miércoles, 28 de mayo de 2014

CAPITULO 2

-¡Espera!, grite muy fuerte. Él paro en seco, y lentamente se dio vuelta para ver quién era. Me miro. Mi cara estaba muy roja, nunca antes había hecho algo así. Siempre devuelvo cosas que encuentro perdidas, pero ahora era algo especial, mi estomago no dejaba de sentir esas mariposas de las cuales todos hablan. Me sentía bastante nervioso. Me acerqué a el lentamente, su expresión era muy seria.
- ¿Qué pasa?- Me dijo, su tono era muy frío. Le muestro el pendrive y su cara cambia muy rápido.
- Se te ha caído esto en el autobús- Mis manos temblaban.
- No me dí cuenta, muchas gracias, tengo información muy importante.
- De nada, siempre he dicho, si algo se me pierde me encantaría que me lo devolvieran, así que siempre entrego lo que encuentro- mi boca estaba seca, sentí que hablaba demasiado.
- ¡Te pasaste!- Respondió.
            Hubo una pausa, no supe que decir. Como siempre me pasa cada que vez que veo a alguien que me llama la atención. Se me olvida todo.
- Me tengo que ir- dije algo desanimado, esperaba que dijera algo más- tengo que caminar unas cuadras mas, ya que me baje antes -.
- ¿Te bajaste solo por eso? ¡Eres un tipo genial!, estoy muy agradecido- con esas palabras más nervioso me puse.
- De nada, me voy. ¡Ah! Y ten mas cuidado para la próxima- Camine lentamente, dándole la espalda. ¿Lo volvería a ver de nuevo? Es increíble como son los sentimientos, lo único que quería era hablarle nuevamente. Es raro como un desconocido puede llamar mi atención de esa manera.
            Puse Play nuevamente al celular, de pronto sentí una mano que toco mi hombro, me doy vuelta muy rápido y para sorpresa mía, era VHS.
- Estas calles son algo peligrosas a esta hora, te acompañaré a casa-.
- No te preocupes, puedo cuidarme solo- Me hice el valiente, pero tenía razón, eran casi las once de la noche, y la mayoría de los postes estaban malos.  
- No aceptaré un no por respuesta, es lo mínimo que puedo hacer. Te bajaste varias cuadras solo para entregar algo que por descuidado perdí- Su cara ya no era sería, era la de un tipo feliz, agradecido, amable.
- Bueno, acompáñame- Esto es algo que nunca pensé que pasaría en mi vida.
- Genial, no hay problema- Respondió y empezamos a caminar uno a lado del otro, era muy alto, no me había percatado de eso. Usaba Barba. Guardo sus audífonos en el bolso - ¿Cómo te llamas?- Preguntó
- Daslav, ¿Y tú?
- Es bastante raro tu nombre- Es típico de quien me primera vez me pregunta el nombre decir que es raro- Valentín- Ahora entendí, las letras de pendrive, eran sus iniciales. Aun no era el momento de saber que significaban las H y S.
- Un Gusto, Valentín-.
- Él gusto es mío- Mi corazón se acelero una vez más- ¿Por qué vas tan tarde a casa?
- Estaba en clases, los días jueves son muy largos para mí.
- ¿Qué estudias?- preguntó, y me sentí en una entrevista, no lo conocía así que era aceptable.
- Traducción de inglés- Cada vez que digo lo que estudio no falta el que dice “dime algo en inglés”.
- Que lindo es el inglés- respondió- me encanta, pero yo se muy pocas cosas.
- Es cuestión de práctica, yo estoy empezando recién, pero me encanta. ¿Y tú, qué haces?
- Trabajo en un hotel- me miró y dejo ver una sonrisa.
- ¿Qué es tan gracioso?- le dije.
- Tú cara- En sus mejillas, cada vez que se reía se producían esas lindas margaritas.
- ¿Mi cara? ¿Qué tiene mi cara? – Los nervios volvieron a mi nuevamente-
-  Te vez nervioso. Relájate.
- jajaja, Ok. Lo intentaré.
            Caminamos lentamente, yo lo hacía para poder saber mas cosas de él, para saber que tan parecidas eran a las invenciones que me hice en el autobús. No era nada igual. Tenía 28 años. Me contó que su padre murió cuando tenía veinticinco años. Me dijo que había hablado con un extraño y que le caí muy bien. Además estaba aun muy agradecido por devolverle lo que perdió. Tenía el respaldo de la información de su computador que estaba en reparación.
            Faltaba solo una cuadra para mi casa, desde la esquina la vi. No quería llegar, solo tenía ganas de seguir hablando. Me sentí tan cómodo.
- Llegamos, aquí vivo - coloque una cara algo triste.
- Vivimos cerca- fueron veinte minutos caminando, ¿Cerca?
- Claro, debo entrar, mi madre debe estar algo preocupada- No quería entrar
- Bueno- Me estira su mano para estrecharla, le respondo y me tira levente hacía él y me abraza tal como si fuéramos amigos de hace muchos años- Gracias una vez mas por el pendrive.
- De nada, cuídate- me soltó y camine hacia la puerta de mi casa.

            Eran casi las tres de la mañana, era imposible conciliar el sueño, daba vueltas en la cama, no podía dejar de pensar en Valentín, aquel joven que casi pierde su pendrive, aquel joven que hizo de mi jueves el mejor día de la semana.



2 comentarios:

  1. Jejeje, va lento pero seguro la cosa. En realidad, cuando uno quiere acercarse a alguien, solo basta una buena excusa. Puede ser un pendrive, un lápiz, el típico "¿Tiene fuego"?, hasta un "¿Me dice la hora"?

    Se perfilan bien los personajes.

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  2. Jejeje, va lento pero seguro la cosa. En realidad, cuando uno quiere acercarse a alguien, solo basta una buena excusa. Puede ser un pendrive, un lápiz, el típico "¿Tiene fuego"?, hasta un "¿Me dice la hora"?

    Se perfilan bien los personajes.

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