidez, de tu ingenuidad.
- ¿Aprovechar?-  León solo había sido sincero conmigo anoche. Me había expresado todo lo que sentía. Aquello me había gustado, pero me había tomado por sorpresa, tal como todo lo que paso después. Me había confundido bastante. Sus caricias, su calidez. Nunca había estado con alguien tan cerca. Solo había soñado con algún momento que fuera de esa forma. Pensaba que eso solo pasaba en las películas.
- Si, mira Daslav. Yo te veo como un hermano menor.- ¿Qué? ¿Hermano menor? ¡Golpe Bajo! Ósea, me ve como un familiar. Ya es hora ¡Quita todo pensamiento de tu cabeza! ¡Él no siente lo mismo que tú!- Y Siento que debo protegerte
- ¿No crees que ya soy grande para cuidarme solo?- Sentía como todo por dentro se rompía, sentía el cuerpo pesado. Con ganas de acostarme y dormir, pero no, estaba en lo más alto de las montañas con el hombre por el cual tenía sentimientos, pero que solo que me quería como un hermano. Deseaba un minuto de soledad.
- Si, eres grande. No te puedo obligar a que estés o no con alguien. No puedo decir con quien te juntas o no. Solo quiero lo mejor para ti- ¡Ojala se diera cuenta que lo mejor que necesito en este momento era él! ¿Debía perder las esperanzas? ¡Esperanzas de que! ¿De algo que nunca fue, de algo que nunca será? Mi cabeza estaba a punto de explotar.
- Valentín, me quiero ir a casa- toda esta sinceridad me tenía agotado. No me había dado cuenta que él no se levantó desde que me abrocho los zapatos. Se paró, yo hice lo mismo. Tome el bolso con mis cosas.
- No dejare que cargues peso- Me quito las cosas de las manos y las llevo.
- ¡Puedo hacerlo! Recuerda tengo un brazo bueno aun- lo levante.
- No quiero que hagas fuerzas- Salimos con rumbo al estacionamiento- ¿Tienes hambre?
- No. Solo quiero descansar- dije sin mirarlo.
- ¿Pasa algo?- Pasan muchas cosas Valentín. Punto uno, me gustas. Punto dos, yo no te gusto. Punto tres, piensas que soy tu hermano menor y es algo que no me gusto oír. Punto cuatro, me siento mal por todo lo anterior.
- No pasa nada. Estoy cansado.

            Valentín me dijo que esperara dentro del auto mientras el cargaba todas las cosas. No lo odiaba por todo lo que me había dicho. Y menos podía estar enojado con él. Si yo tenía esos sentimientos, no podía obligarlo a que el los tuviera por mí. Estaba enojado conmigo. Sentía que había hecho el ridículo. Cuando cerró el portaequipaje, cerré mis ojos y me hice el dormido apoyando mi cabeza en la ventana. Sentí cuando entro, y se detuvo unos segundos. Imagino que debe haberme visto “dormir” y me dejo hacerlo. Reclino mi asiento un poco para que pudiera descansar más tranquilo.  El movimiento, el cansancio y los analgésicos hicieron que me quedara dormido de verdad.

            Una hora y media más tarde, Valentín me despertó. Habíamos llegado a mi casa.


viernes, 23 de octubre de 2015

CAPITULO 14

            El agua tibia recorría mi cuerpo. Sentía como cada uno de mis músculos se iban relajando, como se iban destensando de todo el ajetreo del día. Me quede varios minutos bajo la ducha. Esperaba que al salir, León ya se hubiera quedado dormido. Ocupe una de las toallas limpias que había en vanitorio. Antes de ir a la habitación, Catherinne nos consiguió dos pijamas, uno para mí y otro para León. Estaban nuevos, según lo que ella dijo, mantienen un stock de varias prendas para las personas que no tenían. Cepille mis dientes. En  cada uno de los baños colocaban estuches con artículos personales. ¡Este lugar tenía de todo! Trate de demorarme  lo más que pude para evitar tener que hablar con León. Aún tenía vergüenza por mirarlo demasiado.

            Salí del baño, pensando que mi compañero de habitación ya iba por su tercer sueño. ¡Qué equivocado estaba! Lo vi acostado. Me fije que no se había colocado el pijama, el cobertor lo cubría hasta la mitad del pecho. Me dio frío de tan solo mirarlo. León revisaba su teléfono.  Subí a la cama, sin acostarme. Observe el exterior a través de la ventana, el viento y la nieve no daban tregua, incluso se habían intensificado al pasar las horas. Tome mi teléfono que había dejado en la cama antes de ir al baño, mire la hora, faltaban quince minutos para las diez de la noche. No tenía sueño, debido a mi pequeña siesta en el furgón, pero si estaba cansado. Busque en mi bolso mis audífonos. Cuando no estoy en mi cama, me es difícil conciliar el sueño, la música me relaja. León despego la vista del celular y dijo:

- ¿Daslav? ¿Te puedo hacer una pregunta?- En el momento que me colocaba los audífonos, León me hablo. Típico que cuando alguien te dice ¿Te puedo hacer una pregunta? Te pasas mil rollos en la cabeza. La misma sensación de cuando te dicen “Tenemos que hablar”. ¿Me iba a preguntar porque me quede mirándolo? Sentí que mi corazón empezaba a latir más rápido.
- Si, dale pregunta.-respondí nervioso.
- ¿Eres gay?- dijo mientras colocaba su teléfono en el velador que estaba junto a su cama. Nunca pensé fuera tan directo. En mi vida poca gente me había hecho esa pregunta. Soy el típico gay que no se le nota lo gay. Si le sumamos el hecho de que trato de pasar desapercibido por ser bastante introvertido. Aunque cada vez que me han preguntado he respondido con la verdad.
- Si- Respondí. Me sentí incomodo hablando de este tema con él. Aun no le  tenía suficiente confianza. Prefería hablar con Leandro antes.
- Yo también lo soy- dijo él.

            Me imagine que me diría cualquier cosa. Desde que me iba a golpear por mirarlo como lo hice, hasta que bromearía con ese tema, pero que fuera gay me sorprendía bastante. No sabía que decir. No tenía ningún amigo gay, solo compartía con mujeres heterosexuales. En realidad no tenía amigos hombres. Lo más cercano a uno era Leandro. Valentín no contaba por que el me gustaba, y no lo quería que fuéramos amigos. Él otro gay que conocía era Diego, pero no me caía bien por el simple hecho de que fuera amigo de Isabella. Me acomode en la cama para mirar de mejor forma a León.

-Me tomas por sorpresa con esto, ósea eres un joven bastante atractivo. Las chicas deben hacer filas para querer estar contigo. Nunca me lo imagine.- dije tratando de entrar en confianza.
- He salido con muchas, pero no me sentía bien conmigo mismo. Era como mentir. La verdad es que estoy recién empezando en este tema. Acepte mi homosexualidad hace poco.  
- ¿Quién más lo sabe?-dije.
- Solo tú y Leandro.
- ¿De eso estaban hablando hoy en antes del almuerzo?- pregunte recordando lo raro que estaban ambos.
- Sí. Leandro me decía que debía preguntarte. Que tal vez me serviría hablar con alguien que lo fuera.- ¡Wow! Es el día de revelar secretos
- Así que Leandro lo sabe, yo no se lo he dicho. ¿Cómo se enteró?- esto ya se había vuelto un interrogatorio.
- Del mismo modo como te lo acabo de preguntar. Leandro tiene un don especial, puede reconocer a la gente gay. No sé cómo lo hace, pero lo hace. ¡Es una buena persona y mi mejor amigo! Cuando me lo pregunto, me sentí fatal. Pensaba en todo lo que había hecho para que él lo notara. Pero no se lo podía negar, debía ser transparente con mi amigo. Debía ser sincero, sobretodo conmigo mismo, así que se lo confesé todo. Hoy falte al almuerzo porque me dio vergüenza verte, hablarte en ese minuto y ahora estamos aquí.
- Por eso te note incomodo toda la tarde. Ahora entiendo porque te querías quedar solo en el furgón, mientras yo hablaba con el Señor Santelices. Disculpa si fui insistente.- Si yo estaba nervioso con todo el tema de decirle a Valentín que me gustaba, para León debe ser algo parecido similar. Su nerviosismo debe ser mayor.
- No te preocupes, estaba nervioso. Ahora me siento más tranquilo de poder hablar de todo esto con alguien, pero bueno. Hay algo más que quiero decir- Cerro los ojos y tomo aire. ¡A estas alturas ya nada me sorprendería!- ¡Estoy sintiendo cosas por ti!

            Esa frase fue como sentir un balde de agua fría caer sobre mí. ¡Nunca digas que ya nada te puede sorprender!  ¡León sentía cosas por mí! ¿Qué se hace en estos casos? Esta sí que era una situación por la cual nunca había pasado. La mayoría de las veces era yo quien sentía algo por alguien, pero ese alguien nunca las sentía hacía mi. Y me lo reservaba, tal como lo he hecho con Valentín. No puedo negar que no he visto a León con otros ojos, eso quedó demostrado hace unos minutos atrás cuando observe su trabajado cuerpo. Sin embargo fue todo un simple acto de mirar. No habían sentimientos de por medio. Aunque, debo admitir que un chico muy guapo que te diga que siente a cosas, me alegro mucho. León me miraba, esperaba una respuesta. ¡No sabía que decir! Ya me sentía un poco más en confianza. Me levante y me subí a la cama de León.

-¿Qué cosas sientes por mí?- pregunte. Su mirada era nerviosa. Tenía los puños apretados. Mi estómago sentía mariposas en su interior.
- Daslav, tú me estas empezando a gustar. Desde el primer día que te vi almorzando con Leandro… - Hizo una pausa, miro hacia el techo. Tomo aire y continuo- Lo siento esto me tiene bastante nervioso. Es la primera vez que le digo a un hombre que me gusta. Cuando salimos juntos del hotel aquella vez. Me quería quedar más tiempo contigo hablando, pero tú debías ir a tu casa y no podía entrometerme en tus asuntos.
- León, no sé qué decir. Me tomas aún más por sorpresa.

            Era verdad, no sabía que decir. En mi mente me veía en medio de Valentín y León. Dos hombres muy guapos. Uno de ellos no tenía idea que me gustaba. Al otro yo le gustaba. León se había armado de todo el valor que pudo y me dijo lo que sentía. Lo considere un gesto tierno y de mucho coraje. Situación que yo no pude hacer en la mañana con Valentín. Las revelaciones de esa noche me confundían en un alto nivel. Me gusta un chico que no sé si es gay, que no se si podrá resultar algo. Ese “algo” que solo podía quedar en mi mente como una simple imaginación. En cambio León me había confesado algo que me hacía aterrizar, algo que era verdadero.

            León se arrodillo en la cama y se acercó quedando a unos centímetros. Mi corazón se empezó a acelerar. Las manos me sudaban bastante. Observe que León había ocupado solo el pantalón del pijama que le habían prestado, dejando ver todo su escultural torso. De su pecho se podían ver algunos vellos, algo que me gustaba de un hombre, estaba tan cerca que podía sentir sus latidos… ¿O eran los míos?

            Me miro unos segundos y luego tomo mis manos, entrelazamos nuestros dedos. Nunca había tenido a un hombre tan cerca al nivel que lo estábamos. Estaba paralizado. Mi cuerpo no reaccionaba, solo se dejaba llevar por lo que estaba sucediendo. Ninguno de los dos pronunciaba alguna palabra. A través de su mirada podía ver el deseo, la excitación. Llevo una de mis manos hacia su boca y me dio un beso en mis nudillos. Sentí una electricidad recorrer todo mi cuerpo, sentí como cada musculo despertaba y como se erizaban mis vellos. Con fuerza me acerco a su cuerpo y coloco sus brazos alrededor de mí. Mi mente no sabía qué hacer, cada gesto que tenía León en ese momento iba subiendo su intensidad. Me soltó, dejando ese abrazo en un recuerdo. Me miro y sonrío. Se notaba tranquilo, más relajado. Se veía en paz con el mismo. Llevo sus dedos a mi rostro acariciando mis mejillas y rozando levemente con sus yemas mis labios. ¿Era verdad todo esto que estaba sucediendo? ¿Realmente estaba pasando? Sentía miedo de que me besara, al mismo tiempo, curiosidad; confusión por mis sentimientos hacia Valentín. Sentía que lo estaba traicionando. No tenía nada con nadie pero me sentía como una persona a punto de cometer una infidelidad ¡Qué estupidez! Como si fuera un video en cámara lenta León coloco sus manos a ambos lados de mi rostro y me llevaba directo a sus labios. Un segundo antes de que todo sucediera mi teléfono empezó a sonar. Alguien me llamaba. Salte raídamente dejando a León con su beso a medio camino. Como si hubiese sabido lo que estaba pasando, Valentín me llamaba. Conteste dándole la espalda a León:

-¿Aló?- dije
- Hola Daslav. ¿Todo bien?- Valentín pregunto
- Sí. Todo bien aquí. ¿Allá?- me tiritaba el cuerpo de nerviosismo.
- Acá bien. Me dijo Mauricio que los habían instalado en una habitación. ¿Es verdad?- Según mi poca experiencia en estos temas… ¡Valentín estaba sintiendo celos!
- Exacto Señor Henríquez, León está aquí conmigo- trate de controlar los nervios.
- ¿Señor Henríquez?... Daslav cuídate por favor- Segunda vez que me decía esto. ¿Por qué será?
- ¿A qué se refiere?- le pregunte con tono serio.
- Yo sé porque lo digo.- respondió fríamente.
- Bueno, a mi regreso me lo explica. – Al tenerlo lejos me sentía más desafiante-Ahora me iré a dormir, estoy muy cansado. Buenas noches- añadí
- Buenas noches- fueron sus últimas palabras.
                                                                    
            Fue una noche de muchas emociones. Para terminar, los supuestos celos de Valentín. Que los tuviera, ¡Me gustaba! Me gire para ver a León, este se había acostado nuevamente. Me miro y dijo:

-Daslav, disculpa si me sobrepase con mis acciones, pero como te dije. Me estas empezando a gustar…. Mejor dicho ya me gustas, pero no te obligare a nada. Disculpa si te pase a llevar. Ahora descansa. Buenas noches- Se dio vuelta sin esperar una respuesta de mi parte.
- Buenas noches- dije mientras me metía en la cama

            Apague la lámpara y la habitación nos envolvió en la oscuridad. Eran alrededor de las 12 de la noche. El tiempo pasó muy rápido. En mi cabeza daba vueltas la escena anterior. Me quede dormido sin usar los audífonos.


            El sueño de la tarde se repitió. Todo era similar incluyendo el momento en que Isabella me empujaba, pero los cambios pasaban a continuación. Dos brazos me sujetaban impidiendo caer al vacío. Mi mano derecha era sujetada por León y la otra por Valentín. Ambos me sostenían con todas sus fuerzas. Evitaba mirar hacia abajo, por miedo a perder las fuerzas y soltarme. Ellos me levantaban y lograban subirme al techo de la azotea. Lo chistoso del sueño era que en uno de los postes estaba amarrada Isabella. Lo dramático era que Ambos hombres que me habían salvado se miraban con odio. 


lunes, 19 de octubre de 2015

CAPITULO 13


- Dame un segundo Das... ¡Pase!- Grito Valentín. Yo me quede quieto, observándolo.  El destino ¿Qué me quería decir con esto? Ósea, estaba a punto de decirle a Valentín que me gustaba, pero esta interrupción me bloqueo de todo pensamiento y acción. Mis 20 segundos de coraje se  habían ido a la a mierda. En la puerta estaba Isabella, era ella quien me había arruinado mi gran momento.

-Daslav, Anita te ha enviado estos documentos para que los lleves al centro de Ski- dijo sin mirarme, su vista estaba quieta en Valentín.
- Gracias- respondí cortante. Se produjo un silencio incómodo. Yo mire a Valentín. Este a su vez fijo su vista en Isabella.
- Me retiro, permiso Valentín- dijo ella haciendo como que yo no existia. Camino hacia la puerta y salía. Antes de cerrarla hizo un gesto con su mano y le guiñó un ojo a Valentín.
-¿Daslav?- dijo Valentín. Gire mi cabeza desde la puerta hacia él. Su expresión era seria.
- Me tengo que ir se me hace tarde- respondí con nerviosismo esquivando su mirada. Fije mi vista en el reloj de la pared.
- ¿Qué me ibas a decir?- ¡Mierda! ¡Daslav inventa algo urgente! Me dije a mi mismo. Si le dices lo que realmente pasa, quedaras en ridículo.
- Nada… que me caes bien -conteste mirando su corbata color negro para no tener contacto visual con sus hermosos ojos.
- Es que…
- Me tengo que ir- interrumpí- ¡Hablamos después!- fui en búsqueda de mi bolso y salí corriendo de la oficina en dirección al ascensor.

            Ya en el elevador analice bien la situación, decirle a Valentín que me gustaba, era algo muy arriesgado. Primero debía averiguar si realmente era gay o no. Que llegara Isabella fue algo que me tomo por sorpresa, pero me daba más tiempo para hacer las cosas de otra forma y no dejarme llevar por los impulsos… o ¿Fue mi inseguridad y el miedo al rechazo lo que me detuvo? Isabella estuvo menos de cinco minutos, y yo podía haberle dicho a Valentín todo cuando ella se fue de la oficina, pero no lo hice. Creo que ya llegara el momento de hablarlo… ¿O No?

            De camino al estacionamiento no podía sacar de mi mente lo que estuve a punto de hacer ¿Qué hubiese pasado? En el estacionamiento, faltaban solo cinco minutos para las tres. No sabía quién era el estafeta que me llevaría al Centro de Ski. Me senté en una banca. Frente a mi estaba un furgón, en una de sus puertas estaba el logo del Hotel. Las iniciales HGP con varias estrellas alrededor.

            A las tres en punto, escuche unos pasos detrás de mí, era León que se detuvo a unos pasos de mí. Su expresión era como si hubiese visto a un fantasma
-¿Das? ¿Tú vas al centro de Ski? – Me pregunto mirando directamente a mis ojos.
- Sí. ¿Eres tú el estafeta que me llevará?- Es increíble. En todo este tiempo nunca supe en qué  departamento trabajaba y tampoco se lo había preguntado a Leandro.
- Así parece.- paso por al lado mío- ¿Vamos?- el subió. Yo me senté en la parte de atrás- si quieres puedes sentarte en el asiento del copiloto- añadió
- Prefiero sentarme aquí atrás. No me agradan mucho los furgones- El me observaba por el espejo retrovisor. Solo podía ver sus ojos.
- ¿Algún trauma?- preguntó. Poniendo en marcha el vehículo.
- Hace algunos años atrás, tuvimos un accidente. Mi padre… - aleje mi vista del espejo, mire hacia el exterior. Era inevitable no sentir tristeza al recordar ese episodio- Mi padre murió.
           
            El silencio se hizo presente por unos segundos. La muerte de mi padre era algo que aún no superaba. Si bien habían pasado varios años, su presencia nos hacía falta. El accidente marco mi vida.

-Lo siento- La voz de León me hizo volver al mundo actual.
- No te preocupes. ¡Estoy bien! – le ofrecí un sonrisa mientras pasaba mis dedos sobre mis ojos, no quería que me viera derramar lágrimas. No quería sentirme vulnerable menos frente a León.
- Pondré algo de música. ¿Te gusta The Smiths?
- ¡Me encanta!- dije. León coloco el CD en la radio del furgón. La primera canción fue Asleep. Esta banda la conocí cuando leí el libro Las ventajas de ser invisible. Siempre supe de la su existencia, pero para mí se hicieron conocidos cuando le puse real atención a sus canciones. La primera vez que los escuche, fue alucinante. Ya después se convirtieron en uno de mis grupos favoritos.

            El invierno se había hecho presente con mucha intensidad. En el cielo se podían ver las grises nubes que en cualquier minuto dejarían caer gotas sobre la ciudad. Me deje llevar por la música y por el hermoso paisaje a mi alrededor de camino al nuestro destino. Mis parpados pesaban y al cabo de unos segundos me quede dormido.

            Rara vez puedo recordar lo que sueño. Esta vez fue la excepción. Estaba de pie en el ascensor del hotel. La diferencia era que habían muchos más pisos, alrededor de cien. Presione el que llevaba a la azotea. Las luces empezaron a parpadear, típico de un elevador en mal estado o de los que aparecen en las películas de terror. Mi corazón empezaba a latir rápido, el miedo se apoderaba de mí. La puerta del ascensor de abrió. La lluvia caía fuerte, la podía sentir sobre mi piel al caminar. Llegue a la orilla del edificio, esperando ver la ciudad completamente mojada. Todo se veía muy pequeño desde arriba. Al darme vuelta estaba Isabella, ella colocaba sus manos en mis hombros y con toda su fuerza me empujaba. En cámara lenta mi cuerpo caía hacía el vacío.
-¡Daslav, despierta!- Abrí los ojos. Observe que León me hablaba y movía mi cuerpo. El furgón se había detenido al igual que la música. Solo se podía oír el choque de la lluvia sobre el techo del vehículo- ¡Menos mal que has despertado! Ya me estabas asustando.
- Tuve una pesadilla- No solo me bastaba tener que lidiar seis días de la semana con Isabella, si no que ahora en los sueños.
- Al principio, Vi que te quedaste dormido y no quise molestarte. Luego empezó a llover y al rato ya empezaste a moverte mucho. ¡Me tenías preocupado!
- Hace tiempo que no soñaba cosas feas- le dije. Observe el exterior. La nieve cubría casi todos los cerros y la vegetación.- ¿Llegamos?
- Estamos a diez minutos del Centro de Ski, hace bastante frio. Lo más probable que esta lluvia se convierta en nieve a medida que seguimos subiendo. Creo que deberías sentarte adelante.

            Me levante y a pesar de mis miedos, me cambie al asiente del copiloto. Tal como León lo dijo, la lluvia dio paso a la nieve. Hace ya varios años que no veía nevar. Más aun, en el lugar que estábamos, era un espectáculo hermoso. Saqué unos guantes de mi bolso y me los coloque ya que mis manos estaban heladas. La calefacción dentro del furgón no ayudaba mucho. Pasados diez minutos se podía divisar el edificio junto con algunas de sus instalaciones. A pesar de que eran recién las cuatro y media de la tarde. El cielo estaba bastante oscuro. Nos dirigimos al estacionamiento de funcionarios. León hablo con el encargado de aquel lugar y nos dejaron entrar. Si ya tenía frio dentro del furgón, cuando me baje me congele. Siempre me ha gustado el frío, el invierno y aunque toda esta aventura me tenía hasta la punta de la nariz congelada. Me gustaba.

            Nos apuramos en entrar al edificio. En el interior, todo era cálido. Grandes chimeneas se extendían por los lugares principales, grandes sillones con mantas en cada uno de ellos producían un ambiente hogareño. Le preguntamos al encargado de informaciones donde podíamos encontrar a Mauricio Santelices, él era el contacto de Anita con quien debía hablar. Este nos entregó unas identificaciones de visita y nos dijo que lo podíamos ubicar en el quinto piso. León no quería acompañarme, pero debido a mi insistencia, no tuvo otra opción.

            El señor Santelices nos recibió en su oficina, era más pequeña que la de Valentín, pero era acogedora. Una chimenea se imponía en una de las paredes, al  frente de esta, unos sillones junto con una pequeña mesa. Nos sentamos y le mostré los documentos que Anita envío.

-Para nosotros tener una alianza con ustedes es algo fantástico- dijo El señor Santelices- La idea principal de que viniera un representante de su Hotel es que puedan ver algunas de las instalaciones que ocuparan sus huéspedes. Además de firmar los anexos del convenio que se corrigieron.
- Claro, Anita y el Señor Henríquez me encomendaron que personalmente hablara con usted y de este modo poder hacer todo transparente y en con más confianza- Una joven hizo su entrada con una bandeja, en esta habían tres tazas con café y algunas galletas.
- Cathy, te presento a Daslav y León. Ellos vienen en representación del Hotel Gran Palacio- Ella es mi esposa Catherinne.
- Es un placer conocerlos- nos saludó con un beso en la cara- Mi esposo está ansioso y desea tener muchos más proyectos con ustedes- dijo Catherinne sonriendo.
- Para nuestro Hotel también. El Señor Henríquez está muy entusiasmado con todo esto. No haya la hora de que lleguen los huéspedes.
- ¡Muy bien!- Grito el señor Santelices
- Los dejare conversar tranquilos, vuelvo enseguida- Dijo su esposa y salió de la oficina

            La siguiente hora, el señor Santelices nos dio una catedra de como llego al puesto que tenía, además de varias anécdotas graciosas. Siempre soy un tipo muy reservado, me cuesta darme a conocer o entablar conversaciones con gente desconocida, pero esto no era el caso. Me sentía en confianza. León se reía, no sé si por protocolo, o porque de verdad le parecían chistosas las cosas que decía el hombre. Lo serio no se le iba. Pasados unos minutos, Cathy entro nuevamente en la oficina.

-Cariño ¡Afuera esta horrible! ¡Es una tormenta de nieve!- dijo mirando por la ventana.
- ¡Terrible!- el señor Santelices se levantó y camino hacia donde estaba su esposa. Observo por la ventana y añadió- No se pueden ir, el clima empeorara esta noche. Se supone que este frente de mal tiempo llegaría mañana en la tarde. ¡Se nos adelantó!
- Daslav, no podemos viajar con ese clima. ¡El viento podría dar vuelta el furgón!- me dijo León
- Chicos, ustedes me han caído muy bien. Y no dejare que se vayan con este clima. Así que pueden quedarse esta noche. Yo hablare con Valentín. Si mañana esto se ha calmado, podrán bajar- Cathy y su esposo, se acomodaron nuevamente junto a nosotros.
- No queremos causar molestias- Dije mirándolo a los ojos- Solo veníamos por estos documentos.
- No son molestias Chico. Para mí es un honor tenerlos aquí. Desde ahora son nuestros invitados especiales. Cathy acompáñalos a que coman algo y luego que les asignen una habitación y puedan descansar.

            Caminamos junto a Catherinne. En el trayecto, ella nos decía a que orrespondía cada puerta. Pude ver la sala donde los instructores de Ski se reúnen para luego dar las clases a los alumnos. La sala de trofeos, en la mayoría se podía ver al Señor Santelices con el primer lugar. El casino era grande, pero no como del Hotel, pero tenía un buen tamaño. Comimos Carne asada con puré de papas.  León se notaba algo incómodo.

            Nos llevaron a nuestra habitación. Había dos comas, elegí la que estaba al lado de la ventana.

-Creo que me iré a duchar para luego acostarme. Estoy cansado. Dijo León mientras entraba al baño.
- Vale, luego voy yo.

Hace mucho tiempo que no compartía la habitación con alguien, más aun con otro hombre. Me sentía nervioso, aunque el cansancio era mayor. Decidí enviarle un Whatsapp a Valentín, para avisarle en el caso de que el señor Santelices no lo hubiese hecho.

Daslav:
Valentín, hay una tormenta de nieve. Es imposible poder bajar ahora. El señor Santelices nos ha invitado a pasar la noche aquí para evitar accidentes. ¿Te aviso
Valentín:
Daslav. Si me aviso ¿Quién te acompaño?

Daslav:
León, el estafeta.

Valentín:
Ok, ¡Ten cuidado!

Daslav:
¿Cuidado? ¿Con quién o con qué?

Valentín:
Solo ten cuidado. Descansa. Buenas noches.

            ¿Qué tuviera cuidado? ¿Con León o por qué soy propenso a pasar accidentes o situaciones incomodas? ¿Eran celos que sentía Valentín?

            Llame a mi madre para explicarle todo, ella me dijo que tuviera cuidado con el clima y que aprovechara de conocer el lugar si podía. Estaba de espaldas al baño, sentí que la puerta del baño se abrió y era mi turno de ducharme. Me levante y fue imposible no quedarme pegado observando a León. La toalla le cubría de la cintura hacia abajo. Tenía el torso descubierto y húmedo al igual que su cabello. Me di cuenta que el gimnasio si hacia efecto en él, su cuerpo estaba muy trabajado. Pude  ver sus abdominales, pectorales y sus perfectos músculos en los brazos. León es un joven muy atractivo. Mi cara se puso roja y sentí calor. Me metí corriendo al baño. ¡Qué vergüenza! No por el hecho de ver a otro hombre semi desnudo, si no, porque me quede embobado mirándolo.  ¡Lo que necesitaba en ese minuto era una ducha con agua fría!

domingo, 11 de octubre de 2015

CAPITULO 12


Los días pasaron, algunos más lentos que otros. Como en la semana estaba en el Hotel, los sábados tenia clases. En la universidad, Isabella era la reina, por ende no me prestaba atención. Eso era algo bueno, ya que tener contacto con ella en la semana y verla los sábados, era agobiante. El domingo pasó a ser el mejor día de la semana.

            En clases, Javiera se convirtió en una de mis mejores amigas. Me contaba acerca de su experiencia en el otro Hotel, le encantaba. Ella estaba en la recepción y ya había tenido que tratar con extranjeros. Lo más difícil hasta el momento era intentar entender lo que un coreano quería decir. Le conté mi situación, y sus palabras fueron “esta historia es mejor que una teleserie”. Ambos pensábamos que toda la actitud que tenía Isabella conmigo era solo un capricho de una niña consentida. El consejo de Javiera era que no le prestara atención, pero que no debía bajar la guardia con ella.
           
            Los turistas llegaban en una semana desde New York. Este era el evento más esperado para el directorio del Hotel, para todos en general. Para mí era algo que iba poner a prueba mucho de mis conocimientos. Valentín cito a todo el departamento de turismo a reunión para afinar los detalles.

-Anita, usted junto a Daslav y la Srta. Rosasco acompañaran al grupo al centro de Ski Blanca Montaña - dijo Valentín - Diego se quedará aquí en el Hotel para ver que las demás actividades se mantengan.
- No hay problema- respondió Anita.
- Como es sabido por todos ustedes. Esto es de gran importancia para nuestro Hotel así que confío en que harán todo muy bien.- detuvo su mirada en mí y me brindo una sonrisa perfecta. Definitivamente Valentín me gustaba mucho, pero me da miedo hacer algo para que él lo note porque es obvio que yo no le gusto, solo es una linda amistad o una buena relación de jefe a subordinado.
- Esperemos que Daslav no lo arruine – dijo Isabella. Todos giraron su vista de Isabella hacia mí.
- ¿Según tú, por qué debo ser yo el que cometa un error?- pregunte. Cerré mis puños bajo la mesa para enfocar mi rabia en ellos, ya me dolían.
- Es un decir, no te enojes Daslav… ¿O debo decir Das?- ¿Cómo se ha enterado que me han puesto Das? Mire a Diego que desvió su mirada al techo. Él debe haberlo escuchado de Leandro.
- Daslav, es mi nombre- respondí cortante. Fije nuevamente mi mirada en Valentín que me miro devuelta sin entender que pasaba.
- Bueno, regresen a sus labores. Si necesito algo más se los haré saber

            Todos salieron de la oficina de Valentín, yo me dirigí a mi escritorio.  Saque la copia de los folletos que había traducido para echar un vistazo. La voz de Valentín me tomo por sorpresa.

-¿Pasa algo entre tu e Isabella? ¿Algún mal entendido?- me preguntó. No quería meterlo a él en este problema.
- No nos llevamos del todo bien- Valentín se acercó a mí y coloco su mano sobre mi hombro.
- Sabes que puedes contar conmigo. ¿Puedo ayudar en algo?
- Tranquilo, no pasa nada – Que se preocupe de mi es algo que me confunde mucho. Dejo su mano unos minutos en mi hombro. Mi corazón se estaba acelerando y mi cara se estaba sonrojando. Valentín se dio cuenta sonrío, él sabía que me gustaba, hacia todo eso para provocarme y lo estaba logrando.- Iré a ver si Anita necesita algo.
- Muy bien. Eso me gusta ¡INICIATIVA!- me gritaba mientras caminaba hacia su escritorio.

            Entré en el ascensor. Saque mi teléfono y revise mi Facebook. Tenía solo un mensaje:

Javiera:
Daslav, espero tengas una semana genial y que no te importen lo que diga y haga esa pendeja de Isabella. Haz tu trabajo lo mejor posible y si quedas en ese Hotel será la mejor forma de derrotarla. Cuando lo hagas me envías una foto de su cara porque esa ¡Hay que enmarcarla para el recuerdo! Nos vemos.

Daslav:
¡Javi! Créeme que serás la primera en saber cuál fue su reacción. ¡Gracias por tus palabras! Nos vemos en clases.

            De camino a la oficina de Anita, decidí pasar a saludar a Leandro. Ahí estaba él, se veía muy serio hablando con León. Leandro me vio y toco el brazo de León con su mano. León se detuvo y me miro. Ambos se quedaron callados cuando llegue a su lado. ¿Muy extraño… o no?

- Hola- dije mirándolos a los dos.
- ¡Das! ¿Cómo estás?- Leandro respondió colocando su mejor sonrisa. La de siempre.
- ¿Qué tal?- dijo León muy serio.
- Yo muy bien- me hice el desentendido, como que no note que hablaban algo- Tengo una noticia importante, pero te la comentare en el almuerzo - Dije mirando a Leandro- ¿Comemos juntos cierto?
- ¡Por supuesto! Pero hoy nos acompañará León- Coloco una sonrisa maliciosa. A León solo lo había visto un par de veces, incluyendo la vez que salimos juntos del Hotel. Aun no existía esa confianza que tenía con Leandro, pero no me incomodaba que comiéramos juntos. Ellos eran muy buenos amigos.
-¡Genial! Nos vemos luego, voy a la oficina de Anita.
- Nos vemos luego- dijo Leandro.

            Seguí mi camino, sin voltear. Aquí está sucediendo algo que debía descubrir luego. Llegue a la oficina. Golpee y entre. Solo estaba Anita.

- Daslav, pasa.
- Anita ¿Necesita que le ayude en algo?- pregunté
- Si, justo te iba a llamar. Todos iremos al Centro de Ski cuando lleguen los huéspedes. Antes de eso tienes que ir a dejar estos documentos. Son un tanto quisquillosos los de ese lugar, así que no quieren que se los envíe por correo electrónico. Además desean que alguien de aquí vaya para conversar unos temas acerca de las clases, y el recorrido que tendrán. Yo no puedo ir ya que tengo una reunión más tarde.  Te servirá para conocer el lugar.
- ¡Genial!- debo admitir que me sentí importante. Que Anita me encomendara esta labor antes que a Isabella, era una recompensa por lo que he hecho- Pero… ¿Cómo llego?
- No te preocupes, le he pedido al estafeta que te lleve. Así que a las tres de la tarde debes estar en los estacionamientos.
- Perfecto, ya son la una y media. Iré a comer para luego alistarme. – dije muy animado.
- ¡Buen provecho!- añadió Anita

            El almuerzo estaba delicioso. Comí lasaña de verduras. Leandro eligió el pastel de papas. Le robe un poco y al igual que mi plato era riquísimo. Leandro Me explico que León tuvo que hacer algo. Y no nos acompañaría. León era un tanto misterioso. Cuando hablamos el otro día, cuando salimos del trabajo. Se notaba muy serio aunque su trato siempre fue amable. Pero la seriedad ganaba. Aun así me caía súper bien.  

-Iré al centro de Ski Blanca Montaña, junto con los huéspedes de New York- Le dije muy entusiasmado a Leandro.
- ¡Pero que notición!- dijo con su natural sonrisa- Me alegro Das, vas avanzando mucho.
- Lo Malo que Isabella también va- su cara paso de mucha alegría a seriedad completa.
- ¡Capaz que te tire desde un barranco!- Ambos reímos con su chiste…. ¿Era chiste…  verdad?

            Terminado el almuerzo, fui a mi oficina. Valentín no estaba. Supongo que Anita le aviso que no estaré en toda la tarde, de igual forma le deje un papel en su pantalla.

Anita me ha encargado una misión:
Iré al centro de Ski.
Deséame suerte

Daslav

            Fui a mi escritorio para buscar mi bolso con mis cosas. Valentín entro en la oficina.

-Das… ¿Todo bien?
-¿Me has dicho Das?
- Me gusto cuando lo menciono Isabella hoy en la mañana.
- Para todos es más fácil. Leandro me nombro así y veo que se ha ampliado. ¿Anita te aviso que me ausentare en la tarde?- pregunte mirándolo directo a esos lindos ojos.
- Me ha informado de todo esta mañana, de hecho fui yo quien propuso tu nombre para que fueras hoy- levanto una ceja y luego cerro uno de sus ojos.
- Mmmm Gracias- me he vuelto a sonrojar.

            Valentín camino a en dirección a su escritorio. Lo observe de reojo y lo vi tomar el papel que le deje en el computador, se limitó a hacer una sonrisa y lo pego un poco más abajo ¡Este hombre me gusta! Hace tiempo que no me gustaba alguien de esta forma. Aunque sea poco tiempo de saber que existe, siento que ya lo conozco de hace mucho. A mi mente se vino el recuerdo de una frase de la película “Un zoológico en casa” cuando Matt Damon le da un consejo a su hijo “Todo lo que necesitas son 20 segundos de coraje irracional. Literalmente coraje irracional. Y te prometo que obtendrás algo magnífico”. Me levante de mi silla y camine en dirección a Valentín. Él estaba concentrado en su computador.

-¿Valentín?- Mi cara seguía roja. Mis manos temblaban excesivamente. Mi estómago se contraía. Mi cuerpo entero tiritaba. Pero debía hacerlo. Necesito saber si realmente existe una posibilidad de intentar algo con él. Siempre me ha costado expresar lo que siento, solo necesitaba estos 20 segundos.
-¿Daslav?- quito su mirada del computador me observo. Sus ojos se conectaron con los míos. Ya estaba en esta situación, no podía esperar más tiempo. ¡Es ahora o nunca!
- Necesito hacerte una pregunta- Si me hubiesen tomado un electrocardiograma, el informe demostraría que estoy a punto de sufrir un Infarto
- Dime- Sus expresiones demostraban incertidumbre. ¡Vamos Daslav! ¡Tú puedes!
- Valentín, en este tiempo que nos hemos conocido. Me he dado cuenta de algo. Tú me…  -Me detuve al escuchar que alguien golpeaba la puerta.