Su mano se detuvo unos minutos a dar
caricias sobre mi pene. Lentamente me fui excitando. ¿Su turno? ¿Se habrá
referido a lo que hicimos en la oficina? Me quitó mi abrigo y mi chaleco. Quede
solo con mi camisa. A esas alturas el frío era un tema que ya no importaba. Él
hizo lo mismo con sus prendas, para hacer la situación más cómoda.
- Me gustas- dije a Valentín entre algunos
jadeos mientras el besaba mi cuello. Se apartó para mirarme.
- También me gustas.
- No digas también. Es como si te sintieras
obligado a decirlo.- Levantó una ceja.
- Me gustas Daslav. –Sonrío-¿Así está bien?
- Muy bien- lo besé.
Cada caricia era una carga de
electricidad que recorría cada centímetro de mi cuerpo. Valentín estaba
controlando todo en un grado que me sorprendía. Tanto tiempo imagine que iba a
estar en esta situación. Y lo mejor de todo, eran que mis sentimientos eran
correspondidos. Uno a uno fui desabrochando los botones de su camisa. Quería
observar en todo su esplendor al hombre que día a día movía mi mundo. Lleve mis
manos a su pecho para acariciarlo. Sus vellos hacían cosquillas. Llegue a sus
hombres y deje su torso desnudo.
Valentín no era musculoso cono León,
pero su cuerpo me gustaba. Sin embargo lo que me llamo la atención fue ver dos
tatuajes. El primero era el dibujo de un sol con un gran D en su hombro derecho.
Y el segundo se encontraba en su bíceps izquierdo, una frase en inglés:
“LIVE THE GOLDEN RULE”
- No me habías dicho que tenías tatuajes- dije
pasando mis dedos por las líneas marcadas en su piel.
- No lo encontré relevante. – Tenía razón. Si
yo tuviera uno no andaría diciendo “mira mi tatuaje” a todos.
- ¿Tienen algún significado? O ¿Simplemente te
gustan?
- Este- señalo su hombro- Es por Diana. A ella
le gustaba el verano, a diferencia de mi madre.- ¡Y a mí!- decía que el sol la
llenaba de energías y era verdad. Siempre andaba feliz por la casa cantando.
Era una mujer sorprendente.
- Me hubiese gustado conocerla- dije.
- Se hubiesen llevado bien. Este- Señalo la
frase- significa “Vive la regla de oro”.
- Trata a los demás como quieres que te traten-
dije.
- La ubicas.- abrió sus ojos.
- ¡Muy conocida! Y tú… ¿Vives la regla de oro?
- La recuerdo todos los días. Hasta ahora intento vivirla.- Sonrío
- Me gustan los chicos con tatuajes- cerré mis
ojos al decir esa frase tal como le gusta a él, luego los abrí.
- ¿Sí?- levanto una ceja. Es tan atractivo
cuando lo hace.
- Sí. De hecho yo me quiero hacer uno. Espero que luego.
- ¿Y qué será?-
acerco sus labios a los míos.
- ¡Una Sorpresa!- nos besamos.
Sus
manos desabrocharon mi camisa y rápidamente mi pantalón voló. Mi bóxer negro
era lo único que contenía mi erección. Su mano se posó sobre mi miembro y lo
apretó delicadamente. Un gemido de placer salió de mi boca.
-¿Te gusta?- dijo y yo asentí.
- Dímelo.- Esto se parece a lo que paso en la
oficina.
- Si, me gusta.- se acomodó colocando su boca
sobre mi pene. Solo una tela me separaba de él. Pasaba su labios por sobre mi
bóxer. Mi cuerpo se arqueaba de placer.
- Valentín quiero…- Me daba vergüenza pedirle
que me lo “chupara”.
- ¿Qué quieres?- desde abajo me miraba.
- Tú sabes que- mi cara se puso roja.
- Daslav, ya hablamos de sentir vergüenza y del
nerviosismo. - ¿Por qué me pongo así con él?- Ahora dime ¿Qué es lo que
quieres?- Cerré mis ojos para no verlo- ¡Hey! Mírame.
- Quiero que me lo chupes- ¡Por qué hay que
decir las cosas! Me sonrió y bajo nuevamente. Quito mi bóxer dejando mi
erección expuesta. Lo tomo con su mano y comenzó a masajear. ¡Placer máximo!
Coloco sus labios en la punta y comenzó a succionar. Se ayudaba con su mano.
Estuvo
así por varios minutos. Me gustaba lo que me hacía sentir. Mi cuerpo temblaba
de placer. Nunca imagine tener a Valentín de esta forma, bueno… si, pero pasar
de la fantasía a la realidad es algo distinto. Valentín se manejaba haciendo
esto. Con su otra mano acariciaba mis testículos. ¡Fantástico! Los apretaba suavemente.
- ¡Valentín, para voy a acabar!- dije entre
gemidos fuertes. No se detuvo.- ¡Me voy!- saco mi pene de su boca y comenzó a
masturbar más rápido hasta llegar a mi clímax. Acabe en mi pecho. Sentía como
cada parte de mi cuerpo deseaba gritar, desahogarse por lo que me había hecho.
- ¿Te gustó?- dijo mientras se acomodaba al
lado mío.
- Demasiado.- lo abracé y hundí mi cabeza en su pecho. Sus vellos
hacían cosquillas en mi cara.
- Muy bien cariño- Me cuesta acostumbrarme a
esa palabra. Su sonrisa era verdadera. Mi cuerpo estaba exhausto, pero seguía
con ganas de seguir explorando el de Valentín. Lo bese y con la yema de mis
dedos lo tocaba. Llegué hasta su ombligo
y desbroche su pantalón. Fui directo a lo que quería. Lo baje junto con su
bóxer al mismo tiempo. Podía ver su pene, tenía buen tamaño y estaba
completamente duro.
Valentín
estaba desnudo. Su cuerpo ni se comparaba a lo que me imaginaba. Era mucho
mejor a todos esos pensamientos. Era obvio lo que iba a ocurrir ahora. Los
nervios se negaban a retirarse. Mi cuerpo estaba temblando como si fuera la
primera vez. El recuerdo de haber estado con León vino a mi mente. -¡Daslav! No
es tiempo de acordarte de él. Disfruta lo que tienes frente a ti- dijo la
vocecita en mi cabeza, pero entre decirlo y hacerlo, hacerlo estaba costando
mucho. Cerré mis ojos para concentrarme.
- ¿Estas bien?- dijo Valentín. ¿Todo bien?
Diría León. ¡SACALO DE TU MENTE!
- Sí.- Mi cuerpo temblaba aún más rápido.
- Tranquilo cariño- se acostó sobre mí. Su pene
estaba junto al mío. Su cuerpo cálido me envolvía. La excitación y el deseo se apoderaban
de mi cuerpo nuevamente. Era una sensación agradable. Increíblemente cada vez
que me besaba me sentía mejor. Tranquilo y sin tantos nervios. Cambiamos de
posición sobre la cama. Él quedo abajo y yo arriba. Estaba deseoso de probar su
cuerpo. Lo besé desde su cuello, pasando por su pecho, ombligo y me detuve en
su pene. Lo mire, Valentín levantó su ceja y luego cerré mis ojos metiendo su
erección dentro de mi boca. Escuchaba sus gemidos de placer.
De
vez en cuando abría los ojos y me encontraba con su rostro mirándome, o con la
cabeza hacía atrás. Me fascinaba darle placer al hombre que cada día estaba
conquistando mi corazón.
-¡Mierda! Das no pares. ¡Lo haces muy bien!-
dijo entre gemidos.- ¡Así! ¡No pares! Movía sus caderas buscando más
profundidad en mi boca. Las lágrimas se iban juntando en mis ojos. Lo saqué de
mi boca y Valentín se acomodó para besarme.
Luego me acostó en la orilla de la cama y
levanto mis piernas. Se agacho y paso su lengua por mi ano. Su barba hacía
cosquillas en mí. Comencé a reír a carcajadas Era un sentimiento raro que se
mezclaba con la excitación del momento.
Valentín
se detuvo, fue a su pantalón y saco un paquetito metálico.
- Siempre hay que tener uno- dijo mientras lo
abría. Yo también tenía uno en mi bolso. Para que andar con rodeos si ya sabias
lo que podía pasar. Le devolví una sonrisa que tanto le gusta. Se lo coloco y se
puso un poco de lubricante.- ¿Seguro?- Asentí. Esta vez no me pidió que lo
dijera y me alegro no tener que decir en voz alta que sí.
Se
colocó mis piernas en sus hombros y lentamente empezó a penetrar. Trate de relajarme,
moví mi cabeza hacia atrás para que no viera mi expresión de dolor. Valentín
movió mis piernas hasta sus costados y con su pene dentro de mi acerco su
cuerpo y me beso.
- ¿Te duele mucho?- preguntó.
- Si, pero me iré acostumbrando- Lo miré y me
sonrío.
- Si es mucho me dices y no continuamos.
- Ya te dije que puedo soportarlo.- Levante mi
ceja- Hay cosas que tengo que controlar yo.
Los
movimientos fueron aumentando su velocidad. El dolor se convertía en placer. Me
gustaba ver la cara de excitación de Valentín. Él no dejaba de mirarme a los
ojos y de sonreír. Me hacía feliz estar con él, verlo y tenerlo conmigo.
Seguimos así por bastante tiempo. Valentín me llevaba una vez más al máximo
placer que podía sentir. Y por los gestos de su cara, veía que disfrutaba igual
que yo. Un rugido de su parte me hizo saber que había llegado al éxtasis final.
Lentamente salió de mi interior, saco el condón y lo arrojó al suelo. Se
acomodó al lado mío. Me abrazó y me cubrió con el cobertor. Su cuerpo era una
mezcla de sudor y perfume.
- Te quiero- ¿Realmente dije eso? Si realmente
lo dijiste dijo la voz en mi cabeza y porque lo sientes.
- Cariño, te quiero- Levantó su barbilla para
besarme- Esto no un juego para mí- su expresión se volvió sería.- ¿Quieres
pololear conmigo?- Mis ojos se abrieron al máximo. ¿Pololear?- Tal vez pienses
que esto va muy rápido, pero…
- Si quiero- ¡Te pasarías de tonto si no
aceptabas! Valentín sonrío. Mi corazón saltaba de emoción.
Seguimos
abrazados en silencio. Me hundí nuevamente en su pecho. Yo asimilaba lo que me
había propuesto Valentín. En un principio me conformaba con tan solo verlo a
diario, ahora sus besos y caricias era una adicción, sin embargo ya sentía la
necesidad de tenerlo siempre.
- Hoy nos quedaremos aquí. No quiero romper
este momento con el ajetreo de tener que irnos- dijo Valentín.
- ¡Pero mañana hay que trabajar!- me acomodé
para mirarlo mejor.
- Lo sé, pero soy el jefe y tú eres el pololo
del jefe.- sonrió y levanto una ceja- Eso viene con beneficios especiales.
- No quiero beneficios. Solo te quiero a ti.
- Tranquilo. Mañana nos iremos temprano.- Me levante para buscar mi teléfono.
- Debo avisarle a madre- la habitación estaba
helada. Así que regrese rápidamente a la cama- Si no, ya sabes que se
preocupará
- Muy bien.
Le
mande un mensaje por WhatsApp. Era la forma más rápida para hablar con ella.
Muchas veces estaba en reuniones donde no podía responder, pero por este medio
siempre estaba disponible.
Daslav:
Mama. Valentín me llevo de paseo a Viña, pero
se nos hizo tarde así que nos quedaremos en su casa.
Pasados
unos segundos respondió.
AA Mamá:
Bueno, con mucho cuidado. Te amo.
Daslav:
Te amo.
- ¿Qué significa AA Mamá?- No me había
percatado que me observaba mientras escribía.
- Avisar a mamá. Lo escuche de parte de un
carabinero. Cuando te pasa algo y no puedes dar la información por tu parte.
Ellos llaman a un contacto, y es más fácil buscarlo en el teléfono en ese
momento de urgencia.
- ¡Wow! Nunca lo pensé.- Me beso la mejilla- es
buena idea. ¡Ya!- Se acomodó más a mi lado –Hace mucho sueño. A dormir.
Eran
las doce y media. Antes de dormir coloque la alarma para no pasar de largo al
otro día. En los brazos de Valentín me quede dormido.
Valentín me dejo en mi casa para que me
cambiara ropa. Insistió demasiado en pasarme a buscar de vuelta para ir al
Hotel, pero no acepté. No estaba preparado para que me vieran llegar con él. No
me importaba lo que los demás pensarán, pero el problema era yo. No me hacía la
idea aun de que estuviera “pololeando” con alguien. Que ese alguien fuera
Valentín me daba mucha felicidad pero todo lo que conlleva un pololeo de solo
pensarlo me atemorizaba. Había visto muchas parejas juntas, y yo deseaba en
este tiempo poder estar como ellos, pero ahora que esto se venía mis
inseguridades se hacían presente- ¿Podrías dejar de pensar tanto e dejarte
llevar?- La voz en mi cabeza tenía razón. Le estoy dando muchas vueltas.-
¡Esta bien!- dije fuete.
Después
del show del ascensor me prometí que no entraría nuevamente a uno solo. Y si no
llegaba alguien que me acompañara, subiría las escalares. Antes de ir donde
Valentín pase donde Anita, para saludarla. Ella estaba sentada en su escritorio
aplicándose un poco de maquillaje en el rostro para evitar que vieran su cansancio.
- ¿Cómo está?-dije animándola.
- Ya te dije que no me trates de usted- sonrió,
y luego se aplicó un poco de rubor en las mejillas.
- ¿Cómo estás Anita?
- Muy bien Das. ¿Paso el susto?- Por fin había
terminado de arreglarse.
- Sí. Estoy más tranquilo, pero no me subo a un
ascensor solo nunca más.- Diego entro en la oficina.
- Hola- Salude con una sonrisa.
- Hola Daslav-
- ¿Estas mejor Diego?- Preguntó Anita.
- Si, un poco cansado, pero bien.
- Genial-dije. Diego me miro con cara extraña.
Yo estaba intentando llevarme bien con él.
Su mala actitud hacía mi era influencia de Isabella…. Hablando de ella
- Buenos días personal-detuvo su mirada en mí.-
y Daslav ¿A dónde fuiste con Valentín ayer?- Diego me miró impresionado- Diego,
ni te imaginas la sorpresa que nos tenía el jefe con este mar… Daslav- Cerré
mis puños. Si ella no fuera mujer ya le hubiese plantado el feroz combo en la
cara.
- Isabella te estás pasando- dijo Anita.
- Pero si no he dicho nada malo.- Se acercó a
Diego- Para que tengas cuidado, Daslav podría estar mirándote al jugo.- Daslav,
cuenta hasta diez… uno, dos, tres, cuatro, cinco….- Ah pero no puede porque se
está “comiendo al jefe”- seis, siete , ocho, nueve…
- ¿Algún problema con eso?- dijo Diego- ¿Qué?
¿Diego enfrentándose a Isabella?
- No deberíamos juntarnos con gente así- ¡DIEZ!
- Isa, punto uno: Tú trabajas para gente como
él. Punto dos: ¡No puedo creer lo
homofóbica que eres! y punto tres: ¡Yo soy gay!- Los ojos de Isabella se
abrieron. ¿No lo sabía? Pero, si se notaba.
- ¡Diego! Creía que éramos amigos- Me acorde de
una frase que dijo Diego cuando llegamos “esto está mejor que reality”
- ¡Yo pensé lo mismo!- Anita y yo nos
manteníamos al margen de la situación.
- ¡No puedes ser gay! Me hubiese dado cuenta.
- Estas tan pendientes de ti que no te importa
lo que los demás sientan- Diego estaba llorando.
- ¡Este Hotel está lleno de maricones!-
Isabella se llevaba las manos a la cabeza. Estaba impactada.
- ¡Para! Estas siendo demasiado hiriente. Mira
como esta Diego- Intervine.
- ¡Tú no me hables!- Me señalo con rabia.
- Isabella ya me has hecho suficiente. No te
tengo miedo- Pero no voy a aceptar tu trato así con los demás- Diego Salió
corriendo de la oficina. Pude ver el dolor en su mirada.
- Deberían darte un premio- empecé a aplaudir-
Tienes la maestría en como herir a la gente.- Salí detrás de Diego.
Tal
vez quería estar solo, yo lo hubiese preferido, pero puede ser que Diego no
fuera como yo. Lo perdí de vista. Llegué
donde Leandro.
-¡Das!- ¿Cómo estás?
- Bien y ¿Tú?
- Excelente. Tengo mucho que contarte acerca de
mi noche con Alejandra.- ¡Su cita! Lo olvide completamente. Que mal amigo soy.-
¡Genial! Oye, pero antes ¿Viste pasar a Diego?
- Sí, salió al exterior. ¿Qué pasó?
- Te lo explico luego.
Igual
me preocupaba el estado en el cual estaba Diego. Más si consideraba a Isabella
de amiga y que te hiciera ese show frente a los demás. De verdad espero que
recapacite y se fije bien en las personas que confía.
El Frío en el exterior era
insoportable, automáticamente me congele. Era uno de los días más gélidos de
este invierno. Yo había dejado toda mi ropa de abrigo en la oficina. Mire a mi
alrededor y ahí estaba Diego, pero no estaba solo. Recibía un abrazo de… ¿León?
No veía a León desde la fiesta en
casa Valentín. Recuerdos e historias se venían a mi mente. Nuestra noche de
sexo, el puñetazo a Valentín, Diana y ahora Diego. Aunque no sabía si hacía
bien, me acerqué a ambos. León al verme se separó rápidamente de Diego.
- ¿Estas bien?- mire a Diego que se limpiaba la
lágrimas con las manos.
- Sí. Gracias por tu preocupación Daslav
- Dime Das.
- Gracias Das.- sonrío. Era un chico lindo,
pero siempre era opacado por Isabella.
- León. ¿Cómo estás?- Lo mire. Estaba asombrado
por como hablaba con Diego. Siempre pensó que nos odiábamos.
- Emmm bien.- hubo un silencio incómodo.
- ¿Entremos? Hace frío.- dije. Mis manos
tiritaban.
- Sí, claro.- Caminamos, pero León no nos
siguió
- ¿No vienes?- le preguntó Diego. Mi sexto
sentido me dice que algo pasa entre ellos. ¿Y que hace aquí si los martes son
sus días libres?
- Voy a fumar un cigarro y voy.
- Me convidas uno- dijo Diego. Y se devolvió
hacía él.
Seguí caminado sin darme vuelta.
¿León y diego juntos? ¿Desde cuándo?
Regrese
con Leandro.
- León está afuera- le dije- consolando a
Diego.
- ¿Un martes? Pero si es su día libre…. ¿Con
Diego?- Me miro y frunció el ceño- ¿Celos?
- ¡No!- Puse los ojos en blanco- ¿Almorzamos
juntos?
- Por supuesto. ¡Tienes mucho que contar!
Me alegre de no trabajar junto a Isabella, pero
igual sentía pena por Diego. Si ya me hacía sentir incomodo estando a varios
pisos lejos de ella, para él debe serlo aún más.
Esperé
a Valentín, pero no llego a la oficina. ¿Le habrá pasado algo? Lo llame y su
teléfono estaba apagado. No insistí. Al rato recibí un correo electrónico:
Martes 19 de Junio del 2014 a las 10:02
De: valentin.henriquez@hgp.cl
Para: daslav.evans@hgp.cl
Asunto: Buenos días
Cariño. ¿Cómo estás? Tuve un pequeño accidente
con el celular. Así que por eso te escribo por acá. Estoy en una reunión con
los abogados. ¿Almorzamos juntos?
Te quiere.
Tu pololo.
Usar
palabras lindas era algo que me iba a costar estando en “una relación”.
Respondí:
Martes 19 de Junio del 2014 a las 10:10
De: daslav.evans@hgp.cl
Para: valentin.henriquez@hgp.cl
Asunto: Buenos días
Ya echaba de menos tu control aquí. ¿Qué le
hiciste al pobre teléfono? Almorzaré con Leandro, pero si quieres podemos hacer
algo más tarde.
Te quiero
¿A
eso le llamas usar palabras lindas? Me dijo la voz en mi cabeza. Espere unos
minutos para ver si llegaba respuesta de Valentín.
Martes 19 de Junio del 2014 a las 10:17
De: valentin.henriquez@hgp.cl
Para: daslav.evans@hgp.cl
Asunto: Buenos días
Si no supiera que Leandro es tu mejor amigo, me
pondría celoso. Nos vemos más tarde.
Besos.
Ya
me imaginaba a Valentín teniendo celos de Leandro.
Había
mucho que aprender y practicar en cuanto a relaciones. Me gustaría ser más
expresivo como Leandro, más extrovertido más…. El golpe de la puerta me
distrajo.
- Das, estos documentos te envía Anita- Diego
traía dos carpetas.
- ¿Mejor de ánimos?- le pregunté.
- Hay que hacérselos- su cara demostraba lo
contrario.- ¿Estás muy ocupado? Necesito que hablemos de León.