jueves, 12 de febrero de 2015

PUDO SER (Segunda Parte)

Queda una hora para que salgas de trabajar en aquel café donde te conocí, aquel lugar donde hace un año, inicio nuestro amor. Hace frío, creo que es el día mas helado de este invierno, pero no impide que quiera verte, que quiera abrazarte y besarte. He esperado todo el día, no he llamado, ni menos enviado un mensaje en WhatsApp, sé que es típico pero quería hacer pasar este día por uno normal, quería que pensaras que se me había olvidado.

Voy conduciendo, la lluvia no ha parado en tres días y según el meteorólogo de la radio, no lo hará hasta el próximo martes, pero esto le da una atmosfera mucho más romántica a nuestra salida de aniversario.  Estoy a media hora de recogerte. Ni te imaginas la sorpresa que tengo, la mejor reservación en el restorán que tu tanto anhelas ir, ese donde hay que pedir un cupo con dos meses de anticipación, pero hoy por verte feliz soy capaz de llegar hasta la luna.

Es imposible no recordar todos aquellos momentos felices que hemos pasado en este año, como por ejemplo: cuando te compre aquel café y fue inevitable no quedarme viéndote, que de lo tonto que fui, derrame el café en el suelo y tuve que comprar otro. Desde ese día te iba a visitar y preguntaba como estabas, hasta que llegó un momento en el cual  te pregunte si querías salir conmigo, para mi alegría dijiste que sí.  Esa vez fuimos a bailar. Me acuerdo y me da risa, porque aquella fue mi primera vez de muchas experiencias. Fue la primera vez que baile con un hombre, la primera vez que estaba en ese lugar y la primera vez que besaba a otro hombre en frente de otra gente sin importar el que dirán porque todo estaban en la misma situación. Y aquel San Valentín, cuando fuimos por un helado y yo por tener mis manos y mis pies de mantequilla me caí manchándote toda tu polera favorita de chocolate y entramos igual a ver esa película que querías ver, toda la gente miraba tu ropa pero a ti no te importaba nada, estabas feliz.

 He llegado, tengo el auto estacionado frente al café y a través de la ventana puedo verte apagando las luces para ya salir. Siento que te conozco desde hace años, me encantas, te amo con todo mi corazón, por lo mismo hoy quiero hacer que este día sea súper especial y que pasemos nuestra vida juntos. Hoy te daré un anillo que simbolice nuestro compromiso.  Ya quiero ver tu cara. Me bajo del auto y saco el paraguas para ir a buscarte y de esta manera no te mojes. Mi corazón se acelera al verte salir, y caminar para cruzar la calle.

-¡Diego!- grito muy fuerte.

          Veo Tu rostro,  esa alegría que me da al verte. ¡Me hace feliz! Unos segundo más tarde tu cuerpo es chocado por un auto que no se detiene y se da a la fuga

            ¡Nooooo! ¡Maldito! Corro a tu cuerpo que esta tirado más allá, tienes sangre en tu ropa, estoy paralelizado.

-¡Diego despierta por favor! ¡Diegooooooooooo! – Grito  muy fuerte.

             Tu cuerpo no reacciona, ¡Maldito auto que te ha chocado!

             Una señora llama a la ambulancia. Logro escuchar que viene enseguida. No puedo creer que estés así, no puedo creer que esto haya pasado. Estoy llorando, estoy  impactado, las palabras no las puedo sacar, solo quiero que despiertes, solo quiero ver tus ojos, no quiero que me dejes no quiero quedarme solo. ¡DIEGO POR FAVOR DESPIERTA! Mi mente está llena de tanto pensamiento que no se decide que hacer. A lo lejos escucho la sirena de la ambulancia. Ya llegaron, sé que ellos harán algo por ti, me niego perderte, más aun por un tipo que se acaba de arrancar de este escenario en su auto.

            Los paramédicos están intentando hacer lo posible para ayudarte, te suben a la camilla para poder llevarte al hospital urgente. Uno de ellos me mira y me pregunta que es lo que soy:
-Soy su novio- respondo aguantando todas las lágrimas.

- Tenemos que trasladarlo ahora ya, está muy mal, suba usted también a la ambulancia-

            Todo esta tan confuso, quesera encontrar a ese desgraciado que se acaba de dar a la fuga para poder golpearlo, dejarlo del mismo modo en el cual te ha dejado Diego. Mientras te suben a la ambulancia, veo a  mi alrededor a los demás que están impactados con todo esto. A lo lejos diviso un joven que esta empapado por la lluvia, esta inmóvil mirándonos desde la pequeña plaza.

           Los minutos pasan lento, no llegamos nunca al hospital. Los paramédicos tratan de estabilizarte, pero sus caras no muestran que estos procedimientos sean satisfactorios. Mi cuerpo está temblando, quiero llorar pero no puedo, quiero hablar pero no puedo. Solo quiero despertar, quiero que esto acabe, quiero que esta pesadilla se termine, quiero volver a aquel momento en el cual te vi salir del café, donde yo te iba a abrazar y besar, quiero ir a cenar, quiero entregarte el anillo quiero estar contigo.

         Al salir de la ambulancia, ya están esperando por ti, veo que los paramédicos hablan con otros que dicen que tu estado es grave, que necesitas entrar a pabellón para verificar como esta todo dentro, si hay algún órgano comprometido. Nadie me explica nada. Me gustaría ser yo quien estuviera ahí, no tú. No me gusta verte así, no quiero que te pase nada malo. Dios por favor, ¡AYUDAME! , ¡AYUDALO!, ¡SALVALO!

         Me dicen que no puedo seguir contigo, no puedo acompañarte, me van a informar de lo todo en un momento más. La sala de espera esta vacía, solo estoy yo. Me siento en la última silla que esta al final junto a la ventana. Estoy cansado, quiero cerrar los ojos y dormir. Pero no puedo, no debo. Tengo que estar pendiente de todo  lo que suceda, de lo que me dirán. Las lágrimas por fin salen de mis ojos, corren por mis mejillas.

         Ha pasado más de una hora desde que entraron, ya son casi las once de la noche. Necesito llamar a la mamá de Diego, debe saber que su hijo está mal. ¡Maldición!, he dejado el teléfono en el auto, no tengo como llamar a alguien para que venga. Ahora si me siento aún más solo. No puedo ir a mi auto, no puedo dejar solo a Diego. ¡POR QUE NADIE ME DICE ALGO AQUÍ! ¡DONDE ESTÁN TODOS!

         Dos horas y nada, mis piernas me duelen, los nervios se apoderan más de mi cuerpo, pero debo ser fuerte, debo ser fuerte por Diego que está luchando minuto a minuto por salir de esto. ¿Cómo no voy a aguantar yo?

       Tres horas ya y aun nada. Decido pedirle el teléfono a la  enfermera que se encuentra en la estación para poder así llamar a la madre de Diego:

-Hola, Sra. María.
-¡Felipe! ¿Cómo estás?
- Sra. María, Diego… - no tengo que llorar, no muestres debilidad Felipe. ¡Se fuerte!
- ¿Dónde está Diego? ¿Qué pasa? Te noto extraño, me estas asustando.
- Estoy en el hospital, hubo un accidente. Necesito que venga rápido por favor.
- ¡Que! ¿Pero cómo? Mi Dieguito- acaba de empezar a llorar, sabía que esto iba a pasar.
- Sra. María, venga rápido por favor- con un nudo en la garganta, intentando no llorar.
- ¡Voy!

           La Sra. María me había aceptado desde el primer día en que me vio. Ella dijo, “Gracias por hacer feliz a mi hijo”. Desde ese momento me quiso como uno más de la familia. Con ella sentía el apoyo que mi familia no me estragaba. Me encantaba tomar once con ella, siempre me daba cosas ricas. Su esposo y padre de Diego había fallecido hace un par de años. Siempre fueron los dos este tiempo y conmigo se sentían protegidos. ¡Diego por favor no nos dejes! ¡Señor, te pido que no te lo lleves aun”.

  La Sra. María, había llorado desde que llego al hospital, no podía dejarme ver vulnerable en este momento., debía ser fuerte.

-¡Ahí Viene el doctor!-dije con un grito
- ¿Cómo esta Diego?- preguntamos los dos al mismo tiempo
- Hemos logrado estabilizarlo, pero su estado es grave, debemos estar atentos a lo que pase esta noche. El choque lo golpeo muy fuerte por la velocidad que iba, el paciente tenía una hemorragia interna bastante severa, además se vio muy afectada la cadera. No son noticias alentadoras. Solo les pido paciencia.
-¿Puedo pasar a verlo?- pregunto ella entremedio de lágrimas.
-Aun no, les avisaremos, les pido que esperen.

                Ha sido la noche más larga de mi vida, la noche más terrible que he podido pasar, todos los momentos felices vuelven a mi mente, cuando corríamos, cuando jugábamos play, cuando cantábamos karaoke, las locuras. Nuestro aniversario pasó a segundo, tercer y hasta un cuarto plano. No quiero dejarte, no quiero que me dejes.
                Nos dieron permiso de entrar, estoy esperando que la Sra. María salga para poder verte. Estoy nervioso, tengo miedo.

                Por fin ha salido, es mi turno de entrar. El camino se hace eterno y lleno de pensamientos que no son buenos. Por fin te veo, estas vendado, conectado a algunas máquinas y al ventilador artificial, las lágrimas son imposibles de resistirlas, tomo asiento y delicadamente tomo tu mano:

-Diego, te amo, te amo con toda mi alma, hoy cumplimos un año, me niego a perderte en un año, ya te extraño. No sé si me escuchas, pero aquí estoy contigo, en las buenas y en las malas. En todo momento. ¡Diego por favor necesito que luches por mí!, ¡Por tu madre!, pero en especial ¡Por ti! Tienes todo un futuro por delante. Acuérdate que quieres estudiar fotografía. Acuérdate de que quieres conocer todos esos países, y hacer un álbum con todas tus aventuras tal como sale en la película “UP”. Acuérdate que tendríamos nuestra casa, con un jardín inmenso. Tienes que luchar por todos esos sueños. No quiero que me dejes solo ¡Te necesito! No imagino mi vida sin ti. Desde que te conocí, diste vuelta mi mundo, has roto cada uno de mis esquemas para bien, cada momento que hemos vivido lo llevo en mi mente. Quiero que vuelvas a reír, a llorar, a ser feliz. Pero necesito que despiertes. Necesito que pelees esta batalla hasta el final. No puedes rendirte de esta manera. Yo siempre te apoyare, en todo lo que decidas. Este día había comprado estos anillos para que simbolizaran nuestro amor, nuestro compromiso, nuestra lealtad.  Esta noche te iba a pedir que pasáramos toda nuestra vida juntos.

                La angustia de estar en aquel lugar, de no saber si vas a despertar, es algo que  mata por dentro, pensar que hace unas horas atrás estaba  todo era perfecto, pero de un momento a otro el destino cambia drásticamente. Estoy en la sala de espera, solo nos queda esperar, el cansancio se apodera de mi cuerpo, de a poco mis piernas y mi brazos se adormecen, mis parpados pesan y mis ojos se cierran lentamente, lo último que veo es el perfecto amanecer a través de la ventana, el sol cubre con sus rayos de sol la nieve blanca de la cordillera. Cierro los ojos y veo tu imagen, ve tu rostro. Diego, te amo.



                 

2 comentarios: