domingo, 7 de febrero de 2016

CAPITULO 28

- Ya te dije que lo sabía.- La expresión de Leandro era seria.
- Pero ahora te lo estoy rectificando.
- A veces siento que no confías en mi.- Desvío su mirada hacía otros skaters. Uno de ellos dio un salto y cayó al suelo azotando su espalda fuertemente. Hubiese sido yo, no me levanto, pero el en un segundo se encontraba en pie como si nada hubiese pasado.
- Igual tienes que ponerte en mi situación. Eres el primer amigo que tengo. El primero que me acepta tal como soy. Siempre me he rodeado de puras mujeres y ellas son más fáciles de entrar en mi mundo y en mi forma de pensar. En cambio los hombres son más reacios en situaciones como esta- Volvió su vista hacia mí.
- Creo que te he demostrado que no soy como todos los demás- Sus palabras me hacían sentir mal.
- ¡Ya! Disculpa, de verdad voy a tratar de decirte todo primero para que no te enteres por otros.- Por arte de magia su cara cambio y dejo ver una gran sonrisa. Realmente es un gran actor o una persona con un trastorno bipolar severo.
- ¿Y? ¿Cómo va el pololeo?- Su pregunta me tomo por sorpresa.
- Emmm igual hasta ahora bien. Aunque discutimos un poco ayer, pero hoy ira a casa.- saque mi teléfono.- ¡Ya son las diez! ¿Nos vamos?- Corte rápidamente el tema.
           
            Cada uno tomo su camino hacia su casa. Quedamos de acuerdo en vernos el domingo en este mismo lugar para seguir con la práctica sobre el skate.


El teléfono de Valentín estaba apagado. Lo llame cinco veces y nada. Los parpados me pesaban y quería saber si iba a venir o no, pero al final el sueño me venció.

            Cuando desperté, tome mi teléfono y no había llamadas de Valentín. Me sentía como  un estúpido de pensar que iba a venir. ¿Se supone que esto pasa en una relación? No insistí e intente no darle vueltas al asunto. Si tiene algún problema, lo lógico sería que pudiéramos resolverlo.

            Conecté los parlantes a mi teléfono y al ritmo de Firework de Katy Perry comencé a ordenar mi casa. Tenía bastante tiempo libre.

Mientras ordenaba mi habitación, pensaba en  los últimos acontecimientos. Estaban mis estudios, la necesidad de buscar un nuevo trabajo, la llegada de Alexis que no pasaba desapercibida. Verlo nuevamente trajo de vuelta los recuerdos de todos mis sentimientos hacía él. Lo que yo llamo “La historia que nunca fue”. Quizás todo hubiese sido diferente si yo en ese tiempo hubiese sido honesto con lo que sentía. Y por último estaba la opción de ir trabajar en las Torres del Paine con él.

            Las oportunidades hay que aprovecharlas, más si se dan muchas veces de la nada. Así que tome la decisión. Llame a Alexis, contesto al tercer tono.

- ¿Hola?
- Alexis ¿Cómo estás?- estaba nervioso
- Daslav. Bien y ¿Tú?- Su voz se escuchaba serena.
- Todo bien por acá. Te llamaba porque pensé lo que me dijiste de trabajar contigo.
- ¿Y? ¿Qué dices? ¿Aceptas el desafío?
- La verdad es que no le di muchas vueltas. Es algo que me gusto desde el momento en que lo mencionaste. Así que acepto el desafío.
- Ya mira. Déjame hablar con mis contactos y te aviso qué onda. Daslav estas oportunidades son geniales y a veces uno piensa ¿Cómo mierda la gente llega a trabajar ahí? Pero cuando estás dentro lo pasas genial, por el buen ambiente laboral y por los lugares que recorrerás.
- Gracias. – Mi nerviosismo se estaba pasando. Me era difícil creer que estaba hablando con Alexis como si fuéramos grandes amigos. -¡Oye! ¿Tienes planes para este viernes?- le pregunté.
- No, nada.
- Había pensado en hacer una junta aquí en mi casa piola. A Violeta y Ornella les encantaría verte. ¿Te gustaría venir?
- Genial, obvio siempre es bueno reencontrarse con gente que fue parte de tu vida. – ¡Que tierno!- ¿Cómo han estado esas loquillas?
- Es poco lo que hemos hablado, Han estado muy ocupadas y no hemos coincidido en juntarnos, pero espero puedan venir este viernes.- Ni siquiera les había preguntado.- Así que te espero el viernes a las ocho. Te mando mi dirección por WhatsApp más tarde.
- Dale. Cuídate.

            La junta era una forma de agradecer por darme la oportunidad de ir a trabajar a tan hermoso lugar. Aunque igual era para poder compartir un rato más con él. Lo primordial para el viernes era la presencia de mis amigas. Hemos estado distanciados por los estudios, pero sé que siempre pudo contar con ellas.

            Cree un grupo en WhatsApp llamado “Juntémonos juntos”. Una vez por error dije “podríamos juntarnos juntos” y esa frase quedo para siempre.

Daslav:
¿Están por ahí?

Ornella:
¡Aquí! ¡Por que no hicimos esto antes!

Daslav:
No se me había ocurrido. Violeta debe estar ocupada.

Ornella:
¡Ya tú sabes con que! Jajajajaja –Extrañaba sus tallas en doble sentido-.

Violeta:
Ustedes son los que andan haciendo esas cosas.

Daslav:
Adivinen con quien me encontré.

Ornella:
Soy mala para las adivinanzas.

Violeta:
¿Con quién?

Daslav:
Con Alexis.

Violeta:
¡Uuuuuuuuuuuuy!

Ornella:
Noooooooo ¿Qué onda?

Daslav:
Buena onda todo el rato. Tenemos mucho que contar, por lo mismo organice una junta para este viernes y lo invite.

Ornella:
¿La dura? Perfecto, no tengo nada que hacer este viernes.

Violeta:
¿Pueden creer que yo tampoco? Por primera vez no existen problemas para vernos.

Daslav:
Le dije a las ocho a Alexis, pero ustedes lleguen antes para para ponernos al tanto de todo.

Ornella:
Bacán. Hace rato que no nos vemos.

Violeta:
¡Sí, Bastante!

            Seguimos hablando por un largo rato más comentando algunas cosas. No me había dado cuenta de lo mucho que las extrañaba. Me hacían falta en estos momentos. Leandro había llenado el vacío de aquella amistad que estaba congelada, pero no era lo mismo hablar sin filtro con quienes te han conocido muchos más años. Debo presentarle a Leandro, lo amaran.


Eran las seis de la tarde y encendí la televisión. No tenía ganas de leer y escribir. Así que busque una película. Después de hacer zapping me quede viendo Harry Potter y Las reliquias de la Muerte. La había visto millones de veces, pero aun así era como si fuera la primera vez. Pasada una hora de estar pegado mirando la película, me distrajo el timbre. ¿Quién será?          

            Baje rápidamente las escalera y abrí la puerta.

-¡Qué te paso!- Valentín tenía un ojo morado y un corte en el labio.
- He tenido una pelea con Fernando- me dijo mientras lo hacía pasar.
- ¿Por qué ha sido esta vez?- tomamos asiento en el sofá.
- Ayer llego muy curado y empezó son su show. Arrojo unas cosas, pero me colapso cuando rompió el cuadro con la imagen de Diana.- Su mirada expresaba tristeza. Ahora entiendo porque no me llamo.- Lo empuje y luego fueron más fuertes los golpes.
 - ¿Y qué paso después?- tomo mis manos.
- Después se fue no sé a dónde. Me preocupe porque no podía manejar su moto en estado de ebriedad. Llame a Alejandra y él estaba con ella.
- Igual te preocupas de tu hermano después de todo.
- No lo quiero perder, pero ya no puedo seguir aguantando sus pendejadas. –Apretó con fuerzas mis manos.- Quiero pedirte disculpas, No contesté tus llamadas. Sé que no es una excusa, pero lo siento.
- Entiendo- Ahora que sabía todo no había razón para estar enojado- Igual podrías haberme avisado, pero ya no importa.
- ¿Seguro?- sus ojos me observaban intensamente. Su mirada irradiaba ternura, tristeza y cariño.
- Si, seguro- Me dio un beso en mi frente. Un gesto tan paternal que me gustaba y luego rozó con la punta de sus dedos mis labios.
- Te extrañe muchísimo- Dijo mientras me acercaba a su cuerpo. También lo extrañaba, lo necesitaba. Su calor, su olor, su presencia.
- También te he extrañado- Me acomodé para mirarlo- Tu reacción igual me impresiona. ¿Has pensado que puedo ayudarte con lo que estás pasando?
- Me gusta ser yo el que arregla mis problemas.
- Ese es el punto. Intentas controlar todo, pero hay cosas que no puedes. Las reacciones de Fernando vienen por lo mismo. Y bueno tienes que admitir que yo igual puedo ser de ayuda. Tal vez no voy a poder defenderte en una pelea, pero si quieres hablar puedo darte mis puntos de vista. No todo tienes que hacerlo solo Valentín.
- He pasado la mayor parte del tiempo solo y he tenido que tomar decisiones a muchas cosas y no he requerido de ayuda de nadie.- su expresión se volvió seria. Me estresa que haga eso.
- Insisto, tienes que aceptar la ayuda de los demás. ¿Ok?
- Lo intentaré- hizo una pausa-No quiero que volvamos a discutir.- Me rodeo con sus brazos.
- Las discusiones siempre estarán presente, pero ya lo hemos solucionado.
- Te quiero- Dijo y me beso.

            Sus besos eran una de mis adicciones al igual que sus caricias. En sí, él era mi droga.

- Cuidado- Me detuve y lo mire. Tenía sus ojos cerrados.- recuerda que me duele el labio.
- Perdón, es que a veces es difícil controlarse. – Le sonreí y el me imito.
- Me es imposible controlarme ahora.- Me tiro hacía su cuerpo. Nos dejamos llevar por la excitación del momento. Nos quedamos abrazados.
- ¿Qué estabas haciendo antes de que llegara?
- Veía una película.
- ¿Cuál?- pregunto curioso.
- Harry Potter- soltó una carcajada.
- ¿No te cansas de verla?-
- Para tu conocimiento. No. – El rugido de mi estómago nos distrajo. No había comido en todo el día. Cuando estoy solo, suelo no comer.
- También tengo algo de hambre. – dijo- ¿Qué tal si preparamos unas fajitas?
- Perfecto.

            Nos demoramos muy poco tiempo en llegar al supermercado en su auto. Buscamos todos los ingredientes. En la caja, una chica linda no dejaba de ver a Valentín. Una vez más sus encantos dejaban embobados a los demás. La cajera pasaba lentamente todos los artículos y estaba colapsándome, pero la entendía. Si yo estuviera en su lugar haría lo mismo al ver a un joven guapo.

- Como siempre llamando la atención en cualquier parte- Dije mientras íbamos de vuelta en el auto.
- ¿Por qué?- se río. Sabía perfectamente a lo que me refería, pero quería oír mis palabras celosas.
- La chica te quedo mirando todo el rato.- Levanto una ceja- Te estaba desnudando con la vista.
- Las cosas que dices- Coloco su mano en mi pierna.- el único que puede hacer eso eres tu.- Sus frases subidas de tono me gustaban, pero siempre me pillaban de sorpresa. Encendí la radio. Había un CD en el interior lo coloque. Uno de mis italianos favoritos comenzaba a cantar.
- ¿Te gusta Tiziano Ferro?- pregunte asombrado por sus gustos musicales.
- Es de Alejandra. El otro día lo colocó y se ha olvidado de el.
- Entiendo.- apreté unos botones para poder escuchar una canción. – Tiziano me gusta mucho.

            Cuando lo empecé a escuchar hace algunos años atrás, me plantee el desafío de aprenderme una de sus canciones en italiano, termine aprendiéndome varias. Coloque Non me lo so spiegare:

Un po' mi manca l'aria che tirava
o semplicemente la tua bianca schiena..nananana
e quell'orologio non girava
stava fermo sempre da mattina a sera.
come me lui ti fissava
io non piango mai per te
non farò niente di simile...nononono
si, lo ammetto, un po' ti penso
ma mi scanso
non mi tocchi più

            Valentín al escucharme abrió los ojos. Se nota que lo deje impresionado al cantar en otro idioma. No dijo nada. Yo me dedique a cantar todas las canciones y disfrutar el momento.

            Llegamos a casa y nunca pensé que preparar  algo para comer fuera tan divertido. Valentín no tenía manos para esto. Ahora entendía porque siempre prefería comer a fuera y llegar a hacerlo solo. Ni picar los tomates podía. Al final termine de hacer todo yo y él se ofreció a lavar después de comer.

            Llevamos las cosas al sofá y aprovechamos de buscar una película. Era una perfecta noche. Me gustaría estar todos los días de esta forma con él. No quería arruinar el momento contándole que tal vez me iría a trabajar al sur. La idea no le iba a gustar, con su tonta manía de controlar todo. Terminamos de comer y ayude a Valentín a lavar las cosas. Me imaginaba esto en un futuro. Estar en una relación ya consolidada. Viviendo juntos en nuestra casa. ¿Pero si me voy tendría que renunciar a todo esto? Daslav, ¿Estás seguro de tus decisiones?

- ¿Das?- Volví a la realidad.
- ¿Ah?
- ¿En qué pensabas?-
- Estaba pensando en… mi madre. No me ha llamado para saber cómo esta. - Tome el teléfono, le marque y no contesto. Debe estar en el evento. Le envié un mensaje de texto.
- ¿Todo bien?- pregunto Valentín.
- Sí.
- Genial. Ya es hora de que me vaya. Es tarde y la gente que no abandona sus actividades tenemos que trabajar.
- Todo cambio es para mejor.- Cerré uno de mis ojos.
- ¿Por qué no vuelves?- se acercó a mí.- tenerte lejos de mi vista no me gusta.
- Ahora tienes más tiempo para extrañarme. ¿Te quedas conmigo esta noche?
- Estaba esperando a que lo pidieras.

            Terminamos de ordenar y nos fuimos a acostar. Mi habitación estaba helada. Rápidamente me coloque el pijama y me metí a la cama. Valentín hizo lo mismo, pero solo en bóxer. Tenía mucho frío. Él lo noto y me envolvió en sus brazos. Era genial dormir con él. Su calor corporal era todo lo que necesitaba en ese momento.

- No tengo sueño aun- dijo Valentín
- Debes dormir. Mañana trabajas.- Me beso el cuello ¡Mi punto débil! Sentía como apretaba su erección contra mi cuerpo.- Sin embargo, yo tampoco tengo sueño.

            Nos sumergimos en un largo beso. Sus manos tocaban cada centímetro de mi cuerpo. Sus dedos iban desde mi espalda hasta mi trasero en movimientos lentos. El frío ya no me importaba. Solo deseaba hacer el amor con Valentín. Me saque rápidamente el pijama, no sé porque me lo coloque si sabía a lo que íbamos. Ambos quedamos desnudos. Nuestros miembros se rozaban con cada movimiento que hacía. Comencé a masturbarlos juntos. Los gemidos eran leves, pero demostraban que le gustaba lo que estaba haciendo.  Baje dando besos por todo su abdomen llegando hasta su pene. Pase mi lengua por la punta. Valentín cerró sus ojos y coloco su mano sobre mi cabeza. Con eso me daba a entender lo que necesitaba. Mis movimientos eran lentos al principio y luego fui aumentando mi velocidad. Los gemidos varoniles de mi pololo me excitaban demasiado.

- Sigue así- me detuve un momento para pasar mi lengua por sus testículos. Sabía lo que le gustaba que le hiciera. Tocó con su mano mi mentón y me llevo a sus labios.- ¿Qué quieres que te haga ahora?- dijo en medio de nuestros besos.
- Nada- nuestros labios se separaron y levanto una ceja.
- ¿Nada?
- Quiero hacer algo yo ahora.- Mi cuerpo estaba sobre el suyo. Sus brazos me rodeaban por la cintura.
- ¿Algo como que?- Siempre me ha hecho decirle todo. No deja nada a la imaginación.
- Quiero ser yo quien te penetre.- Abrió sus ojos. Segunda vez que lo tomaba por sorpresa en el día. – nunca lo he hecho y me gustaría intentarlo contigo.
- Nunca he sido pasivo- respondió.
- ¿Lo intentamos?
- Bueno.

            Mi primera vez como activo y para él la de pasivo. Para definir gustos obviamente tenemos que ir probando todo. Seguimos besándonos por un rato más. Luego Valentín bajo a mi entrepierna e Introdujo mi pene en su boca. Con cada encuentro sexual íbamos aprendiendo de lo que nos gustaba o no hacer. Después de un momento tuve que decirle que se detuviera porque estuve a punto de acabar..

            Saque un condón de mi velador y me lo puse. Valentín se acostó boca abajo. Me sentía nervioso de hacer esto. Coloque un poco de lubricante en su ano y puse la punta de mi pene en la su entrada. Me recosté sobre su espalda y lentamente lo introduje.

- ¿Duele?- le pregunté a Valentín que estaba con los ojos cerrados.
- Si.- que pregunta más tonta. Es obvio que le iba a doler. – pero sigue.

            Trate de no hacerlo fuerte para evitar un poco el inminente dolor. Después de unos minutos estaba completamente en el interior de Valentín. Me quede en esa posición para que pudiese acostumbrarse. Y con movimientos leves empecé mis embestidas. Valentín se quejaba, pero no me decía si era de dolor o por que le estaba gustando. En cambio yo sentía placer máximo.

- ¿Estas bien?- dije
- Sí. Ya es menor el dolor.    

            Cambiamos de posición. Esta vez colocó sus piernas sobre mis hombres y nos mirábamos de frente. Todo lo que hacíamos era una nueva experiencia en mi vida. Me gustaba y que el aceptará hacer esto por mí era una prueba más del amor que sentía. Aunque me costara decirlo, me estoy enamorando de Valentín.

            Salí de su interior y acabamos juntos. Nuestros cuerpos estaban sudados. Me abrazo fuerte y coloque mi cabeza en su pecho. Con un tierno beso en mi frente nos quedamos dormidos.


- ¡Das!- Sentía que alguien me nombraba y me movía lentamente. Abrí mis ojos y Valentín estaba vestido.
- ¿Qué hora es?- Me senté rápidamente.
- Tranquilo son las seis y media. Me levante antes para poder pasar a casa y cambiarme de ropa. -  Me volví a meter en la cama- No me quería ir sin despedirme.
- ¿Nos vemos más tarde?- Cerré los ojos. El sueño me estaba ganando nuevamente- Mejor no planeemos nada. Siempre que decimos algo, resulta lo contrario.
- Tienes razón- me encanta verlo sonreír.- Ahora duerme.

            Con un beso se despidió de mí y luego me quede profundamente dormido.

En mi sueño estaba de pie, frente a mi habían dos caminos. Uno me llevaba al hotel y el otro a unas montañas. No era tan confuso como parecía, ya era tiempo de empezar a tomar dediciones: quedarme con Valentín o mi futuro laboral. Si realmente me quiere como dice, debe apoyarme con lo que elija.


El viernes llego muy rápido. Ya eran las casi las ocho. Supuestamente mis amigas iban a llegar antes que Alexis y de esta manera conversar, pero me avisaron que lo harían más tarde por algunos problemas. No quise preguntar más detalles, lo importante era que venían. El timbre sonó y ahí estaba Alexis. Vestía una chaqueta de cuero negra y unos pantalones rojos.

            Conversamos de varios temas, pero todo se enfocaba a su trabajo en Las Torres del Paine. Todo lo que me contaba eran maravillas de aquel lugar y me incentivaba a poder conseguir un empleo allí.  Me sentía motivado, pero hacerme la idea de que iba a estar alejado de Valentín no me gustaba.

- ¿Estás seguro que las chicas vienen?- 
- Si, están retrasadas- Le mostré el WhatsApp para que creyera. Tal vez pensaba que era todo una mentira.
- Mujeres son tan complicadas.
- Claro, por eso no me gustan- sus ojos se abrieron por lo que acaba de decir. El timbre sonó. ¡Salvado por la campana! Camine hacía la puerta y la abrí.

- Ya era hora de que llega… - en la entrada no estaban mis amigas, si no que Valentín con varias bolsas en sus manos.