miércoles, 11 de noviembre de 2015

CAPITULO 17


          20 días de licencia era algo que en el fondo, anhelaba. Tener tiempo para hacer cosas que tenía pendiente. ¡Era lo máximo! Mi madre no me dejaba hacer nada en la casa. Por ende se levantaba temprano todos los días, ordenaba y preparaba el almuerzo, de esto modo yo no tuviera que hacer ningún esfuerzo. Me sentía como un niño consentido. Pase la mayoría de mis días solo en casa. Pude leer varios libros que tenía pendientes como lo eran Divergente, Insurgente y Leal. Me gustan las sagas, y más aún si son más de tres libros. De momento el que ocupa mi tiempo es Buscando a Alaska. El patrón que sigue John Green en cada uno de ellos, me agrada. Las historias no siempre tienen que tener un final del todo feliz.

            Leandro me vino a visitar varias veces después del trabajo. Me comentaba que era lo que estaba pasando con el Jet Set del Hotel. Por lo que me dijo, Isabella  era la reina, la favorita del todo el mundo. Me imagino todas las cosas malas que debe haber hablado de mí en el Centro de Ski o ahí mismo en el Gran Palacio. Me daba pena saber que me perdí de ver a los huéspedes de New York, por culpa de mi brazo. Saber que no pude hablar con ellos y poner a prueba todo lo que he aprendido era algo que de verdad me frustraba. Cada vez que Leandro llegaba a mi casa, venia cargado con mucha comida. No me entraba en la cabeza: si comía tanto, como podía ser tan delgado.  Una tarde trajo hamburguesas y papas fritas. Aquel día hablamos acerca de León

- ¿Te dijo algo León?-me pregunto Leandro mientras comía.
- Nada, ni siquiera un “estoy bien”- respondí
- Raro. La verdad es que en el trabajo trato de tocarle el tema pero siempre lo evade.
- No le insistas. Yo tampoco lo haré.- dije.
- Aunque debo admitir que lo he notado muy callado. Es obvio que debe tener su mente hecha mierda por todo lo que está pasando. ¡Deberían Hablar!- Se sirvió más bebida
- Pero ¿Qué le digo?- hice una pausa.- Hola León, ¿Cómo estás? Ah por cierto te envíe un mensaje el cual has ignorado, por eso no he dicho nada después… ¿Eso?- Tome un poco de bebida- No señor, yo ya di mi primer paso y el no lo tomo en cuenta. Es su turno ahora.
-  ¿Por qué tan orgulloso? ¡Relájate Das! Fue solo un mensaje- contesto Leandro.

            Debo admitir que me dolió que no respondiera mi mensaje. Leandro tenía razón fue solo uno y nunca más insistí. ¿Qué tal si se le había perdido el teléfono? o ¿si se lo habían robado? No podía sentenciarlo por no responder un puto mensaje.  Debía aterrizar e intentar hablar con el nuevamente. Por otro lado, Valentín no me vino a visitar. Todos los días me enviaba mensajes por WhatsApp, para saber cómo estaba.
Valentín:
Daslav ¿Cómo estás?

Daslav:
Bien, ya no me duele el brazo, solo es incómodo tener este yeso.

Valentín:
Nunca he tenido uno, así que no puedo imaginarme como puede ser.

Daslav.
La próxima vez que esquiemos te empujare en el mismo sector donde caí. Así podrás saber que se siente.

.Valentín:
Tienes una mente muy maquiavélica. ¿Lo Sabías?

Daslav:
A veces.

Valentín:
Hazme saber si necesitas algo. No he podido ir a verte. Con todo esto de los huéspedes. El Hotel no puede hacer nada sin mí.

Daslav:
No te preocupes. ¡Estoy bien! Aunque necesito que respondas lo que te pregunte antes.

Valentín:
Debo ir a una reunión. Hablamos luego.

            No volví a preguntar. La única vez que me armo de todo el valor del mundo, soy directo con él y me deja sin respuesta. Creo que incluso es más frustrante a que no te respondan un mensaje.

           
Un viernes me sacaron el yeso. El doctor me felicito por mi cuidado. Hace algunos días antes quede de juntarme con Leandro en la plaza de armas. Esta quedaba cerca del Hotel. La idea era ir a algún lugar y aprovechar que había salido de mi encierro. Me senté en una banca cerca de la pileta. Eran ya las seis de la tarde. Puse play a la música del celular y me deje llevar por Hozier y su canción Take to me Church, saque mi copia del libro Buscando a Alaska. Con el sonido de la música y el pasar de las páginas, esperé.  Pasaron 20 minutos y no había percatado de que se acercaron mí y hablaron.
- ¿Tan interesante está el libro que no prestas atención a tu alrededor?- Leandro, había llegado- ¡Hola Das! – Me abrazo- Siento el retraso, pero me he demorado convenciendo a… - Miro hacia mi espalda Di la vuelta y León estaba ahí. Su expresión era de nerviosismo y seriedad. Mi estómago se apretó. No lo veía desde aquel día en el centro de Ski.
- Daslav. Hola- estiro su brazo para saludar fríamente. Respondí amablemente, sin despegar mi vista de sus ojos.- ¿Cómo estás?
- Bien ¿Y tú?- pregunté.
- Bien también. Gracias- desvió su mirada hacia Leandro- ¿Vamos ya?- ¿Qué sucede aquí? ¿Se va a comportar de una forma indiferente conmigo? La idea era pasarlo bien, pero que fuera tan serio me colapsaba. No le había hecho nada para que tuviera esa actitud conmigo.
- Si vamos, pero antes. ¡Das mira!- Se dio vuelta. Amarrado en su mochila se encontraba su skate.
- ¡Ver para creer! Ahora sí puedo decir que tengo un amigo skater- Leandro la saco de su mochila y me la paso- ¡Me tienes que enseñar uno de estos días!
- Lo haré, pero no será luego. No quiero que por mi culpa te coloquen yeso en el otro brazo, más aun con tu historial de mala suerte- Ambos reímos
- ¡Ah!, mira lo que he dejado de recuerdo de mi aventura con el yeso- Saque de m bolso y le pase el trozo donde el me escribió la frase de Ciudades de papel.
- ¿Y lo vas a guardar?- Me pregunto con una sonrisa de oreja a oreja.
- Si, fuiste el único que se dio el tiempo de escribir algo, mínimo que lo guarde ¿o no?
- Eres tan tierno, algo extraño, pero tierno… ¿Qué piensas León?- Sentí como  de apoco mi cara se iba sonrojando. Me di vuelta para mirarlo, pero se había alejado para encender un cigarrillo.
- ¿Por qué lo trajiste?- Pregunte silenciosamente.
- León y tú necesitan hablar, creo que es momento de que lo hagan.
- Esta  muy  indiferente conmigo
- Ponte en el lugar de él. Tú le gustas, está saliendo hace poco del “closet” y más aún, no sabe cómo afrontar todo esto. Mínimo le das una oportunidad de que te explique su actitud.- Se detuvo y lo miro para cerciorarse de que no estuviera escuchando. A través de susurros añadió-  Le he dicho que tenías que hablar algo urgente con él- mis ojos se abrieron al máximo-¡Tranquilo! No le he dicho lo que me contaste. Se rehusó varias veces a venir,  pero lo convencí. ¡Es difícil decirle que no a Leandro!- lanzó una fuerte carcajada.
- Muchas gracias señor “Convence a todo el mundo”- Ya era inevitable. Debía hablar con él. Sí, me pongo en su lugar y debe tener muchos sentimientos encontrados y un revoltijo de pensamientos, pero no debería ser tan mal genio conmigo. Veremos que tal sigue todo más adelante.

            Caminamos en busca de León. Leandro iba con su skate haciendo demostraciones. Si me enseña a usarlo, lo más probable que con mi mala suerte termine enyesado completamente.  Como aún era temprano, decidimos pasar a comer. El panorama se volvía perfecto para Leandro si existía comida. Aunque yo también estaba hambriento. No había comido nada desde el desayuno. Entramos al Telepizza. De inmediato uno los cajeros reconoció a Leandro. Haciendo memoria, la pizza que llevo a mi casa era de este lugar. Eran amigos, y le consiguió un descuento considerable como trabajador. Así que pedimos una pizza familiar con carne, choclo, palmitos, champiñón y extra queso. La mitad se la devoró Leandro, en cambio León y yo comimos la otra parte. León no se salía mucho de su dieta, como iba al Gimnasio trababa de cuidarse. Mi parte me dejo satisfecho.
           
            Ya con el estómago más lleno, caminamos por el sector y llegamos a un local llamado “Chocolate Blanco”, lugar muy conocido por sus Happy Hours. Atendido por sus dueños. El bar estaba compuesto por muchas mesas redondas, el techo era de vidrio y con un ambiente hawaiano. Nuestra mesa estaba al lado de la terraza, de ese modo era más fácil para León poder fumar. A parte de no entender como Leandro comía tanto y no engordaba, no me calzaba que León fumara y e hiciera demasiado ejercicio.  Cosas extrañas de la vida. 

            Leandro y yo bebimos tequila margarita, León tomo una cerveza. Sinceramente desde hace años que no probaba tequila tan rico. Aun así estaba un poco fuerte. Agradecí comer antes, si no con este trago ya hubiese estado borracho.

- Vuelvo enseguida- dijo León mostrando sus cigarros.
- ¡Vaya no más compadre!- respondió Leandro.
- Por lo menos se ha relajado un poco más- dije
- La cerveza, le está dando confianza. Incluso a ti te he visto un poco más prendido.
- ¡Hey! Si el tequila margarita esta un tanto cabezón- Levante mi copa- ¡Salud!
- ¡A los ojos!- Nos miramos. Leandro Levantaba y bajaba sus cejas rápidamente. Reímos.
- No te vayas a enojar por lo que haré- puso una mirada maliciosa.
- ¿Qué quieres decir?- pregunte. Era obvio que algo tramaba.
- Ya lo veras- se tomó todo el trago que le quedaba. León entro y se sentó.
- ¿León que hora es?- ¿Por qué pregunta la hora si tiene su teléfono en las manos?
- Son las 23.45- respondió.
- ¡¿Quééééé?! Me tengo que ir. Tengo una cita. Tomo sus cosas y se levantó.
- Pero…- me interrumpió
- Los dejo, hablamos mañana- se despidió de León con un apretón de manos  y me dio un abrazo fuerte- Espero no te enojes- susurro. Antes de salir del Local, lo vi hacer un gesto de adiós con la mano.
- ¡Así es como cambia a sus amigos por una mujer!- dije a León
- Claro- respondió León y bebió de su cerveza.
- Creo que necesitamos hablar.
- Dime- Su tono era frío, no tanto como el comienzo.
- No supe nada más de ti después que te fuiste aquel día del centro de ski. No tuvimos tiempo de hablar… bueno tú ya sabes de que.
- Ese día Valentín me pidió que me fuera  y dijo que él te llevaría. Me imagine que ibas a estar bien – bebió de su cerveza y continuo- Luego me entere del accidente, pero Leandro me dijo que estabas bien.  Tal vez pensé que te habías molestado por sobrepasarme contigo.
- Te envié un mensaje y no respondiste.
- Lo vi, pero me sentía avergonzado, por es no respondí.
- Un simple “Estoy bien” hubiese bastado. – Hice una pausa. Él tenía su encendedor en las manos y lo prendía y apagaba varias veces. Típico juego que uno hace cuando uno está nervioso. Continúe- León, me es difícil decir que tú me gustas, ya que hasta ese día para mi tú eras un heterosexual de tomo y lomo. Pero tampoco puedo negar que eres un mino muy atractivo- ¿Realmente estoy diciendo todo esto de frente? Debe ser el poder del santo Tequila Margarita- Y decir que no te vi con otros ojos, sería una mentir.
- Es obvio. Tampoco pido que de un día para otro te enamores de mí- Sonrío- pero bueno, como te dije esa noche: Quiero ser sincero conmigo mismo y abrir mi corazón a ti, era  parte para estar más tranquilo- Ahora jugaba con la caja de los cigarros entre sus manos
- ¿Me acompañas a fumar? Para que no te quedes  solo aquí.
- Bueno.- Nos levantamos y caminamos a la terraza. Era un lugar amplio con una pileta en medio- Era una noche bastante fría. León encendió su cigarro. Decidí hacer algo que nunca había hecho- ¿Me das uno?
- ¿Has fumado antes? – pregunto.
- No, pero creo que no debe ser tan difícil- Me paso uno. Y lo coloque en mi boca. Luego acercando su encendedor al cigarro lo prendió. Aspire y sentí como mi garanta se apretaba y tosí varias veces. Mi cabeza daba vueltas, pero aun así no mostré debilidad.
- ¿Sientes mareos?- Yo asentí.- Es normal, la primera vez siempre pasa. Ya te acostumbraras.
- Ahora puedo decir que he probado el cigarro. Espero no hacerme adicto.-dije.
- Eso depende de ti- reí y volví a toser.
- León, quiero decirte otra cosa.- Fume y continúe- Quiero que confíes en mí. Quiero ser tu amigo. Sé que estás pasando por un proceso igual cuatico. Yo pase por lo mismo y por experiencia propia puedo decir que no contar con alguien para hablar, es bastante fome. Tal vez no lleguemos a ser amigos como lo eres con Leandro, pero tenemos que conocernos más.
- Esto es difícil. Reconocer que eres- se detuvo y miro a ambos lados cerciorándose que no había nadie alrededor y susurrando dijo- Que eres gay, es algo que conlleva muchas otras problemáticas. Pero espero me puedas ayudar.
- Como te digo si quieres hablar, aquí estoy.- Le guiñe un ojo amistosamente.
- Gracias- Se acercó a y me abrazo- ¿Quieres ver como se hacen los anillos de humo?
- Si.
            Encendimos varios cigarros, solo para que yo aprendiera a hacer esas argollas, pero no pude. León los hacia perfectamente, lo único que hice bien fue no toser y fumar dignamente. Al rato el frio se apodero de nosotros y entramos. Nos volvimos a sentar y pedimos nuevamente los mismos tragos. Ya a esa altura el alcohol me tenía en un estado etílico bastante aceptable. Nos reímos, hablamos y hasta cantamos las canciones que colocaban. Éramos realmente verdaderos amigos. Algunas personas empezaron a cantar karaoke.

- ¡Te reto a que te subas al escenario y cantes!- dijo León-
- Reto aceptado.

            Fui donde estaba el Dj y pedí la canción Just the way you are de Bruno Mars.. A los minutos empecé con mi Show

Oh, her eyes, her eyes
Make the stars look like they're not shinin'
Her hair, her hair
Falls perfectly without her trying
She's so beautiful
And I tell her everyday
Yeah

            La gente aplaudía y coreaba a su estilo la canción. Todos quedaban impresionados por que hasta el momento era el único que se atrevió a cantar en inglés.

When I see your face
There's not a thing that I would change
'Cause you're amazing
 Just the way you are
And when you smile
The whole world stops and stares for a while
'Cause, girl, you're amazing
Just the way you are
Yeah

            Acabada la canción, los aplausos se intensificaron.

-¿Cuál es tu nombre?- pregunto el DJ.
- Daslav- Mi adrenalina estaba al mil por ciento.
- Das… ¿Qué?
- Dígame Das- No iba a perder tiempo en ese problema habitual
 -Brindemos otro aplauso a Das, que se lució con su interpretación de Just the way you are- La gente volvió a aplaudir- ¡Hoy te llevas un premio- Se acercó una señorita con un canasto. Me lo entrego. En su interior había botellas de vodka, ron, pisco, bebidas y algunos snaks para picar.
- ¡Wow! No sabía que había premio. Solo me subí a cantar- Dije feliz por mi premio- Muchas Gracias
- Gracias a ti por participar.

            La felicidad no duro mucho. Las cosas pueden cambiar de un momento a otro, muy rápidamente. En el momento que me bajaba del escenario, note que en una  de las mesas, se encontraba Valentín en compañía de une hermosa mujer. 



jueves, 5 de noviembre de 2015

CAPITULO 16

          Al entrar en mi casa llame a mi madre ya que aún no llegaba del trabajo. Mi hogar era pequeño, pero contaba con lo necesario. Las habitaciones se encontraban en el segundo piso. Valentín subió mis cosas. Me negué a que lo hiciera, pero como se sentía responsable por mi accidente, no acepto un no por respuesta. Mi habitación era mi lugar favorito, el único lugar donde sentía que encajaba. Tenía una pequeña repisa donde estaba mi colección de libros, la mayoría regalos de mi madre y de algunas amistades. Bajo esta, mi escritorio con mi computador.

            Valentín se quedó observando mi habitación. Era primera vez que un hombre, que no fuera de mi familia, entraba ahí. Todo lo conversado anteriormente, me tenía exhausto. La siesta que tuve en el auto no fue reparadora, al contrario, fue más cansadora. Sin embargo, Valentín no daba señales de querer irse.

- Veo que te gusta leer. Tienes una  gran colección- Me senté sobre la cama. Él empezó a leer los  títulos de los libros- Los juegos del hambre, la saga completa de Harry Potter, Las crónicas de Narnia, Las ventajas de ser invisible, Fangirl, Eleanor y Park, Pideme lo que quieras…. –Se detuvo, saco el libro y me miro incrédulo- ¿¡Pídeme lo que quieras!?
- Es uno de mis libros favoritos- dije.
- Me cuesta entender como tienes este libro
- ¿Por qué?- interrumpí
- Ósea, en la tapa lo dice que es para mayores de dieciocho años. Y por el contenido que tiene. Me sorprende que lo tengas.
- Sinceramente, me gusta más que las 50 Sombras de Grey. Dime ¿A quién en su sano juicio le gusta que lo golpeen? Además que me cae mal Anastasia, es una mosquita muerta- Me levante y le quite el libro de las manos y volví a sentarme
- Así que eres un seguidor de la lectura erótica.  Daslav, sorprendes con tus gustos.
- Siempre puedo sorprender.- Abrí el libro y lo ojee.
- ¿Estarás bien?- Me pregunto sentándose al lado mío.
- Si Valentín- Nervioso me puse de pie. No quería tenerlo muy cerca. No hasta que pudiera desenredar todos mis pensamientos. Coloque el libro en su lugar.
- Muy bien. Es hora de irme.- Se levantó y camino hasta la puerta de mi habitación. Lo acompañe hasta la salida. Antes de irse añadió- Si necesitas algo, házmelo saber.
- Valentín… Quiero preguntar algo- me miro con expresión de incertidumbre.- ¿Eres gay?- Levanto una ceja y luego sonrío. Se acercó a mí.
- Ya hablaremos de eso- ¿Qué? ¿No me va a responder? Luego camino.
- ¡No me puedes dejar  con la duda!
- LUEGO HABLAMOS- grito mientras se subía a su Hyundai Veloster. Hizo un seña con su mano y guiño un ojo. Lo vi desaparecer al final de la calle.
           
            Tenía 20 días de licencia. Una de las cosas que lamentaba era no poder ir de nuevo al centro de Ski y perderme conocer a la delegación de turistas de New York.   De momento le deje el campo libre Isabella, pero no podía hacer nada, solo descansar. Sin embargo deseaba estar lejos de este ambiente, necesitaba analizar todo lo ocurrido para poder tomar decisiones en cuento a sentimientos. Por un lado estaba todo lo que me dijo León, del cual no sé nada. Por otro “mi hermano mayor” Valentín. Tendría tiempo de sobra para poder leer algunos libros pendientes y de seguir escribiendo en mi blog.

            Una parte de mi deseaba poder saber algo más de León. Como no tenía su teléfono, decidí enviarle un Whatsapp a Leandro;

Daslav:
Leandro ¿Cómo estás?

Leandro:
¡DAS! Desaparecido en acción. Bien ¿Y tú?

Daslav:
Más o menos…. Estoy con licencia

Leandro:
¿Qué? Te llamo.
                                         
            Pasaron unos segundos y mi teléfono sonó.

-¡¿Qué te paso?!
- Me estaban enseñando a esquiar y choque con una roca. Caí –Una carcajada  oí en el otro extremo- ¡Oye! ¡No es Chistoso! Bueno si, ahora es un poco. Pero tengo una contusión en el brazo izquierdo. Así que estoy esperando que me des tu autógrafo en él.
- ¡Lo siento! Es que te imagine como en las caricaturas rodando en una gran bola de nieve- dijo entre risas
- No te preocupes. Yo también me rio ahora, pero el dolor era insoportable.
- Se muy bien por lo que has pasado. Yo una vez me fracture el brazo por caerme del skate.
- ¿Sabes andar en skate?- Pregunté-
- Sí. No soy un experto, pero me manejo en el tema.
- Cuando me recupere deberás enseñarme a andar-  Mientras hablaba me dirigía a la cocina para buscar algo para comer.
- ¡Eres un peligro en todas partes! No se si te enseñe- Volvió a reírse.
- Es mi mala suerte, pero créeme, no se contagia.- Ambos reímos- A todo esto. ¡Tenemos que hablar!
- ¿Qué hice?- dijo en tono inocente.
- Sabes muy bien lo que has hecho… mejor dicho lo que sabes- Era tiempo de hablar con la verdad ante Leandro.
- ¿Sobre León?- dijo nuevamente entre risas.
- Exacto- Afirme- Pero a  mi regreso. Ahora te voy a dejar porque tengo hambre y debo preparar algo. Y es bastante complicado cocinar con una mano.
- ¡Pobrecito!- Se quedó callado unos segundos- No es necesario que hablemos a tu regreso.  Tengo tiempo, asi que envíame tu dirección por Whatsapp. ¿Te gusta la pizza?
- ¡Leandro! No te molestes-dije.
- No me molesto. Envíame la dirección  y si no lo haces. Créeme que tengo medios para encontrarla y llegaré
- Pero…
- Nada de peros. Envíamela.- El teléfono se quedó en silencio.
- ¿Leandro?... ¿Alo?- había cortado.

            Le envié la dirección. Sabía que podía pedir mis datos por el registro en el Hotel, así que no podía hacer nada para evitar que el llegara. Mientras esperaba ordene algunas cosas. Encendí el equipo de música y coloque el CD de Sam Smith. Me gusta mucho su estilo y sobre todo su voz. La canción Lay me down fue la primera pista que sonó:

Yes, I do, I believe
That one day I will be where I was
Right there, right next to you
And it's hard; the days just seem so dark
The moon, the stars are nothing without you

            Era una de mis canciones favoritas, sobretodo su letra. Cuando pierdes a alguien que quieres, que amas con todo tu ser. Debe ser algo muy doloroso, a través de su canción puedo sentir, o intentar sentir la tristeza.


Can I lay by your side, next to you, you
And make sure you’re alright?
I’ll take care of you,
And I don’t want to be here if I can’t be with you tonight
                         
            Quince minutos pasadas las ocho, golpearon la puerta. Baje el volumen de la música. Leandro había llegado y venia cargado de dos pizzas gigantes y dos bolsas.

-¡Hey! Solo somos tú y yo. ¡Has traído comida para un ejército!- Leandro paso y dejo las cosas en la mesa.
- ¡Tengo hambre! Y cuando yo tengo hambre se come- río. Se sentó en una de las sillas mientras y comenzó a sacar las cosas de las bolsas. Fui a la cocina a buscar platos y vasos.
- Te fue muy difícil encontrar mi dirección- Pregunte desde la cocina
- Para nada. Ya he estado en estos lugares- Leandro llego a la cocina- ¿Te ayudo?
- Trae los vasos-
            Era una de las pizzas más ricas que había comido hasta entonces. Leandro trajo cervezas. Él iba por la tercera lata, en cambio yo ni me acababa la primera.

-Veo que te gusta la cerveza-  dije.
-¡Me encanta!- saco otra rebanada de pizza- ¡Oye! Hablemos ¿Qué quieres saber de León?
- ¿Cómo es eso de que sabes que soy gay? –No era necesario andar con rodeos, León ya lo había confesado todo.
- Ahhh eso. Emmm Das. Mi radar nunca falla. No te dije nada pues, no vi que fuera un tema relevante. Me caes bien cómo eres y te acepto tal cual. – Tomo cerveza y siguió- Además quería que tú me lo contarás cuando ya te sintieras en confianza.
- Cuando León me dijo que tu sabías me impacto. Siempre soy el que termina contando todo- Hubo una pausa silenciosa. Nunca pensé que iba a tener de amigo a un Heterosexual. Soy una persona de pocos amigos, y menos hombres.
- Das… ¿Somos amigos o no somos amigos?- Extendió su lata de cerveza y las hicimos chocar y bebimos.
- Aunque lo que más me impacto fue cuando León dijo que sentía cosas por mí….- Leandro exploto. Escupió toda su cerveza sobre mi cara y empezó  a toser.- ¡Levanta los brazos!- le grite. Pasados unos minutos termino con su crisis.
¿Eso no me lo esperaba. Ósea, con León somos amigos de hace mucho tiempo. Hemos carreteado juntos. Lo he visto besarse con niñas, pero siempre sentí que ocultaba algo. Cuando lo encaré, casi se murió. Le dije que debía confiar en mi, por todas las cosas que hemos pasado juntos. – Volvió a toser, pero en menor grado a su ataque. Prosiguió- Pero nuca me imagine que sintiera algo por ti.
- Me dejo marcando ocupado. Aunque debo admitir que León esta bastante bueno- dije
- ¡Sin tanto detalle por favor!- dijo y se río.
- Perdón- Era raro hablar de esto con Leandro, sin embargo me sentía en confianza.
- ¿Y tú? ¿Sientes algo por él?- pregunto. No me quito su mirada de encima.
- Hay algo que necesito contarte.
- No me digas que tú sientes algo por mí.  Porque con todos mis encantos, lo entendería.-  Siguió bebiendo cerveza y me guiño un ojo y nos largamos a reir. Leandro era lindo, pero solo lo veía como amigo. Me encantaba su estilo, su sentido del humor.
- No. Aunque tal vez hubieses llegado antes…- Ahora yo le cerré el ojo. Él se puso rojo, fue inevitable no reír. Continúe - Lo que te quiero contar, no se lo he dicho a nadie- hice una pausa para dar un sorbo a mi cerveza.- Me gusta Valentín.- 
- ¿Quéééééééé?- Su expresión paso de felicidad a seriedad extrema- ¿El mismísimo jefe máximo?
- Si, el jefe máximo.

            Empecé desde el principio. Desde aquel día que le entregue el pendrive. Le conté que fue a primera vista. Que con el tiempo sus encantos me han ido cautivando cada día más. Además le dije todo acerca de lo de Isabella y como interfería en mi vida laboral, sobre sus amenazas. Le conté sobre mi caída en el restaurant y nos reímos a carcajadas. Si ya estábamos hablando con la verdad, era tiempo de ser sincero.

-¡Eres un imán de la mala suerte!-dijo Leandro
- Yo que tu no paso mucho tiempo conmigo
- Tendré que cuidarme- Abrió otra lata y me paso una a mí- Isabella, es una pendeja de verdad no me cabe en la cabeza que una mina sea así como ella.
- Es su mecanismo de defensa. Herir a los demás.
- Exacto. Bueno, volviendo al tema “León” ¿Qué piensas hacer?- pregunto
- No lo sé. De cierto modo me estar lejos de todos me hará bien para poder analizar las cosas. Poder aclarar ideas.
- Yo que tú le doy una oportunidad a León. Valentín no te va a pescar, dijo que eras su hermano menor y entre hermanos cualquier cosa que pase entre ustedes seria incesto.
- ¡Las tonteras que dices!- Era obvio que no seria eso, pues no somos hermanos de la misma sangre. Pero entendía el punto al cual se refería Leandro.
- Es como lo vería el jefe. Mira compadre, tu eres joven. ¡Somos Jovenes! Vive cada experiencia y no te compliques. Si se presenta una oportunidad ¡Tómala!
- Eso lo sé, pero no le quiero hacer daño a nadie y menos a León.
- Yo solo pienso que debería darte el tiempo de conocerlo, saber realmente cuáles son sus intenciones contigo. Dale una oportunidad.-

Cada vez que se ha presentado algo en mi vida, le doy muchas vueltas pensando. Es el caso de como casi pierdo la oportunidad de trabajar en el Hotel por no levantar mi mano cuando Valentín lo pidió. Si bien Leandro estaba un poco ebrio por toda la cerveza que había bebido, estaba en lo cierto. Era tiempo de hacer lo que yo quería, de tomar mi vida y vivirla.

Seguimos conversando por un par de horas más, ya eran alrededor de la una de la mañana. Un bostezo dio por terminada nuestra velada. Leandro llamó un taxi- Se iba a demorar unos diez minutos. Mientras tanto me pidió un plumón para dejar su marca en mi yeso:

Marcharse es muy difícil… hasta
Que te marchas. Y entonces es la
Cosa más jodidamente fácil del
Mundo”
John Green- Ciudades de papel

- Me encanta ese libro- dije emocionado por la referencia que había escrito
- No soy de leer libros, pero logro atraparme.- Un bocinazo  se escuchó del exterior.
- Llego la hora de irme- Leandro tomo sus cosas y camino hacia la puerta.
- Muchas gracias por todo. Y no le digas nada a León ¿Ya?- Me dio un abrazo
- No te preocupes. ¡Tú deberás hablar con él!- nos separamos y me dio la mano-  Te vendré a visitar otro día.
- Ah por cierto. ¿Me podrías dar el teléfono de León?
- Uuuuuuh. ¡Todo sea por mis amigos! Dame tu teléfono para agregarlo- Se lo paso y lo registro en mis contactos. Escuchamos otro bocinazo.- ¡YA VOY! – grito
- Muy bien. Luego me cuentas todo. Sin detalles… por favor.
- Tranquilo, sin detalles- volvimos a reír por última vez. Él puso su mano en mi cabeza y revolvió mi pelo- cuídate “hermano menor”

            Leandro se fue. Recogí las cosas y me acosté. Mi madre un no llegaba. Trabajaba en una productora de eventos. Así que no debía esperarla despierto. Abrí WhatsApp y busque a León estaba “en línea”. No sabía si hablarle. Me quede revisando su foto unos minutos y me decidí a hacerlo.

Daslav
Hola León. Soy Daslav ¿Cómo estás?


            Pasaron algunas horas y la única respuesta por parte de León que vi, fue el doble check azul que significaba que lo había leído. No insistí.



jueves, 29 de octubre de 2015

CAPITULO 15


           Un rayo de luz sentí que acariciaba mi rostro. Su calor me llenaba y me dejaba en un estado de relajo total. Sin abrir los ojos recordé lo último que había pasado el día anterior. Las confesiones que León me había hecho. Sonreí. Era inevitable no sentirme bien, después de todo era primera vez que alguien se me declaraba. ¿Qué debía hacer ahora?

            Lentamente abrí mis ojos, el resplandor de la luz del exterior era enceguecedor, eso significaba que el la tormenta ya estaba en el pasado. Mis ojos se acostumbraron a la claridad. Sentí que un gran peso se extendía alrededor de mis piernas. Mire para ver quién era. Para sorpresa mía, Valentín estaba sentado a los pies de la cama.

-¿Valentín? ¿Qué estás haciendo aquí?- No entendía que estaba haciendo aquí. ¿Cuánto tiempo lleva mirándome? Él me observaba con cara de preocupación. Vestía un jeans negro, combinado con una camisa blanca y chaleco azul.
- Me tienes bastante preocupado. Te llame varias veces y no respondiste. Así que he venido a buscarte- ¿Ha venido a rescatarme?  Qué yo sepa no he estado en peligro….
- ¿A qué hora llegaste?- Pregunte colocándome los lentes y buscando mi teléfono bajo la almohada. Estaba sin batería – Se me descargo- añadí mostrando el móvil.
- Me lo imagine. Deberías andar con un cargador dentro de tu bolso-¿Me está retando?
- Como ordene señor Henríquez- conteste serio. Mire a la cama de León. No estaba.
- Se fue de regreso ya.- Respondió Valentín como si hubiese podido leer mi mente.
- ¿Se ha ido? ¿Sin despedirse?- Me dio cierta pena. No pude decirle nada más. Me hubiese gustado hablar de lo que paso ayer.
- Si, se ha ido. Lo encontré saliendo de la habitación. Le he dicho que se fuera antes, que no se preocupara, ya que yo te llevaría de regreso- Se levantó de la cama, y camino dirección a la salida de la habitación- Te traje algo de mi ropa, para que no uses lo mismo de ayer. Vístete, te espero en el comedor para desayunar.

            Salió de la habitación, yo me quede sentado en la cama tratando de asimilar lo que sucedía. Valentín me dijo que tuviera cuidado ya dos veces de la compañía de León. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué su actitud? ¿Serán realmente celos? Pero de que… No me cabía en mi cabeza su actitud. ¿Habrá pasado algo entre ellos? Mi curiosidad me estaba desesperando.

            Entre en la ducha. Me tome todo el tiempo del mundo. No sentía presiones por nada. Mi Jefe se encontraba aquí. Por ende no tendría problemas con el trabajo. Al salir, revise la hora en el reloj que se encontraba en una de las paredes. Eran las nueve de la mañana. Valentín tiene que haber viajada muy temprano para estar aquí.  Salí del baño para vestirme, eche un vistazo al bolso. En el interior habían uso jeans azules,  una polera manga larga de color negra. Además en una pequeña bolsa había un bóxer negro y un par de calcetines. Ropa interior nueva. Me coloque las prendas. Para darle mi estilo a la vestimenta que me dejo Valentín, me puse el chaleco que había usado ayer. Deje todo ordenado y me dirigí al comedor.

            ¿Habrá llegado León? No tengo su teléfono para llamarlo.

            Disfrutando de un café y leyendo el diario se encontraba Valentín. Estaba sentado en una mesa que daba a la terraza del centro de Ski. El día era perfecto. Los rayos del sol eran reflejados por la nieve, haciendo que mantener la vista, doliera. Me serví un café, tome un plato y lo llene con algunas galletas de chocolate. Cuando me senté al lado de Valentín dejo de lado el diario.

- Muchas gracias por la ropa. Te lo devolveré todo- dije dando un sorbo al café.
- No te preocupes, es un regalo. Todo está nuevo. En la madrugada, no había ninguna tienda abierta…
- Es algo que no puedo aceptar-  interrumpí -todo es tuyo- La taza me calentaba mis manos, ya me dolían por el frío.
- Tranquilo- Sonrió. Se veía más relajado. Más Valentín.- Se me acabo el café, voy por más. ¿Te traigo algo?
- Un vaso de jugo por favor.

            No sabía cómo abordar el tema de porque tanta la preocupación. No quería ser entrometido. Ya había más confianza entre nosotros, pero aun así no quería hablar del tema… aun. A lo lejos vi que Valentín hablaba por teléfono mientras vertía el jugo en un vaso y luego relleno su taza con café. Esta vez no se sentó,  se mantuvo de pie detrás de mí, al lado de la ventana.

-¿Has esquiado alguna vez?
- No, nunca. Me imagino que debe ser divertido.- Esquiar era algo que no me atraía.
- Yo todos los años vengo unos días. Me encanta hacerlo. La adrenalina es algo fantástico.- coloco uno de sus manos sobre mi hombro- ¡Vamos, te enseñaré!
- ¿Qué?- Abrí mis ojos impresionado con lo que me decía- Debemos volver al hotel.
- Ya está todo arreglado.

            Pasamos por nuestra vestimenta y todo el equipo para esquiar. La adrenalina del momento me tenía con mucho ánimo. Si fuera por mí estaría ya de camino al Hotel, pero las ideas locas de Valentín me atraían. La espontaneidad era algo que me gustaba de él. A mi mente se venía el recuerdo de Los Simpson, cuando Homero aprendía a realizar este deporte y el traje súper ajustado de Ned Flanders lo distraía. Hice una pequeña carcajada. Valentín no se dio cuenta. Este día era como tener unas mini vacaciones.

            El frio me congelaba la cara. La nieve me encandilaba, me coloque los lentes de sol. Y nos dirigimos a un pequeño cerro donde Valentín me iba a explicar los primeros pasos para esquiar. Sentía miedo, esto era una nueva experiencia, no era de mi gusto, pero era una oportunidad que no podía dejar pasar.  Lo primero que hizo Valentín fue enseñarme lo básico, mis piernas temblaban de lo nervioso que estaba. Nunca me imaginé que iba a esquiar alguna vez en mi vida o mejor dicho intentar esquiar.

            Las horas pasaron, sin duda era uno de mis mejores días. Realmente después de varias caídas y golpes, mi cuerpo estaba un poco adolorido. Me sentía tan cansado pero feliz. Valentín era muy bueno esquiando. Subió varias veces a un lugar muy alto, para poder descender y demostrar sus dotes esquiando. Sin duda era el mejor profesor.

            Mi turno seguía, debía demostrarle todo lo que había aprendido, pero de una distancia más corta. Valentín no me dejo subir tan arriba, él me iba a seguir desde atrás. Subimos en la telesilla. Avanzábamos a una velocidad normal. Disfrutando además de la vista del complejo. Me era difícil respirar. Valentín iba concentrado, no pronuncio palabra, del mismo modo yo me quede en silencio. En el lugar donde bajamos, estaba marcado para que los principiantes pudieran descender sin problemas. Con todo esto de las clases, practicar sobre la nieve, las risas con Valentín; me había olvidado completamente de lo sucedido anoche con León.

- ¡Das! Yo sé que tú puedes hacerlo. ¡Es sencillo!- Dijo Valentín alentándome.
- ¡Es sencillo para ti! Es la primera vez que lo hago. Así que no pidas mucho- él soltó una carcajada.

            Me impulse con los bastones. Lentamente decencia sobre la nieve. De a poco iba tomando velocidad. Mi corazón latía muy rápido y mis  manos temblaban. Sentía el viento sobre mi cara. Era una sensación tan agradable, ¡Magnifica! Iba muy rápido. Con mi imaginación, podía sentir que volaba. Rápidamente me acercaba al lugar donde Valentín me dijo que debía hacer un giro para seguir mi descenso. Mi mente se bloqueó, no recordaba como tenía que hacer ese movimiento. Estaba a cinco segundos. ¡MIERDA! ¡MIERDA! Salí del camino marcado para los esquiadores. Uno de mis esquís golpeo con una roca y perdí el equilibrio. Mi cuerpo salto a toda velocidad y luego rodó varios metros. Lo único que me dedique a hacer fue cerrar los ojos. En uno de los giros mi brazo derecho dio con unas piedras. Un árbol detuvo mi  movimiento, dejando caer parte de su nieve sobre mí. El dolor era insoportable.

- ¡DASLAV!- escuche un grito. Abrí los ojos y vi como Valentín se acercaba a mi lado.
- ¡¿Qué paso?!- pregunto. Su cara demostraba temor, preocupación.
- Me bloquee, no sabía qué hacer y luego choque con una piedra y bueno caí.- Me dolía desde el hombro hasta los dedos, pero trate de no mostrar debilidad ante él.
- Ven, te ayudare a levantarte- Me tomo del brazo
-¡HAAAAAAAY!- Grite. Valentín me soltó de inmediato. – Me duele mucho el brazo. Me golpee cuando estaba dando vueltas por el suelo- Definitivamente ya me había mostrado débil frente a él.
- Debemos volver ahora, para que te vean eso. Puede ser una fractura – Cuando era pequeño, me había golpeado muy fuerte. Y me enyesaron el brazo, pero esto era peor.

            Trate de levantarme sin tocar mi brazo lastimado. Mis piernas temblaban y volví a caer sentado. Sentía como si me hubiesen apaleado completamente, pero el brazo era donde se concentraba el dolor. Valentín al ver que me costaba pararme, me levanto y tomo con sus brazos. El movimiento al caminar, me provocaba muchos más dolores, pero no ser yo quien movía las piernas era lo mejor. Al momento de llegar a la edificio, Mauricio Santelices iba saliendo, quien al vernos corrió para ayudarme.

- ¿Qué paso?- Dijo él mientras abría las puertas y le hacía señas a una joven que automáticamente trajo una silla de ruedas.
- Una roca en el camino- Valentín respondió. Me sentó. No tenía ganas de hablar. Solo quería que me dieran algo para no sentir más dolor. ¡DASLAV, EL DOLOR ES PSICOLÓGICO  Cerré mis ojos evitando todo pensamiento, aunque ¡Era imposible!
- ¡Por aquí!- Escuche la voz del Señor Santelices. Sentía los movimientos rápidos de la silla.- ¡Estarás bien chico! El doctor te ayudará.- Nos detuvimos. El golpe de una puerta me hizo abrir los ojos.

            Todo fue muy rápido, a pesar de ser un lugar muy pequeño, tenía de todo. Rápidamente el doctor me examino el cuerpo, en especial el brazo. Cuando digo que este lugar tiene de todo, es porque realmente lo tiene. Andrés Hoffman, su nombre estaba bordado en su ropa, le pidió a su asistente que me tomará una radiografía y dijo a Valentín y a Mauricio que salieran. Ambos no se reusaron y abandonaron la enfermería ya que en el interior no estaban siendo de mucha ayuda. El dolor era un poco más soportable, no sé si es por qué estaba pasando o realmente el poder de mi mente era enorme.  
           
            Unos minutos después, mi cuerpo intentaba reposar sobre una camilla. El doctor revisando las placas de las radiografías dijo:

- Eres un joven bastante resistente. No tienes fractura, lo que es bueno. Pero si una gran contusión en el brazo izquierdo. Vamos a tener que inmovilizarlo.
- ¿Quiere decir que me colocara yeso?- pregunté.
- Si, pero es para evitar que te vuelvas a golpear, de esta forma puedas sanar más rápido.- La asistente preparaba las cosas para poder colocarme el yeso en el brazo. Además te daré estos analgésicos para que no sientas tanto dolor. Y toma esto- me extendió un documento- es una licencia por veinte días. Para que tengas reposo.

            Cuando Salí, eran casi las tres de la tarde. Valentín ya se había cambiado la ropa, se notaba preocupado. Estaba solo.

- Daslav, lo siento. No debí haberte dicho que hicieras esto. Es mi culpa
- No te preocupes Valentín. Le puede pasar a cualquiera.- Dije mientras caminábamos hasta la habitación para cambiarme la ropa.- Y el tonto fui yo. Me bloquee, así que tranquilo. Es solo una señal más de mi mala suerte-  Valentín soltó una carcajada

            Seguimos el camino sin decir palabra alguna. Valentín se había comportado muy bien. Solo quiso darme una experiencia nueva de aventura. No podía reprocharle nada. Solo fue un accidente. Y debo agradecer que no haya sido grave. En la habitación, él se sentó en la cama que ocupo León. Intentaba sacarme la ropa y las botas que tenía, pero me costaba demasiado. Valentín al verme complicado, me ayudo. ¡Era el momento de hablar!

- Valentín… ¿Por qué decías que tuviera cuidado cuando hablaba acerca de León?- Su mirada cambio, estaba serio.
- Daslav, León no es de mi confianza. Hay ciertas actitudes que no me gustan de él- , Me coloque los zapatos y luego él me abrocho los cordones. Gesto muy tierno de su parte. Levanto su mirada y prosiguió- León es un buen trabajador, pero siento que sus intenciones contigo no son buenas.
- ¿A qué te refieres?-  ¿Sus intenciones conmigo? Ahora sí que no entiendo nada.
- Das, yo sé que tú eres gay- ¡Seguimos con las revelaciones!- y León también lo es.- añadió. Resulta que todo el mundo lo sabía, menos yo.- Pero creo, que el solo quiere aprovecharse de ti, de  tu timidez, de tu ingenuidad.
- ¿Aprovechar?-  León solo había sido sincero conmigo anoche. Me había expresado todo lo que sentía. Aquello me había gustado, pero me había tomado por sorpresa, tal como todo lo que paso después. Me había confundido bastante. Sus caricias, su calidez. Nunca había estado con alguien tan cerca. Solo había soñado con algún momento que fuera de esa forma. Pensaba que eso solo pasaba en las películas.
- Si, mira Daslav. Yo te veo como un hermano menor.- ¿Qué? ¿Hermano menor? ¡Golpe Bajo! Ósea, me ve como un familiar. Ya es hora ¡Quita todo pensamiento de tu cabeza! ¡Él no siente lo mismo que tú!- Y Siento que debo protegerte
- ¿No crees que ya soy grande para cuidarme solo?- Sentía como todo por dentro se rompía, sentía el cuerpo pesado. Con ganas de acostarme y dormir, pero no, estaba en lo más alto de las montañas con el hombre por el cual tenía sentimientos, pero que solo que me quería como un hermano. Deseaba un minuto de soledad.
- Si, eres grande. No te puedo obligar a que estés o no con alguien. No puedo decir con quien te juntas o no. Solo quiero lo mejor para ti- ¡Ojala se diera cuenta que lo mejor que necesito en este momento era él! ¿Debía perder las esperanzas? ¡Esperanzas de que! ¿De algo que nunca fue, de algo que nunca será? Mi cabeza estaba a punto de explotar.
- Valentín, me quiero ir a casa- toda esta sinceridad me tenía agotado. No me había dado cuenta que él no se levantó desde que me abrocho los zapatos. Se paró, yo hice lo mismo. Tome el bolso con mis cosas.
- No dejare que cargues peso- Me quito las cosas de las manos y las llevo.
- ¡Puedo hacerlo! Recuerda tengo un brazo bueno aun- lo levante.
- No quiero que hagas fuerzas- Salimos con rumbo al estacionamiento- ¿Tienes hambre?
- No. Solo quiero descansar- dije sin mirarlo.
- ¿Pasa algo?- Pasan muchas cosas Valentín. Punto uno, me gustas. Punto dos, yo no te gusto. Punto tres, piensas que soy tu hermano menor y es algo que no me gusto oír. Punto cuatro, me siento mal por todo lo anterior.
- No pasa nada. Estoy cansado.

            Valentín me dijo que esperara dentro del auto mientras el cargaba todas las cosas. No lo odiaba por todo lo que me había dicho. Y menos podía estar enojado con él. Si yo tenía esos sentimientos, no podía obligarlo a que el los tuviera por mí. Estaba enojado conmigo. Sentía que había hecho el ridículo. Cuando cerró el portaequipaje, cerré mis ojos y me hice el dormido apoyando mi cabeza en la ventana. Sentí cuando entro, y se detuvo unos segundos. Imagino que debe haberme visto “dormir” y me dejo hacerlo. Reclino mi asiento un poco para que pudiera descansar más tranquilo.  El movimiento, el cansancio y los analgésicos hicieron que me quedara dormido de verdad.

            Una hora y media más tarde, Valentín me despertó. Habíamos llegado a mi casa.