domingo, 27 de septiembre de 2015

CAPITULO 10


        Caminamos por un largo pasillo hacia el ascensor, entramos y Valentín presiono el botón con el número 25. Una música muy relajante, típica de un elevador, se podía escuchar. Ninguno de los dos dijo alguna palabra en el trayecto.  No supe que decir, mi corazón latía muy fuerte; no quería mirarlo, pero aun así sabía que él me observaba. Me sudaban las manos y temblaban las piernas.

- ¿Nervioso otra vez?- preguntó.
- No, no tanto... Ósea sí un poco- respondí. Él solo sonreía. Definitivamente Valentín sabía que era capaz de hacerme sentir nervioso en un segundo y se aprovechaba de esa situación.
- ¡No te preocupes! Es tiempo de que pierdas el nerviosismo.
- ¡Hey! Para ti es fácil decirlo – dije, esta vez mirándolo directo a los ojos. No dejaba de sonreír.

            El elevador se detuvo, en el mismo momento que las puertas se abrieron, mi celular comenzó a sonar dentro del bolso. Mientras lo buscaba Valentín y yo salimos del ascensor. Era un mensaje de un número desconocido “¡Supongo que te acuerdas de nuestro conversación de ayer!” ¿De quién más podría ser? ¡Isabella!, ¿De dónde saco mi número?

-¡Hey Daslav! – Valentín me hablaba desde atrás. Al distraerme en el teléfono, no me di cuenta que él dobló en la esquina en dirección a otro pasillo, yo seguí de largo. Camine rápidamente para reunirme con él. -¿Todo bien? Digo estabas tan metido en el celular- me dijo algo serio.
- Si, todo bien.- No iba a contarle acerca de lo que dijo Isabella ayer, no quería crear más problemas al respecto.

Este piso tiene muchos pasillos, espero me sea fácil recordar el camino de vuelta. En el trayecto varias personas lo saludaron. Me sorprende lo joven que es la gente que trabaja aquí, a mi parecer no sobrepasan los 35 años.  Se detuvo frente a una puerta. Esta decía Valentín Henríquez Santibáñez, Gerente.

- Esta es mi oficina- Me miro con su sonrisa perfecta, abrió la puerta y me invito a pasar. Me quede a fuera por uno segundos. ¿Voy a trabajar con él?- Vamos Daslav, no te quedes afuera. Espero sea un lugar acogedor para ti. Desde hoy estarás aquí conmigo. Mi secretaria, me aviso que esta con licencia. Tú ocuparas su puesto por mientras.
- ¡Wow! Es decir que voy a trabajar directamente con usted señor Henríquez- vi una gran sonrisa. Me sentía feliz, pero a la vez algo confundido.
- Exactamente señor Puelles, veo que ha recordado lo del trato en el lugar de trabajo- me miro y yo no pude evitar reírme.
- Tengo una duda ¿Voy a cubrir en todo a su secretaria?- dije mientras observaba la oficina. Una pared de vidrio divide mi lugar de trabajo con el de Valentín.
- No te puedo delegar sus funciones, pues eres nuevo aquí. De momento lo que te pida Anita, lo harás desde acá. De igual forma yo te pediré algunas cosas, pero tranquilo ¡No soy un ogro como jefe!- ambos reímos.
-Entiendo. Muchas gracias por esta oportunidad-  lo miré directo a sus ojos, esos ojos que hacen olvidarme de todo lo que sucede alrededor
- No tienes nada que agradecer, sé que lo harás perfecto. Muy Bien, voy a dejar que te instales. Vuelvo enseguida- Abrió la puerta, y volteo hacia mí- Bienvenido al Hotel Gran Palacio- hizo un Guiño y salió cerrando la puerta.

            Mi corazón saltaba de alegría, nunca imagine que yo estaría ahí. ¡Ya puedo ver la cara de Isabella cuando se entere dónde estoy! Sus amenazas me tienen sin cuidado

            Encendí la computadora, el gran logo se imponía en la mitad de toda la pantalla, las letras HGP tenían varias estrellas a su alrededor. Mire la hora en la pantalla, las nueve de la mañana. Mi oficina era pequeña pero acogedora. Observe una pequeña mesita en la esquina en ella, una radio, la encendí. Pude escuchar la canción “Hold on” de Jet. Mire a través de la ventana, pude ver en su esplendor todas las instalaciones del Hotel: las piscinas, el Spa, las canchas de tenis y futbol, el área de juegos infantiles y otros lugares que no alcanzaba a identificar. A través del vidrio que nos separaba pude apreciar la oficina de  mi “Jefe”, era inmensa, había un estante lleno de libros, en el otro extremo una mesa larga, con ocho sillas de cuero negro en ambos lados; al lado de ventanal, su escritorio con todo encima muy ordenado. Lo que más me impresiono es que tenía su propia terraza, con una mesita y algunas sillas. Para ser la oficina del gerente, era muy sencilla… aunque, con el estilo Valentín.  En una de las paredes estaba un cuadro con un árbol seco y muchas hojas en el suelo, lo observe por unos minutos mientras cantaba una parte de la canción.  La Pintura era triste pero era difícil dejar de verla.

- Hermosa ¿O no?- la voz me asusto. Me di vuelta, para mi sorpresa, Isabella estaba de pie detrás de mí. ¿En qué momento entro?  No sentí la puerta.
-Muy Bonita- dije serio.
- ¿Qué haces aquí?- me pregunto. Su cara de no entender que pasaba me hizo sonreír.
- Este es mi lugar de trabajo, Valen… El señor Henríquez me ha pedido que trabaje para Anita desde acá.
- Preguntare de nuevo ¿Qué haces aquí?- Ahora soy yo el que no entiende nada.
- Ya te dije, el señor…
- Creo que fui lo bastante clara ayer cuando hablamos- en sus ojos podía ver la rabia
- ¿Clara con qué? Ahhhh ya lo recuerdo… ¡Con tu amenaza!-  ya estaba entrando a colapsar con la actitud de niña caprichosa- A todo esto ¿Dónde obtuviste mi numero?
- Eso no tiene importancia. Daslav, si yo fuera tú, no me acostumbraría a esta oficina porque…
           
            La puerta se abrió, Valentín me miro primero luego su vista se fue a Isabella.

-Señorita Rosasco… ¿La puedo ayudar en algo?- le preguntó. Isabella lo miro coquetamente y se acercó a él.
-Anita me ha pedido que le entregue estos papeles- se los entrego de inmediato.
-En el caso que yo no este, se los puede pasar a Daslav. Él puede recibir los documentos- Abrió la puerta de su oficina, camino en dirección a su escritorio - ¿Srta. Rosasco?- Isabella me miraba con odio- Pase, necesito que lleve estos otros documentos a Anita.
-Muy bien, se los entregare- Valentín le paso varias carpetas de colores- ¿Lo puedo ayudar en algo más? Le preguntó.
- No se preocupe,  Daslav está aquí para ayudarme… ¿Cierto Daslav?
- Si, respondí- Isabella me dio una mirada fulminante. Estaba dispuesta a conseguir todo sin importar el hacerle daño a la gente en su camino. Debo tener cuidado con ella.
- Muy bien. Me retiro. Hasta luego- salió de la oficina

            Valentín se quedó revisando unos documentos. Mi celular sonó, era otro mensaje del número desconocido:

“Prepárate, la guerra ha comenzado”

martes, 22 de septiembre de 2015

CAPITULO 9


Un rayo de luz se asoma a través de la ventana, tomo el celular para ver la hora, son las 7, cierro los ojos y los abro de golpe ¡Las Siete! ¡Mierda, me quede dormido! Salto de la cama. Es mi primer día en el Hotel y ya voy atrasado. ¡Maldito teléfono! Una ducha rápida, me coloco la ropa que deje lista la noche anterior, menos mal que lo hice... Tengo exactamente una hora para llegar.

            Es miércoles, no hay mucha gente en las calles, todos están acostumbrados a salir mas tarde. Eso es bueno, tengo el camino solo para mí. Necesito correr y tomar lo que aparezca primero. En estos momentos Valentín debería aparecer. Mejor no… después de la vergüenza de ayer ¡NO! Él ya debe estar ahí, hablando con Isabella. ¡ISABELLA! Ella debe estar alardeando de que yo aún no llego, hablando  mal ante todos. Deben pensar que soy un irresponsable. ¡Necesito un milagro!

            Llego al paradero y en el momento preciso aparece Hellen, ella es una buena amiga. Su novio, Daniel que es jefe de la carrera de traducción donde estudio, va conduciendo el auto. Es un tipo mayor por unos años, es alto y muy lindo.

- ¡Daslav!, esa cara. ¿A dónde vas?- ella pregunta.
- ¡Atrasado!, Tengo que llegar al Hotel Gran Palacio en menos de 45 minutos- le dije en medio de jadeos por el cansancio.
- Te llevamos- Dice Daniel, haciendo un gesto con la cabeza para que suba al auto.
- ¡Gracias!- le digo un poco más relajado ya en el interior.
- ¿Todo Bien Daslav?- pregunto Daniel.
- Si, bueno en realidad hoy es el primer día. Así que ahí veremos que tal todo.
- Me alegro Amigo -dijo Hellen- Debes quedar trabajando ahí. Es un lugar que cuesta mucho entrar.
- Yo en los años que solicite trabajo en ese Hotel, nunca me recibieron- agrego Daniel
- Esta es una oportunidad que no voy a desperdiciar- mire el reloj faltaban solo 30 y estábamos relativamente cerca
- Supe por el correo que otra compañera también quedo ahí, Isabella ¿Cierto?- me pregunto mirándome por el espejo retrovisor.
- Si, ella también está ahí conmigo.
- De todos modos ustedes están en buenas manos con Anita- detuvo el auto en un semáforo en rojo.
- ¿Y cómo sabes eso tú?- pregunto Hellen a su novio algo celosa
- Emmmm es que fui yo quien tuvo que ir a hablar con ella para los asuntos de la coordinación para que uno de los estudiantes quedara en el Hotel, pero tengo la duda- dirigiéndose a mí a través del espejo- ¿Por qué quedaron dos si el puesto era solo para uno.- Cambio de tema rápidamente, pude notar que se colocaba algo nervioso.
- No lo sé. – No podía contarle lo de la segunda oportunidad que me dio Valentín.
- Daslav, llegamos con algunos minutos de sobra- me dijo mientras estacionaba el auto en la entrada del Hotel.
- Muchas gracias ¡Me salvaron esta vez!- baje veloz del auto.
- Cuídate y luego conversamos para ponernos al día- Hellen me dio un beso a través de la ventana.
- Vale. Nos Vemos- camine en dirección al hotel

            Al llegar, solo faltan diez minutos para las ocho, ha sido el mejor record de mi vida si no fuera por ellos. Camino en dirección a la entrada del hotel. El recepcionista me recibe con un gran saludo, le informo que es mi primer día y me entrega la credencial de trabajador. Esta me da libre acceso a las instalaciones. Apuro el paso hacia la oficina de Anita. Faltaban siete minutos para las ocho. Anita aún no ha llegado, pero en el interior este Diego y la señorita perfección que hace una risita cuando entro.

-Buenos días- Salude a ambos-
- Buen día- dijo Diego
- Daslav, pensé que no llegabas- el tono de Isabella era bastante irónico. Diego ríe. Veo que se lo ha ganado. Tal vez sus personalidades son parecidas. 
- ¿A si? ¿Por qué piensas eso?- pregunte molesto.
- Por la hora que llegas.
- Que yo sepa el horario de entrada es a las ocho y  aún faltan cinco minutos.
- Era solo un decir, ¿Por qué tan enojado?- de verdad ya me esta colapsando la actitud de esta niña, lo peor es que no puedo ser como ella.
           
Tome asiento en un rincón de la oficina y me quede en silencio, no tenía más opción que escucharlos hablar de lo emocionante que era trabajar en el Hotel y de lo bien que se llevaran los dos con Anita. ¡Qué incomodo! ¿Por qué es tan desagradable esta mujer conmigo? Prefiero que me manden a otro lugar a quedarme con Isabella.

            A los minutos llega Anita, con un vestido bastante hermoso color negro y en medio tiene una huincha color fucsia. Lo que más me sorprende… ¡Sus zapatos! ¡Cómo puede caminar con un taco tan alto!

- Hola, Buenos días- dice alegremente.
- Buenos días- respondimos Isabella y yo al mismo tiempo, nos miramos muy serios a la cara.
- ¡Esto es mejor que reality!- susurra Diego
- ¿Qué?- preguntó Anita y todos nos quedamos en silencio
- Nada - dijo Diego dándose vuelta para empezar a trabajar en su computador.
- Chicos- Mientras se instalaba  en su escritorio, dejó su cartera encima, y continuó- solo puedo tener a uno de ustedes aquí por el poco espacio- la señorita perfección ya estaba instalada en aquel lugar, así que yo era el que estaba sin puesto de trabajo- Tengo que hablar con el señor Henríquez… - alguien golpeó la puerta. Hablando del rey de roma era Valentín, se veía tan guapo con su traje negro y su camisa celeste.
- Buenos días- nos dijo el
- Buenos días- respondimos Anita, Diego y yo como niños de colegio ante el profesor.
- Buenos días señor Henríquez- respondió Isabella después que todos, con un tono seductor. Yo la mire, ella no despegaba sus ojos de él. No puedo creer que sienta celos de ella. ¿Tantas ganas tiene de trabajar aquí, que es capaz de insinuarse ante el jefe? La sangre me hervía.
- Anita. Vine a primera hora para ver lo del lugar de trabajo, por la llamada que me hizo ayer. Dos practicantes y un solo escritorio- por eso lo llamaban cuando  estábamos en el restorán. ¡Mi episodio vergonzoso! que chistoso. Solté una pequeña risa al recordar mi caída. Isabella y Valentín me miraron.
- ¿Cómo lo podemos hacer?- le dijo Anita a jefe.
- Yo no tengo ningún problema en establecerme en el lugar que usted me diga- se acercó Isabella más a Valentín. Sus cuerpos quedaron a pocos centímetros de distancia ¡Está decidida a dejarme fuera de cualquier modo!
- ¿Y usted joven, esta dispuesto a trabajar en otro lugar que no sea aquí?- su pregunta me tomo por sorpresa, él clavo su mirada en mi. Sin embargo Isabella me miraba con odio. Su ameniza se vino a mi mente en ese momento.
- ¡Por supuesto! Si ustedes es por la comodidad de todos, puedo establecerme en otro lugar. Mis manos comenzaban a sudar.
- ¡Estupendo! Joven Daslav, acompáñeme, lo llevo a su escritorio- ¿Qué? ¿Yo? Tome mis cosas camine por la oficina para seguir a Valentín,  no pude evitar observar  la cara de Isabella, tenía su boca abierta. El mismo Gerente del Hotel me llevaría a mi escritorio, sentí la envidia, sentí el odio. En mi interior me sentía feliz, me sentía Victorioso. Daslav 1 – Isabella 0

lunes, 14 de septiembre de 2015

CAPITULO 8

Mi vida siempre ha sido monótona, mis días son absorbidos por libros, textos de estudios  o momentos para  escribir historias. En cuanto a las relaciones sociales, estas han pasado a un segundo plano… mejor dicho a un tercer o cuarto lugar. Conocer gente, no estaba en mis plantes y más aún, que un chico me invitara a comer. Esto solo sucedía en mis relatos, o en forma ficticia en mi mente, que se hiciera realidad era un posibilidad remota; casi nula.   

Viajar con él me ponía excesivamente nervioso, que me llevara al restorán era algo que ya me estaba por colapsar.

Estaciono el auto fuera de un edificio, de arquitectura antigua. Valentín se bajó. Me quede unos minutos en el interior, asimilando todo lo que sucedía. Aun no me lo creo. Él y yo comiendo juntos, ni en mis sueños me lo esperaba…. Escuche un golpe en la ventana.
-¿Vienes?- preguntó.
-Si- con un gesto de amabilidad y caballerosidad abrió la puerta.
-¡Este lugar te va a encantar!-dijo con emoción- Yo vengo siempre que tengo tiempo, ya sea solo o acompañado- ¿Solo? Como puede alguien acudir a un lugar a comer solo. Yo preferiría quedarme en casa o encargar algo por internet- ¡Let’s Go!

            A diferencia de la fachada del lugar, el interior era hermoso. Una gran pileta adornaba al entrada, en ella podías ver algunos peces de varios colores. La hostess nos recibió y llevó a una mesa que estaba en la terraza. Era tan amble,- no sé si es porque su trabajo realmente le fascina o por que le gustaba Valentín, bueno… ¿A quién no? La ornamentación de las meses mezclaba el color rojo y negro (una de las mejores combinaciones a mi juicio).  
-Tomen asiento- nos dijo la joven con una gran sonrisa. Si yo estuviera en su lugar me dolería la cara, no paró de sonreír desde que llegamos
- Muchas gracias- Valentín le respondió. Su personalidad es bastante coqueta, ahora entiendo porque ella no dejaba de llamar su atención. Nos pasó la carta.
- Enseguida viene el Camarero- se quedó unos segundo mirando a Valentín y luego se fue. La seguí con la mirada, y ella se dio vuelta. Me imagino que quería ver si él la miraba, pero no lo hizo. Tenía su mirada en la carta.
-¿Daslav? – Mi vista estaba quieta en el lugar por donde la joven se había retirado- ¿Sucede algo?
- No… nada. Solo estaba pensando.
- ¿Pensando?- frunció el ceño
- Si, pensando. ¿Esto está bien? Digo, de estar aquí comiendo juntos… ¿No te traerá problemas?- le pregunte.
- ¿Problemas? ¿Te incomoda estar aquí?
- ¿Puedes responder a mi pregunta?-dije serio
- No, para nada. ¿Por qué crees eso?
- Porque eres un joven bastante ocupado. Yo soy un practicante nuevo en el Hotel. Y no se… pienso que un gerente no debería estar haciendo esto.- respondí mirando el plato que había en la mesa.
- Como dije antes… no tengo problemas, no tenía nada más que hacer y es una invitación de futuros amigos que podemos ser - ¡Amigos! Estoy destinado a estar en la frienzone. En realidad… estaba de más pensar que iba a tener algo con Valentín. Se nota que no es como yo. Es una persona que amable, caballerosa, pero que sea gay… no. ¡Soy un estúpido!- ¿Qué vas a pedir?- me pregunto
- ¿Qué me sugieres?- le pregunte a Valentín. Diez segundos después apareció el camarero.
- ¿Qué desean ordenar?- Es algo de este lugar ¡Todos sonríen al máximo!
- Daslav ¿te parece si ordenamos Lomo a las brasas con panaché de verduras?
- ¡Me parece señor Henríquez!- sus ojos se quedaron mirándome. Fue inevitable no reírme.
- Tráiganos dos, por favor- le dijo al camarero.
- En un momento- se retiró.
- ¿Por qué señor Henríquez? Ya habíamos hablado de esto- su mirada se fijó en la mía. Sus ojos eran de color café claro, imposible dejar de verlos.
- Para no perder la costumbre, ¿Te imaginas que se me olvide y te diga Valentín en el trabajo? – comenzó a reír a carcajadas. Algunas personas se dieron vuelta. No pensé que fuera tan chistoso lo que dije.
- Daslav, no me importa si me llamas Valentín o Señor Henríquez. Si me dices Puto Jefe tampoco… bueno no me llames “puto jefe”- Ahora yo era el que se reía.- Cuéntame de ti, quiero conocerte. Vas a trabajar conmigo así que debo saber más cosas acerca de mi personal- El camarero nos sirvió vino. Mmm Vino
- ¿Quiere decir que a todos tus nuevos funcionarios los llevas a comer? – ¡Jacque!
- Solo a los que me caen bien- respondió. Su teléfono sonó.
- Vuelvo en un instante- Se levantó y camino en dirección a los baños.
            El camarero termino de servir el vino y se retiró. Desde mi asiento podía ver a Valentín hablando por su celular. Había poca gente. Al cabo de unos cinco minutos Valentín se sentó
-¿Todo bien? – le pregunté
- Si, tranquilo. Nada que no se pueda resolver. ¿Y? Aun no me respondes mi pregunta. Quiero saber de ti- dijo
- Valentín, debes preguntarme algo en específico. Me es difícil hablar a grandes rasgos de mi- respondí, sin despegar mis ojos de los suyos.
- Vale. Daslav ¿Estas pololeando?- Su mirada era seria.
- No- me quede callado unos segundos, el seguía sin soltar su mirada de la mía.
- Ah bien. Me parece, las mujeres son muy problemáticas. ¡Más encima a tu edad!
- ¡Por eso no me gustan!- le dije - Me disculpas debo ir al baño.
            Me paro de la silla y en un par de segundos mi cuerpo choca con el camarero, cayéndome todo encima, los dos platos que nos traían. Quede de espaldas al suelo. Los nervios me traicionaron y no paraba de reír. ¡Qué vergüenza! ¿¡Porque hoy!?

Valentín me ayudo a levantarme. Mi ropa estaba toda manchada y la comida desparramada por todo el suelo.
-Lo siento- Le dije al camarero, que me miraba con rabia. Las pocas personas que estaban comiendo se reían de mí. Valentín me miraba. Corrí al baño
           
            Siempre me ocurren situaciones estúpidas, siempre he sido el imán de la mala suerte, pero el único día que no necesito que me pasen estas cosas ¡Me pasan! Me mire en el espejo y tenía comida hasta en el pelo. Tome algunas toallas de papel y me limpie, lave mis manos y mi cara. ¡La invitación que me hacen en mucho tiempo y lo arruino de esta manera! Entre en un cubículo y me senté en el sanitario. Oí la puerta, alguien entro.
-¿Daslav?- la voz de Valentín me llamaba.
- Aquí- respondí. Me sentía triste y avergonzado.
- ¿Estas bien?- dio un pequeño golpe en mi puerta
- Sí. Todo sucio y avergonzado pero bien.- Mi cara estaba roja, me ardían las orejas. Él estaba sonriendo. – No es gracioso
- Tú no parabas de reír afuera, no me pidas que no lo haga. Igual es una situación cómica. ¿O no?- paro de reír, al ver mi cara seria.- Tranquilo. Vamos a casa. He pagado la comida.
- Disculpa.  Mi estupidez es algo que no puedo evitar.
- Son cosas que pasan

            Salimos del restorán. La gente mi miraba en el exterior. Valentín un hombre con traje formal y yo, un mamarracho.
-Valentín, me voy a ir solo. Ya has pasado muchas vergüenzas para que me lleves a casa.
- ¿Me lo dices en serio? No voy a dejar que te vayas así
- Si, ya has hecho lo suficiente por mí. Estamos relativamente cerca de mi casa así que no te preocupes.
- ¡Daslav, no!
- Señor Henríquez, por favor. Le pido que me deje ir solo a casa- ya estaba comenzando por enfadarme. Quería estar solo. Me sentía avergonzado y no me agradaba la idea de tener que ir con él a casa.
- Este bien, Daslav. Nos vemos mañana. Descansa
- Usted igual- le di la mano y la estrecho.
           

Camine por unas cuadras. Algunas personas me miraban y reían. No me importaba que pensaran de mí. Me han pasado tantas cosas extrañas en mi vida que un poco de comida en la ropa es lo mínimo. Como dijo Valentín “Son cosas que pasan”. Lo que me queda pensar es que mañana empiezo con esta práctica…  ¡debo ser mejor que Isabella!